domingo, 12 de junio de 2016

¿Nos han convertido los móviles en perros de Paulov?


‘Mientras más lo pienso… TÚ’, preciosa canción de Juan Luis Guerra y 4.40 (www.youtube.com/watch?v=L8u-l5hQpq4) para empezar la mañana de domingo.
Es un honor inesperado que Silvia Damiano quiera incluirme en la película sobre Liderazgo que está filmando, que en los últimos días le ha llevado a Londres y Múnich y el próximo viernes a Oslo. Además de entrevistarme, hoy el director quería filmarme con algunas de mis principales aficiones, así que hemos estado en la Feria del Libro, en unos multicines y en el entrenamiento de fútbol femenino de AR10. Gracias, Simon y Silvia, por tan inmenso privilegio.
Ayer disfrutamos mucho de la cena en Botín, el restaurante más antiguo del mundo, con ellos y con Gemma González. Paseamos por el Mercado de San Miguel y la Plaza Mayor. De vuelta, anduvimos desde Cuchilleros y la Plaza Mayor, la Puerta del Sol, Alcalá hasta Cibeles y, ya en taxi, por la Castellana en una noche “de cabaña” con una temperatura deliciosa. ¡Madrid es mucho Madrid!
He estado leyendo los nuevos artículos de la web de Psychology Today. El Dr. Larry Rosen, experto en psicología de la tecnología, se pregunta si los smartphones nos han convertido en perros de Paulov. Tan pronto como suena el móvil, tenemos un impulso inmediato de mirarlo.
 Según un reciente estudio, nos conectamos al móvil unas 60 veces al día una media de cuatro minutos. En total, más de cuatro horas. Miramos más tiempo la pantalla que a otras personas o al propio mundo. Como los perros de Paulov con la campana que anticipaba la comida, estamos “enganchad@s” a nuestros smartphones (échale la culpa a Jobs, bromea el autor). En los más de 30 años que Larry Rosen analiza la situación, se ha dado cuenta que esta necesidad no ha ocurrido de la noche a la mañana, sino exponencialmente (como corresponde a la tecnología). “En 2016, el móvil se ha convertido en la posesión más preciada, hasta el punto de que rara vez nos separamos de ella”. Caminar por la calle mirando el teléfono sin prestar atención es un signo de desorden de ansiedad, lo mismo que cuando temes perderlo o que te lo hayan robado. Una variante de ansiedad llamada FOMO (Fear of Missing Out, Miedo a estar desconectado).
En su nuevo libro, ‘La mente distraída: cerebros ancianos en un mundo tecnológico’, Adam Gazzaley y Larry Rosen demuestran que la tecnología, omnipresente y accesible, reduce nuestras habilidades metacognitivas (aprender a aprender) y de toma de decisiones. El “aburrimiento” (dolce fare niente), de vez en cuando, es esencial para la salud cerebral. Cada 90 minutos utilizando la tecnología, deberíamos hacer un descanso de 10, y por la noche, en lugar de estar con el ordenador, volver a la lectura en papel y al lápiz/boli para escribir. “Se trata de que controlemos la tecnología en lugar de que la tecnología nos controle a nosotr@s”.
También en Psychology Today, la importancia de la Espontaneidad en la Felicidad, por Teresa Luna: cuidado con planificar las cosas demasiado (la novedad aporta dopamina); los ejecutivos dicen que el Propósito organizativo (el “para qué”) es importante, pero se comportan muchas veces como si no lo fuera, por Dan Pontefract; las dos preguntas que pueden mejorar una relación, por Ken Page (son “¿Qué interacciones me inspiran?” y “¿Qué interacciones me dañan?”) y por Gregg Levoy (en su columna ‘¡Pasión!’) ‘Busyness as usual’ (Estar ocupad@ como lo habitual): como Sísifo es el santo patrón de los “curroadictos” (workaholics), nos propone tomarnos “power lounging” (momentos poderosos de descanso); si no disfrutamos de la vida y nos ocupamos un poco de nosotr@s mism@s, somos hamsters en una rueda, algo realmente agobiante.    
Y para acabar el día, ‘On my own’ (Por mí misma) de Nikka Costa, con su padre el gran Don Costa a la guitarra: www.youtube.com/watch?v=Hu8hqWpuzNU 

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