Primer fin de semana
de julio.
Ayer, mientras iba al
aeropuerto de El Prat con el presidente ejecutivo de una gran empresa cliente,
estuvimos hablando de Heisenberg y de su “principio de incertidumbre”, que es
la imposibilidad de que determinados pares de magnitudes físicas observables y
complementarias sean conocidos con precisión (por ejemplo, la luz como onda y
como partícula, o la posición y la cantidad de movimiento de un objeto). Y en
el taxi estuvimos escuchando la canción ‘Principio de Incertidumbre’ de Ismael
Serrano: www.youtube.com/watch?v=ZaC3ZGGEt8I
La letra dice:
“Puede que las redes traigan/
cuellos rotos, negras plumas de cormorán,/ que
tiemblen los semáforos,/
las radios callen y se derrumbe la ciudad./ Puede que
te saque de mis brazos/ tu marido o el despertador,/
que te interrumpa el
desayuno/
el vuelo de un B-52./
Puede que todo siga igual./
También puede
que no sea así/
y encuentres el mercurio/
de mi voz empapando tu contestador,/
y florezcan los olivos/ en el valle de Hebrón./
Puede que te queme el hielo,/
o
la luz del televisor./
Puede que te cite el parlamento/
y decrete el blanco y
negro,/
que sonrían ángeles heridos/
en la sección de sucesos,/
que
alimentándose de humo/
se quiebre cual cristal esa mujer./
Que trepe una
serpiente/
por sus piernas infinitas. Puede ser./
Puede que todo siga igual./
También
puede que no sea así./
Quizás banderas blancas/
tu habitación alumbren/
y mi
amor esté cerca/
y los dioses duden./
Y este sea un buen principio,/
principio
de incertidumbre./
Puede que te salves. Puede/
que amanezcas conmigo
y las
espadas se entierren./
Puede que todo siga igual./
También puede que no sea así/
y
encuentres el mercurio/
de mi voz empapando tu contestador,/
y florezcan los
olivos/ en el valle de Hebrón./
Puede que te queme el hielo,/
o la luz del
televisor./
Una posibilidad existe/
de que amanezcas conmigo/
y los cañones se
oxiden”. Todo es incertidumbre.
He estado leyendo
‘Eres lo mejor que te ha pasado… ¡Quiérete!’ de Mercè Brey, que me regaló antes
de ayer el DG de AMEC, Joan. Se trata de una guía para gestionar las energías
que habitan en nosotr@s y reencontrar el equilibrio. La clave es primero
aprender a respetarnos y a amarnos nosotr@s mism@s.
El texto consta de
seis partes:
1. Devolviendo su
lugar a la energía femenina. “Somos seres energéticos. Gestores de energía
femenina y masculina. Cuando estás en equilibrio, evolucionamos”. La energía
masculina es la mente racional, el hemisferio izquierdo del cerebro, el
análisis, la lógica y la precisión. El ser femenino es la empatía, hacer
equipo, la multitarea, la diversidad, “pero también aquella parte es dubitativa,
perfeccionista e insegura”. Ambas energías son la luz y la penumbra: la
femenina es armónica, “pero cuando se limita en el fango de las emociones, es
energía amorfa”. La masculina es propiciadora, “pero cuando huye del respeto y
la empatía, cuando se gesta en la penumbra, nos hallamos frente a la energía
devastadora”. Depende de los momentos, predomina una u otra energía en
nosotr@s. “Ante el exceso de energía masculina, la energía femenina se inhibe”.
Es competir, demostrar, aparentar, ambicionar. Hay excedente de energía femenina
cuando “no experimentas la sensación de estar centrad@ y enfocad@, te es
difícil formular objetivos y metas personales”. Son personas sensibles,
creativas, dependientes. “Si no logras equilibrar en cierta manera tus
energías, la vida puede ser tormentosa”. “Si tenemos la humildad de aceptar que
no somos poseedores de la verdad, sino que nos limitamos a interpretar lo que
vemos o lo que experimentamos, estaremos a un paso de acceder a la
flexibilidad”. “No hay nada vergonzoso en ser sensible”.
2. Cuida y mima la
riqueza que atesoras. Para aceptarte a ti mism@, coge un espejo y mírate a los
ojos. Aguanta la mirada un buen rato. Y di sinceramente: “Te veo y te
reconozco”. La salud es nuestro estado natural. Conecta con tu inconsciente y
cuídate. Cultiva la gratitud, practica la generosidad, integra todo lo vivido.
Cuéntate a ti mism@ lo maravillos@ que eres.
3. La incongruencia
entre lo que hacemos y lo que queremos. Lo que se cree, se crea. Valora el aquí
y el ahora. “Pero vivir el presente no significa descuidar el futuro ni dejar
de buscar un sentido a nuestra existencia”. “Tendemos a vivir por inercia, sin
pensar en la mejor manera de hacer las cosas para que podamos hacer lo que más
nos gusta”. Hemos de asumir retos y marcarnos objetivos, visualizarlos (“frotar
la lámpara”). Los límites que nos imponemos son las creencias: sobre los
resultados, sobre las propias capacidades y sobre la valorización de un@ mism@.
Pero evidentemente se pueden modificar, si queremos.
4. Nuestra misión da
sentido a nuestra existencia. Tenemos que utilizar nuestro don para llevar a
cabo nuestra misión. Inventario de mis talentos. Desarrollo de mis talentos a
través de la coherencia. El camino del talento al don (un talento único). “Nuestra
misión es contributiva”.
5. Es preciso que
aprendamos a comunicarnos. La necesidad de comunicar. La comunicación más
efectiva es el intercambio de emociones, y se dirige al inconsciente. El estado
de ánimo determina una buena o una mala comunicación. Es indispensable saber
escuchar. El cuerpo es una herramienta de comunicación. La elocuencia del
silencio (“una comunicación auténtica precisa del manejo de los silencios”).
6. Creando un mejor
presente. Propagando el cambio, a través del clic de la consciencia.
Estupendo libro,
Mercè, muy sistemático y práctico.
Y esta noche, fiesta
de la Independencia de Estados Unidos organizada por la embajada.
Canción de fin del
día, ‘El roce de tu piel’ www.youtube.com/watch?v=tpI2_kgH29s
“Y es que no hay droga más dura, que el amor sin medida”.
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