Domingo de bautizo del hijo de mi
primo Manuel, Rodrigo Cubeiro. Lo hemos celebrado en Navalcarnero (en su
iglesia he podido orar por Enrique, Juan y David) y festejado con una comida en
El Olivar, restaurante de la misma localidad. Mi agradecimiento a Yolanda y
Manuel, padres de Rodrigo; a sus abuelos Emma y Ramón Cubeiro y la familia que
les hemos acompañado.
Esta tarde he estado leyendo “Cuatro
bodas y un funeral”, el último libro de David Taguas, recientemente fallecido.
Un gran economista con las ideas muy claras y una excelente capacidad didáctica
para explicarlas. Una auténtica lástima que se nos haya ido tan joven, cuando
tenía tanto que aportarnos.
En el prólogo, el también economista
César Molinas nos explica que “David Taguas es indisociable de la historia del
uso de técnicas de economía cuantitativa para el análisis, diseño y evaluación
de la política económica en España (como diría Tom Peters, “si no mides, no
consigues”). Y nos recuerda su llegada al Ministerio de Economía y Hacienda (el
Dr. Taguas provenía de la Universidad de Minnesota), la creación de MOISEES
(Modelo de Investigación y Simulación de la Economía Española) en el
Ministerio, su etapa de casi una década en el Servicio de Estudios del BBVA
(con mi admirado y querido Pedro Luis Uriarte), su paso por la Moncloa (con
rango de Secretario de Estado) hasta abril de 2008, y la presidencia de SEOPAN,
en la que “David siguió trabajando en el diseño y análisis de la política
económica”. Este libro, escribe César Molinas, muestra la crisis de los últimos
años desde un enfoque cuantitativo y riguroso en teoría económica, lo que es
muy de agradecer. Una historia reciente de la que tenemos mucho que aprender.
De una manera muy inteligente, David
Taguas parte de esa idea de “devaluación interna” (de la que siempre ha sido
partidario el FMI) y nos recuerda que el PIB, en 2007 como ahora, es la suma de
Consumo Privado (el que hacen las familias), Consumo público (el que hacen las
administraciones), inversión y exportaciones menos importaciones. De 2007 a
2013, sobre base 100, el consumo privado ha crecido un 1’8; el público, un 1’9;
la inversión ha caído el 12’7; la demanda nacional, por tanto, ha descendido 9
puntos; las exportaciones han crecido un 7’1 y las importaciones han descendido
un 1’8, por lo que el saldo exterior ha mejorado 9 puntos.
El libro tiene dos partes: La
situación actual y la vía de salida de la crisis con Europa y Lo que hay que
cambiar. En la primera, el autor nos recuerda que desde el inicio de la crisis,
España ha perdido más del 5% de su PIB, pero que la caída del empleo ha sido
aún peor (un 18%, o 3’687 M de empleos). La única forma compatible de aumentar
la inversión, la actividad y el empleo es el ahorro. “Fuera del euro hace mucho
frío”, insiste. Hacen falta reformas, sí: fiscal (reducción de impuestos a las
familias), bancaria (para romper el círculo vicioso con el soberano) y
laboral. Para mejorar la productividad
(antes de la crisis, la española era el 75’6%
de la media europea), el Capital Humano es casi todo (en esto coinciden
Taguas y Krugman). Es cuestión de mejora de la educación: “Un año adicional de
educación podría aumentar, en promedio, un 10% el salario real”. En definitiva,
“el impulso al capital humano debe ser el principal objetivo de la política
fiscal a medio plazo”. No puedo estar más de acuerdo.
La crisis que se inició en septiembre
de 2013 ha tenido cinco fases. La primera, por problemas de liquidez (hipotecas
de alto riesgo). La segunda fue la
intervención pública. La tercera fue la crisis de la deuda soberana (desde
verano de 2009). La cuarta, la nueva desaceleración de primavera-verano de
2011. Y falta la quinta, con las consecuencias de la estabilización. En
palabras de David Taguas, ahorro, inversión y reducción de la deuda externa es
un juego de “tres en raya”. “Cuando comenzó la crisis, la inversión era el 31%
del PIB y ahora solo el 18’4%”. Para que la recuperación sea sostenible, hace
falta que la inversión aumente siete puntos. Y para que eso ocurra, es
necesario que el ahorro lo haga en una magnitud mayor.
La economía española sigue
presentando un déficit público de doble dígito (en septiembre de 2013). Por
tanto, hay que cambiar:
- El déficit, la dinámica de la deuda
y pensiones. La política fiscal puede estabilizar la economía a corto plazo (de
hecho, lo está haciendo), a costa de reducir el crecimiento en el medio y largo
plazo. Taguas nos presenta, como “buena práctica, lo que hizo la
socialdemocracia en Suecia. Algunos pensamos (más desde la micro que desde la
macro) que podría reducirse drásticamente el déficit público con calidad
directiva. La verdadera reforma de la administración, más allá de recortes
drásticos, debería ser la reforma de cómo es dirigida.
- Consumo, ahorro y fiscalidad. “La
fiscalidad penaliza hasta extremos difíciles de entender la decisión de
ahorrar”. Nuestra economía es muy dependiente del ahorro externo (hasta un
tercio del total de la inversión). Durante esta crisis, el ahorro nacional ha
caído un 2’1% del PIB; debemos aumentarlo, porque hay una elevada correlación
entre las tasas de ahorro y las de inversión (Feldstein, Horioka, 1980). Tanto
las familias como las administraciones han presentado mínimos históricos
respecto al ahorro. Para revertir la tendencia, reducir la presión fiscal es
imprescindible.
- Mercado de trabajo. No se ha
abordado el problema de la dualidad, por lo que nuestros jóvenes sufren las
consecuencias. Sería necesario un contrato único con costes de despido
crecientes y continuar con la desinflación (ligando los salarios a la
productividad).
- Crisis financiera, crédito y banca.
La contracción del crédito entre marzo de 2011 y junio de 2013 (-5’6% del PIB)
no se podía demorar. Será una recuperación sin crédito. “España debe finalizar
urgentemente la recapitalización del sector bancario”, concluye Taguas. “Y
estabilizar la deuda inmediatamente”.
Las explicaciones de David Taguas en
el libro son de una sensatez aplastante. Ojalá haya la voluntad política de
llevarlas a cabo.
En los agradecimientos, Daniel
Romero-Abreu, Luis García Martín y Roger Domingo. Grandes amigos. Sin ellos, a
decir del autor, no habría sido posible. David se encerró en su despacho el
pasado 9 de agosto y no salió de allí hasta que no tuvo un borrador. ¡Cómo
recuerdo lo ilusionado que estaba, el pasado 12 de septiembre, en la fiesta de
X Aniversario de Thinking Heads!
Gracias, David. Nos queda tu legado. El
legado de un gran economista.
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