Capitanes: cómo un mal jefe se "carga" un buen equipo


Ayer fuimos a almorzar a El Callejón de Álvarez Gato por el barrio de Quintana, no lejos de casa de mis padres (gracias, Javi, por la recomendación). Platos exquisitos (risotto, croquetas, caramelos de langostinos, pescados y carnes, milhojas), un trato muy agradable y una relación calidad-precio excelsa. 9’2/10 en El tenedor, y creo que se queda corto. Después fuimos a ver una peli alabada por la crítica, ‘Call me by your name’ (Llámame por tu nombre), muy alabada por la crítica (“Un canto a la vida imprescindible”, 5 estrellas, Fotogramas). Me pareció un tistón: lenta, aburrida, insustancial, nada recomendable. Eduardo Noriega, que también estuvo en la sala (me permití felicitarle por el éxito de ‘Perfectos desconocidos’) también esperaba ver una “obra maestra”, pero no es así. Cuatro nominaciones a los Óscar, entre ellos la de Mejor Película. En fin, así son las cosas a veces.
He estado leyendo el libro ‘Capitanes. La fuerza oculta detrás de los mejores equipos de la historia’, del periodista deportivo Sam Walker (Wall Street Journal). Una investigación impresionante, de enorme valía para quienes nos apasiona el Liderazgo (gracias, Salva, por la valiosa sugerencia).
Hace diez años, el autor se planteó cuáles son los equipos de mayor éxito de todos los tiempos. Con una base de datos personal de 1.200 equipos de 37 deportes desde 1880, estableció qué cualifica a un equipo (un deporte de 5+ miembros, que interactúan con el oponente, trabajan juntos), qué marca la diferencia (grandes deportes, contra rivales de clase mundial, dominando 4 o más años) y qué caracteriza la excepcionalidad (sistema de puntuación Elo: historial sin parangón). El resultado son 16 equipos de fútbol (selección húngara 1950-1955, selección brasileña 1958-1962, FC Barcelona 2008-2013), selección femenina de EE UU 1996-1999), fútbol australiano (Collingwood Magples, 1927-1930), fútbol americano (Pittsburgh Steelers, 1974-1980), rugby (All Blacks 1986-1990 y 2011-2015), béisbol (New York Yankees 1949-1953), baloncesto (Boston Celtics 1956-1969, San Antonio Spurs 1997-2016), balonmano (selección francesa 2008-2015), hockey hielo (Canadiens de Montréal 1955-1960, URSS 1980-1984), hockey hierba (selección femenina de Australia 1993-2000) y voleibol (Cuba selección femenina, 1991-2000).
Sam Walker desmonta las cinco hipótesis sobre esta grandeza: el talento individual (contar con los más grandes: Jordan, Di Stefano, Cruyff, Gretzky) o general, el dinero (como ejemplo, los “galácticos” de Florentino, que no se convirtieron en dinastía), la directiva… ni siquiera los entrenadores (el llamado “efecto Vince Lombardi”, gran orador y motivador, pero valdría igual para Guardiola, Simeone o Moruinho): “en los grandes partidos no es el entrenador el que de veras soporta la carga, sino los jugadores” (Puskas). Según un estudio de 2009 para la NBA, los entrenadores no tenían un impacto significativo: pero sí deben elegir bien al capitán (en el mundo empresarial, diríamos que la ejecución es el 90% de la estrategia, Ram Charan).
La clave son los capitanes: líderes como Carles Puyol (FC Barcelona), Puskas (Hungría), Zico (Brasil), Carla (EE UU), Bill Russell (Celtics), Tim Duncan (Spurs), Yogi Berra (New York Yankees), Shelford y McCaw (All Blacks).
Cuáles son los siete rasgos de los capitanes de mayor talento:
1. Extrema tenacidad y capacidad de concentrarse en la competición.
2. Juego agresivo que pone al límite las normas.
3. Disposición a realizar un trabajo ingrato en la sombra.
4. Estilo de comunicación discreto, práctico y democrático.
5. Capacidad de motivar al resto del equipo con apasionadas exhibiciones no verbales.
6. Fuertes convicciones y coraje para diferenciarse.
7. Férreo control emocional.
Liderazgo, en definitiva, desde el ejemplo personal de Seguridad (concentración, convicciones), Serenidad (control emocional), Superación (agresividad, tenacidad), Servicio (discreto, en la sombra) y Sinergia (comunicación, motivación). El Liderazgo de los grandes capitanes es lo que marca la diferencia en los equipos (“no hay equipo sin líder ni líder sin equipo”).
Un libro excelente, una investigación rigurosa y unas conclusiones muy acertadas. En el caso de Carles Puyol, a quien he tenido el honor de conocer gracias a Jorge Carretero y sobre cuya labor analizamos en ‘Los mosqueteros de Guardiola’ y los libros sobre La Roja, nos consta que es así. Este lleidatá de Pobla de Segur, “one-club-man” (sólo jugó en el Barça), 100 veces internacional con La Roja, es uno de los mejores centrales de la historia. Interesante el documental ‘Puyol, más que un capitán’.
A sensu contrario, he leído en Psychology Today (una web que me encanta) un artículo del Dr. Donald Reggio publicado ayer sobre ‘Malos jefes que arruinan buenos equipos’: www.psychologytoday.com/blog/cutting-edge-leadership/201802/when-bad-leader-ruins-great-work-team Y lo hacen a través de tres mecanismos perversos: el favoritismo (frente a la meritocracia), la búsqueda constante de errores (frente al sano equilibrio de fortalezas y oportunidades de mejora) y la negación de su rol (desatendiendo su responsabilidad como líder: estrategia, equipo y energía). Da mucho que pensar. Los buenos líderes favorecen la cohesión a partir de una visión compartida, practican acertadamente el reconocimiento (positivo y constructivo), se integran de verdad en el equipo (porque son parte de él desde su rol). Su libro ‘La práctica del Liderazgo’ (2006) con Jay Conger es un clásico.

El tema musical de hoy es ‘She’s like the wind’ de Dirty Dancing: www.youtube.com/watch?v=yfg97-5uhFQ

Por cierto, mañana estrenamos web: juancarloscubeiro.com Si entras por aquí, por blogspot, te redirigirá allá. Después de una década, ya tocaba. Espero que te guste (la iremos mejorando en beta permanente).

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