He empezado el año con el libro iWoz
(un juego de palabras con “I was”, Yo fui) de Steve Wozniak, cofundador de
Apple. Muchas gracias a Fernando de Rasche por el regalo.
Wozniak es un genio de la informática
y nos cuenta su historia. Su padre era ingeniero y trabajaba en un proyecto de
misiles de Lockheed (de él aprendió la integridad radical), con menos de 10
años tenía una visión enormemente positiva de la tecnología, leía muchísimo y
le encantaban los transistores (su madre le apoyó muchísimo), se presentaba a
las ferias de ciencias (y las ganaba) y gracias a sus “proyectos científicos”
aprendió (según él) paciencia: “la paciencia está muy infravalorada”. Wozniak
nos cuenta: “Aprendí a no preocuparme tanto por el resultado sino a centrarme
en lo que estaba haciendo y perfeccionar cada paso al máximo antes de pasar al
siguiente”. Ya sabes, el viaje es el destino.
Un par de años antes de empezar con
Apple, se apuntó al Homebrew Computer Club (Club del Ordenador Casero). Todos
los miércoles en un garaje de Menlo Park, California, desde 1975 a 1977. Le
apasionaba la ingeniería, “no tenía dinero para comprar las piezas y construir
ninguno de los diseños, así que me limitaba a hacer los planos en un papel”
(para el cerebro no hay diferencia). Estudió en la Universidad de California en
Berkeley, empezó en Hewlett Packard (desde enero de 1973, durante cuatro años),
que consideraba “el mejor lugar para trabajar”, hizo proyectos descabellados
como Dial-a-joke (un cuentachistes) y Steve Jobs, un amigo del instituto (a los
dos les encantaba Bob Dylan por los valores de sus canciones), que estaba
trabajando en Atari, le pidió que terminara un juego en cuatro días (en los que
por supuesto no durmió). Efectivamente, Wozniak corrobora que Jobs le pagó la
mitad de 700 $ cuando él había cobrado miles de dólares, y remata: “siempre
fuimos personas distintas, desde el principio”.
Diseñó y construyó el Apple I “porque
quería regalárselo a los demás” (el 29 de junio de 1975 fue la primera vez que
alguien escribía en un teclado y veía el resultado en pantalla ante sus ojos).
Dejó HP (empresa a la que era muy leal) porque no le integraban en proyectos
interesantes y cofundó Apple (el nombre viene, al parecer, de que Jobs había
estado en una comuna con un huerto de manzanos en Oregón).
Vendieron unos 150 ordenadores Apple
I y Wozniak creó el Apple II, “el primer ordenador de bajo coste que podía
utilizar alguien que no fuera un fanático de la tecnología”. El autor nos habla
de la llegada de Mike Markkula como socio financiero, de la salida a bolsa
(1977: se convirtieron en el producto de moda), del plan Woz (para ofrecer
acciones baratas a quienes lo merecían y no eran ejecutivos de Apple), del
fiasco del Apple III, de las cosas que le gustan (pilotar un avión, organizar
festivales de música: “Ganar dinero o perderlo es importante, pero dar un buen
espectáculo, ¡Eso es lo esencial!) y de la decisión de dejar Apple (“No llamé a
Steve –Jobs-, a Mike Markkula ni a nadie de la junta de dirección. Mi puesto
era de ingeniero y consideré que solamente tenía que informar a mi superior”).
Todavía es empleado de Apple (con el salario más bajo) y representa a la
compañía ante los clubes de informática.
El principal consejo de Wozniak es:
“No desaproveches la oportunidad y asegúrate de formar parte del futuro. Confía
en tu instinto. No es habitual que el futuro te abra las puertas”.
La página más demoledora del libro es
la 312 (el texto tiene 315 más glosario). Cuando Gil Amelio (entonces CEO de
Apple) le dijo que Jobs regresaba, aunque fuera como asesor, se quedó perplejo.
“Sabía que mucha gente de Apple pensaba que Steve había sido desleal al dejar
Apple en 1985”. Y repite: “No le despidieron en Silicon Valley; lo dejó”. Vaya.
Sí, “Steve era capaz de subirse a una
tarima, hablar de Apple y restablecer la lealtad de la gente. Apple necesitaba
liderazgo en marketing y con carisma para que la gente volviera a emocionarse,
y eso es lo que trajo Steve cuando regresó”. Pero aquí viene el segundo
aldabonazo: “Es curioso, porque los productos que en teoría devolvieron la
salud a Apple –el iPod y el iMac- estaban en fase de diseño cuando Apple se
encontraba en problemas. Su diseñador principal, Jonathan Ive, ya estaba
trabajando en ellos. Pero la forma en que Steve presentó esos nuevos productos
fue espectacular; se aseguró de evitar que hubiera filtraciones en prensa y
cuando salieron parecían totalmente nuevos y sorprendentes.” Vaya, vaya, con
Jobs y sus trucos de magia.
En la revista Fast Company de enero
2014, “Los secretos de la gente más productiva”. En portada, Pharrell Williams:
músico (ha vendido 2’7 M discos), productor musical, diseñador de moda,
joyería, artista (escultor con Murakami), escritor, arquitecto (con Zaha
Hadid), estrella de la tecnología y de los medios, empresario y filántropo.
¿Cómo lo hace? A través de la Escucha, el Equipo y la Humildad. Así es.
En la misma revista, ejemplos
prácticos de Alexa Von Tobel (que se levanta a las 5,45 h), Cory Booker
(senador y alcalde de Newark), Wendy Clarck (VP de Marketing de Coca-Cola, que
se levanta a las 6,30), el chef Anthony Bourdain, el CEO Aaron Levie, el
novelista David Baldacci, la diseñadora Tory Burch, el inversor y exjugador
David Robinson, el VP de innovación de eBay Steve Yankocih y el asesor Alaxis
Ohanian.
El secreto, claro está, es la
energía. El oxígeno (por eso la meditación resulta tan útil), el descanso (hay
que dormir lo suficiente y no quedar exhausto), la alimentación (el omega-3 de
las nueces o el salmón), el ejercicio (el ejercicio aeróbico de 30 minutos
cinco veces por semana incrementa la actividad eléctrica del cerebro, según ha
demostrado el Dr. Fernando Gómez-Pinilla, de UCLA). El café ayuda… hasta cierto
punto. La cafeína eleva la atención y reduce la fatiga gracias a la adenosina,
un neuromodulador que relaja el sistema nervioso. Pero no es un sustitutivo del
descanso. “Cuando tienes sueño, lo único que puedes hacer es dormir”, ha
demostrado la Dra. Sara C. Mednick, de la Universidad de California en
Riverside. El café no ayuda a consolidar la memoria, ni regula la insulina, ni
el metabolismo de la glucosa ni la reparación de músculos y huesos. Solo te
mantiene despierto.
El artículo menciona que el secreto
de los directivos más productivos (en EE UU) es un coach llamado Brad Grossman.
Uno de sus pupilos nos dice: “Mi papel es anticipar lo que va a venir. Es difícil
cuando estás hasta arriba de reuniones”. Sí, sin reflexión (la que te aporta el
buen coaching) no hay anticipación, ni innovación, ni creatividad, ni
productividad.
Vuelvo a Wozniak y su iWoz: “Siempre he dedicado mucho tiempo
a la preparación de un proyecto antes de contruirlo”. El Liderazgo, como cualquier
gran proyecto, no se improvisa.
Mi gratitud a Steve Wozniak y a la
coautora del libro, Gina Smith, a los editores (Rasche) y a las buenas prácticas
de personas productivas. Podemos aprender mucho de ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario