En El Confidencial, Héctor G. Barnés ha escrito hoy sobre el
Curriculum Vitae que Leonardo da Vinci envió a Ludovico Sforza (y por el que
fue contratado por “El Moro” de Milán):
“Podríamos pensar que el currículum es un producto de la era moderna, en
la que el diseño del mercado laboral obliga a aquel que quiere ser contratado a
producir un documento en el que detalle por escrito sus logros, su formación
y su experiencia. Pero no se trata de nada nuevo: el mecenazgo propio del
Renacimiento, en el que los nobles patrocinaban las obras de los artistas,
obligaba en muchas ocasiones a realizar unos aún incipientes currículos, como
el que Leonardo da Vinci se vio obligado a remitir a Ludovico Sforza,
que pronto se convertiría en duque de Milán, en el año 1482.
El genial inventor y artista florentino tenía por aquel entonces 30 años,
y busca la prosperidad lejos de Florencia y del paraguas de Lorenzo de
Médici. Fue en ese momento cuando redactó el siguiente texto, en el que
detallaba sus belicosos ingenios, a los que antecedía el recuerdo de que las
máquinas de Sforza “no son de ningún modo diferentes de aquellas que se
utilizan comúnmente”:
1.
Dispongo de unos
puentes extremadamente ligeros y fuertes, adaptados para ser fácilmente
transportados para salir a la persecución o, cuando sea necesario, escapar de
cualquier enemigo; y otros seguros y resistentes al fuego y a la batalla,
fáciles de elevar. También, métodos para quemar y destruir los puentes de los
enemigos.
2.
Sé cómo, cuando una plaza
ha sido sitiada, sacar el agua de las trincheras, y realizar infinitas
variaciones de puentes, caminos cubiertos y escaleras, y otras máquinas
pertinentes en dicha ocasión.
3.
Si, por la altura de los
terraplenes, o la fuerza del lugar y su posición, es imposible, cuando se sitie
una plaza, bombardear el lugar, tengo métodos para destruir cada roca u
otras fortalezas, incluso si tienen su base en una roca, etc.
4.
También tengo morteros
fáciles de transportar; y con ellos puedo arrojar pequeñas piedras que casi
parezcan una tormenta; y con el humo de ellas causar un gran terror en el
enemigo, para su confusión y perjuicio.
5.
Si el combate tuviese
lugar en el mar tengo varias clases de máquinas eficaces para el ataque y la
defensa; y navíos que resistirán el ataque de las armas más grandes y la
pólvora y el humo.
6.
He ideado métodos, de
llegar, por lugares secretos y sin ruido, a un punto determinado, incluso si se
necesitase pasar bajo un río o un foso.
7.
Haré carruajes cubiertos,
seguros e imposible de atacar, que entrando entre el enemigo con su artillería,
no habrá ningún grupo de hombres tan grande que lo pueda romper. Y detrás de
ellos, la infantería podrá penetrar sin ser herida y sin ningún
obstáculo.
8.
En caso de necesidad construiré cañones, morteros y artillería ligera de formas adecuadas y útiles, fuera del
uso común.
9.
Donde la operación de bombardeo
fracase, elaboraré catapultas, manganas, trabucos, y otras armas de maravillosa
eficacia y que no suelen utilizarse. En resumen, dependiendo del caso, puedo
elaborar varios e innumerables medios de ataque y defensa.
10.
En tiempos de paz creo que
podría proporcionar completa satisfacción, tan buena como la de
cualquier otro, en arquitectura y en el diseño de edificios públicos y
privados; y en guiar el agua de un lugar a otro.
11.
Puedo realizar escultura
en mármol, bronce o arcilla, o también puedo pintar cualquier cosa que sea
necesario.
Igualmente, el caballo de bronce puede ser realizado para la gloria
inmortal de la memoria feliz de su padre y la casa ilustre de los Sforza.
Y si alguna de las cosas anteriormente citada le parece a alguien imposible
o no viable, estoy listo para realizar el experimento en su parque, o en
cualquier lugar que pueda complacer a su Excelencia – a quien me dirijo con la
mayor humildad, etc.
Llama la atención, a simple vista, que Leonardo adopte un enfoque tan
utilitario de sus habilidades. La mayor parte de los puntos aquí recogidos se
refieren al arte de la guerra y la construcción de armamento o material de
defensa, algo apropiado en un momento en el que las tensiones entre Ferrara y
Nápoles, por una parte, y Florencia y Milán, por la otra, se encontraban en un
momento crítico. El potencial armamentístico era esencial para las ciudades del
Renacimiento. Pero, ¿qué podemos aprender de este currículo que aún pueda
aplicarse hoy en día?
- No explica lo que
ha hecho, sino lo que puede hacer: Apenas hay ninguna
referencia previa a las anteriores obras de Leonardo, especialmente las
artísticas, sino que ofrece un catálogo de todo lo que puede ofrecer a
su próximo contratante. Moraleja: hay que adaptarse a la oferta a la que
aspiramos y si bien nos veremos obligados a detallar nuestros antecedentes, es
necesario pensar en lo que la empresa necesita. O, como explica Peio H. Riaño
en La otra Gioconda. El reflejo de un mito (Debate), “deja por escrito
el precio que está a dispuesto a pagar por sus aspiraciones y cuáles son los
intereses de Ludovico, ante los que debe encogerse si quiere prosperar lejos de
Florencia”.
- Jerarquiza la
información: Quizá Da Vinci haya pasado a la historia
antes por sus obras que por sus inventos, pero en aquel momento, su pintura
quizá no le habría dado de comer. Por ello la deja para el último punto de la
lista, después de exponer lo que más podía interesar a la casa de los Sforza.
- El MacGyver
renacentista: La denominación de “genio renacentista”
quizá haya sido tan manoseada que apenas signifique nada hoy en día, pero hay
que ponerse en perspectiva para darse cuenta de que la polivalencia de Leonardo
lo convertía en un profesional muy atractivo para el Milanesado.
- Un lenguaje
acertado: Leonardo es capaz de generar interés en sus
habilidades sin recurrir a la hipérbole o mentir. Hay que reconocer que también
fue un avanzado del marketing, al hablar de “una perfecta satisfacción”,
y “eficiencia”, sutiles conceptos capaces de enriquecer el resultado final sin
subrayarlo en colores fluorescentes.
- Ofrece pruebas: Si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero. O, dicho de otra
forma, si no se cree nada de lo que he contado, usted mismo puede probarlo en
el jardín de su casa. Desde luego, la carta de Leonardo dio pleno resultado, ya
que trabajaría en Milán durante casi 20 años, en los que desarrollaría alguna
de sus obras más importantes, como “La Virgen de las Rocas” o “La Última Cena”.
Nuestro admirado Leonardo da Vinci
(un servidor tuvo el placer de escribir un libro sobre él, “Leonardo da Vinci y
su Códice para el Liderazgo”, una revisión de su vida y obra como si la contara
él mismo), fue también pionero del marketing, la empleabilidad y la Marca
Profesional. Bibliografía básica: “Tienes talento” de Christian Gálvez
(lecciones leonardescas para nuestro tiempo), y “Marca Profesional” de Irene
Martínez (elogiado en contraportada, entre otros, por el propio Christian).
Mi gratitud al personal de Karlos
Arguiñano en Zarautz por la cena de ayer y al CD de M Torres, personas de gran
calidad en lo profesional y en lo personal.
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