¡Vaya dos días
tan estupendos en Bilbao! Ayer en Deusto, hablando de “Mentalidad Ganadora en
la empresa y en el deporte”. Y hoy, taller de APD con un@s 25 directiv@s para
trabajar la “Dirección de Colaboradores”. Lo ha pasado de maravilla, y tengo
mucho que agradecer tanto al equipo de APD Zona Norte (un equipazo) como a mis
compañeros de Deusto (que estuvieron ayer en la conferencia, que han estado hoy
en APD).
He estado leyendo
“El dilema de España. Ser más productivos para vivir mejor”, de Luis Garicano.
Luis Garicano es uno de los economistas que más admiro, catedrático de la
London School of Economics y un profesional enormemente sensato.
Este libro
comienza con “En España no se vive mejor. Sí, la comida es fabulosa; los
paísajes, sublimes y el clima, en muchos lugares espléndido. Pero,
contrariamente al tópico más amado por todos los españoles, la vida en España
es dura”. Desempleo, jornadas muy largas, familias que casi no se ven,
enseñanza desmotivadora…
El profesor
Garicano considera (y un servidor con él) que el país se encuentra en una
encrucijada histórica: “Siendo el Estado más antiguo de Europa, camino perdido,
rumbo a la fragmentación”. La vía hispana al subdesarrollo es “el populismo y
el capitalismo de amigos”.
El autor divide
el texto en tres partes: el mundo en que vivimos (crecerá, pero a un ritmo
menor, con el trabajo reinventado), España tras la burbuja y la presentación de
un modelo económico y político para hacer de España un país del norte: más y
mejor mercado, menos pero mejor Estado, un nuevo modelo educativo, un sistema
político diferente y una Europa mínima pero necesaria.
Las tecnologías
de la información generan dos consecuencias cruciales para el mercado laboral:
fuerte incremento de la demanda de talento y fuerte incremento de la
desigualdad social. La globalización y la deslocalización elevan la tendencia.
¡Sí, podemos!,
aclara Luis Garicano. Como cuando hemos colectivamente decidido –e implantado-
la reducción drástica de accidentes mortales en la carretera, el tabaco en
lugares públicos o el deporte (ahí sí aceptamos salarios muy altos por el
talento). Se trata de hacer lo mismo en la educación, en los mercados, en las
empresas.
Como conclusión,
el autor nos presenta dos escenarios (ambos posibles) a 20 años vista. España
como la “Dinamarca del sur” o como una “república bananera”. Dos países
alternativos en función de que nos tomemos en serio o no la educación y se
introduzca el mercado de verdad o siga siendo, en general, una falacia.
Hay una enorme
sintonía con el taller de “Dirección de colaboradores” que hemos disfrutado
hoy. Se trata de detectar el talento (que es capacidad –aptitud y actitud- y
también compromiso, en el contexto adecuado), de apostar por el mérito de
verdad, de hacer equipo, de escuchar con atención (formulando preguntas
poderosas, haciendo sentir bien a los colaboradores, aclarando las
expectativas, desde una exigencia ilusionante), de prescindir de personas “que
serán más felices en otros sitios”.
Sintonizo con el
Dr. Luis Garicano en su perspectiva macroeconómica y tratamos humildemente de
aplicar ese enfoque avanzado a la perspectiva de las organizaciones.
Empresas tónicas,
sensibles al talento (al talento individual o colectivo, a la atracción,
fidelización y desarrollo del talento) o empresas tóxicas, resistentes al
talento. Ese es el dilema organizativo, y probablemente se resuelve en términos
paretianos: un 20% de empresas en las que da gusto estar, un 80% de negocietes
mal gestionados que están hipotecando su futuro. La selección natural se ocupa
del resto.
Para ser más
productivos, para vivir mejor, a nivel país o de cualquier comunidad humana, la
clave es la calidad directiva. Marcar la pauta a través de una estrategia
coherente, de un reto emocionante; hacer equipo, generando sinergias; desde el
optimismo, el entusiasmo y el desarrollo (el/la líder-coach).
Sabemos lo que
hemos de hacer. ¿Tenemos las agallas para hacerlo?
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