Esta tarde he ido a ver con Zoe, en
la sesión de las siete y media, “Al encuentro de Mr. Banks” (Saving Mr. Banks),
que narra la relación de Walt Disney y P. L. Travers (la creadora de Mary
Poppins) con motivo de la creación de la versión cinematográfica de este cuento
infantil. Supuesto duelo interpretativo (Emma Thomson siempre está más creíble
en su papel; Tom Hanks nos recuerda a él mismo más que a Walt Disney), una
historia que va de más a menos y que, como lección, trata de enseñarnos la
ficción como terapia. Al parecer, Walt le había prometido a sus hijas que haría
la película del relato favorito de sus hijos, tardó 20 años en conseguir los
derechos y como la Srta. Travers tenía la última palabra, se trasladó a
California para dar su visto bueno al proyecto. Mary Poppins fue uno de los más
rotundos éxitos del estudio Disney, pero no fue fácil (el compositor Robert
Sherman define a Travers como “una bruja” en sus memorias).
No cabe duda de que Walt Disney era
un genio, como lo fueron Leonardo da Vinci, Picasso, Dalí, Frida Kahlo,
Einstein… Hace unos días, Miguel Ayuso escribía en ElConfidencial.com las cinco
características que tienen todos los genios (sin excepción). Son las
siguientes:
1. Los genios son curiosos e
impulsivos. “Están absolutamente fascinados por su trabajo y, aunque haya otras
personas más brillantes, su enorme deseo de lograr lo que se proponen
supone el factor decisivo”, Mihalyi Csikszentmihalyi (“Creatividad”, 2008).
2. Lo importante no es la educación
de base, sino su esfuerzo. Analizando a 300 genios nacidos entre 1450 y 1850,
Keith Simonton (Universidad de California en Davis) encontró que respecto a su
educación se cumplía la U invertida: tan malo era la escasez de educación como
un “exceso” de la misma. En lo que marcan la diferencia es en su esfuerzo
personal.
3. Son muy críticos con su obra.
Comparten un método de ensayo y error, de reflexión, de mejora continua, como
ha demostrado Howard Gardner (Premio Príncipe de Asturias 2011).
4. Son sacrificados, solitarios y en
ocasiones neuróticos. No tienen una adolescencia fácil, por su curiosidad y su
práctica. Muchos terminan obsesivos y egoístas.
5. Trabajan por pasión, no por
dinero. Les funciona –obsesivamente- la motivación intrínseca: propósito en
esta vida, autonomía/libertad, aprendizaje/maestría, según el análisis de
Daniel Pink (“La sorprendente verdad sobre qué nos motiva”).
Par crear una compañía como Disney,
no basta con el genio del fundador. Hace falta crear una organización que
multiplique la innovación, que sea ágil y eficiente, que crezca mediante una
cultura ganadora, un clima de alto rendimiento y la adecuada atracción,
fidelización y desarrollo del talento. Es lo que el economista indio Ragjuram
Rajan denomina “Capital Organizativo” (la diferencia entre un hospital promedio
y la Clínica Mayo, entre un taller y Toyota). Por eso son tan esenciales
modelos como el de EFQM (siglas en inglés de la Fundación Europea de la Gestión
de la Calidad).
Como sabes, el Modelo de Excelencia
EFQM se introdujo en 1991 para constatar la Calidad Total. El Sello de
Excelencia de 400+ o cuatro estrellas lo poseen en España menos de 100
organizaciones. El Sello de Excelencia de 500+ o cinco estrellas, apenas 22
empresas. Soy un firme partidario de que las organizaciones acrediten su sello
de excelencia, y por tanto apliquen el Modelo Europeo de los nueve criterios,
que va desde el Liderazgo (no por causalidad la “causa prima”) a los resultados
de negocio, pasando por el talento de los profesionales, los procesos y la
orientación al cliente.
Mi agradecimiento a quienes apuestan
por la Calidad siguiendo un modelo tan relevante como el de la EFQM (www.clubexcelencia.org/sellos).
Los Sellos de Excelencia son la demostración palpable de hacer las cosas bien,
apostando por el talento, y marcan la diferencia.
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