Lunes muy frío en Madrid. Varias
reuniones y comida en un exquisito restaurante asturiano con un buen amigo, uno
de los líderes del mundo editorial.
Ya sabes que disfruto con la
etimología de las palabras y con “descubrir” quién es la madre o el padre de
determinado concepto. Así, sostengo que la idea de Talento proviene de
Arquímedes de Siracusa, matemático, físico, ingeniero y astrónomo.
Ayer me compré “¡Eureka! El placer de
la invención”, de Eugenio Manuel Fernández Aguilar, en la colección “Grandes
ideas de la ciencia”. En la introducción, el autor nos recuerda que en la
medalla Fields (el máximo galardón que puede obtener un matemático), puede
verse un gran busto de Arquímedes, rodeado por la inscripción del poeta romano
Marco Manilio: “Transiri suum pectus mandoque potiri” (Ir más allá de uno mismo
y dominar el mundo). ¡Qué noble ideal para una persona de ciencia!
El sabio de Siracusa (287 a.C. – 212
a.C.) nació en Sicilia, hijo de astrónomo y pariente (primo de su padre) del
rey Hierón de Siracusa, que reinó del 270 al 216 a.C. La época en la que vivió
fue llamada “la edad de oro de las matemáticas griegas” (fue coetáneo de
Euclides de Megara y Apolonio de Pérgamo). A Arquímedes se le considera el
primer físico matemático de la Historia.
“Había más imaginación en la cabeza
de Arquímedes que en la de Homero”, escribió Voltaire. De él nos han llegado en
griego once de sus obras, y en árabe o latín otras 18.
Arquímedes es el padre de la ley de
la palanca (“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”) y, desde mi punto de
vista, del Talento.
Como todo el mundo sabe, el rey
Hierón (su “cliente”) quería saber si las coronas que le regalaban de verdad
eran de oro. Las matemáticas griegas de la época sobrevaloraban el método deductivo,
pero Arquímedes introdujo la inducción a través de la experiencia.
Un día, en unos baños públicos,
Arquímedes observó cómo se derramaba el agua de su bañera hacia el exterior. Su
reacción fue salir desnudo gritando ¡Eureka! (“¡Lo he encontrado!”) por las
calles de la ciudad (aunque la anécdota parece improbable, varios historiadores
la cuentan; el primero de ellos, Vitrubio en su obra “De architectura”). El
propio Vitrubio cuenta que, a partir del descubrimiento, Arquímedes tomó dos
masas idénticas a la corona, una de oro y otra de plata. Introdujo cada una de
ellas en una cantidad idéntica de agua, y comprobó cuánto desalojaba cada
corona. La corona había sido adulterada.
El principio de Arquímedes, como todo
el mundo sabe, se enuncia del siguiente modo: «Un cuerpo total o parcialmente
sumergido en un fluido en reposo, recibe un empuje de abajo hacia arriba igual
al peso del volumen del fluido que desaloja». El Empuje (E) es igual a la masa (m)
por la aceleración de la gravedad (g), que a su vez es igual a la densidad del
fluido (pf) por la masa por el volumen del fluido desplazado (V).
Talento proviene de “tálanton”, el
platillo de la balanza. En el mencionado libro se nos cuenta que el griego
Ctesibio de Alejandría (285-222 a.C.) construyó una clepsidra o reloj de agua
en los tiempos de Arquímedes.
El principio de Arquímedes, que se
recoge en su tratado “Sobre los cuerpos flotantes”, sirve de base a la
revolución científica del siglo XVIII (Alexandre Koybé). A la revolución del
Talento del siglo XXI, porque el Talento es “poner en valor lo que un@ sabe,
quiere y puede hacer”.
Arquímedes fue un gran matemático que
se aproximó al número “Pi” y estudió la espiral (Una espiral es una curva
generada a partir de un punto que se aleja progresivamente de un centro
mientras da vueltas alrededor de él; la espiral de Arquímedes es la línea
construida por un punto que se mueve a velocidad constante por una recta que
gira a velocidad angular constante sobre un punto de origen fijo). Su tratado
“Sobre las espirales” estudia la espiral de su nombre y las propiedades
relacionadas con ella. Y también analizó “la cuadratura de la parábola”.
También fue un ingeniero bélico que
planificó la defensa de Siracusa, y un constructor naval.
Mi gratitud a Arquímedes de Siracusa
por sus descubrimientos y a Eugenio Manuel Fernández Aguilar por compartir con
nosotr@s la vida y obra del sabio griego.
Gracias a ti por la reseña. Saludos
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