He
estado leyendo el Premio Anagrama de Ensayo de este año, ‘El entusiasmo.
Precariedad y trabajo creativo en la era digital’, de Remedios Zafra. Cordobesa
de Zuheros, Remedios Zafra es profesora de la Universidad de Sevilla y
ensayista autora de una decena de libros, con importantes reconocimientos.
Su
tesis es que, en este mundo en red, la precariedad laboral se ha convertido en
norma (de ahí “el entusiasmo” con el que titula su nueva obra). Un entusiasmo
instrumentalizado por el sistema en un entorno de inestabilidad permanente.
Cambian la vulnerabilidad y la opresión. Una radiografía de becarios,
interinos, autónomos y agentes de la industria cultural. Un texto ambicioso,
una reflexión provocadora. “¿Cómo elegir al triste si está el entusiasta?”
(Laura Bey).
Divide
su obra la profesora Zafra en ocho capítulos:
I.
Pobreza y entusiasmo. Cuando el trabajo no vale dinero. “Puede que solo dos
estados de ánimo constante hagan que la vida valga la pena ser vivida. Yo diría
el noble goce de una pasión creadora o el desamparo de perderá. Me refiero a
esa pasión que punza y arrastra y que nos motiva a anteponer el deseo al
inmovilismo, el hacer frente al tener, una práctica creativa frente a un
trabajo alienante, esa sensación que perturba profundamente frente a lo que
resigna o reconforta”. El entusiasmo como “exaltación derivada de una pasión
intelectual y creadora” versus el “con vivir ya basta”. La autora analiza los
trabajos creativos y las formas de valor, en “contextos cometitivos que rompen
los lazos de solidaridad entre iguales”. “El riesgo es la pérdida de lo más
valioso, la libertad que convierte la creatividad humana en algo
transformador”. Y diferencia el entusiasmo íntimo (deseo de crear como algo interno)
del inducido (una seña de época). “Los criterios ya no vienen dados por la
cultura sino por el mercado”. Por eso se confunde la precariedad como “un acto
de solidaridad”.
II.
Solos y conectados: los vínculos con los otros. Obligación por competir,
angustia sobre el futuro, trabajos vocacionales convertidos en empleos. “El
lenguaje no es la vida, el lenguaje da órdenes a la vida; la vida no habla, la
vida escucha y espera” (Gilles Deleuze y Félix Guatari). El triunfo es en
directo y el fracaso también. La pobreza “no sólo ata una cuerda a la mochila
de algunas personas, sino que las carga con piedras de miedo que animan a
sucumbir a cada rato”. Se llega a “pagar por trabajar”.
III.
Objetivas como única forma “aceptable” de valorar. Es la cultura indexada y el
declive de la Academia. La infiltración del mercado en el saber. “Siempre que
es posible, la palabra y la gramática se sustituyen por el cuadro estadístico,
la curva o el grafico” (George Steiner).
El modelo mercantilista puede poner en riesgo la libertad de pensamiento.
“Dónde se publica” prima a “qué se publica”. El hombre fotocopiado como
grandísimo entusiasta; abandonó ética y principios por apariencia y dice de sus
amigos que son los mejores, “que es mera casualidad”. Los datos y la posverdad
huyen hacia delante. Ceguera ante el exceso de datos, pérdida de confianza en
los expertos. “Cuando la verdad no se experimenta y la vida viene mediada en
pantallas, se construye a base de confiar en un contexto, pero también a base
de reiterar una historia (sea verdad o mentira) y habitarla, hacerla
compartida, atravesar con ella el marco de fantasía”.
IV.
Solapar la realidad. La pantalla como realidad suficiente. Sueños y ficciones.
“Habituados a las pantallas, en algun momento de emisión de la realidad
comenzamos a acostumbrarnos al horror retransmitido”. La imaginación como parte
de la subjetividad política. El marco de fantasía que protagoniza la red.
“Aprendemos si salimos del marco, si leemos o si viajamos”. “Hoy el
conocimiento fluye y avanza, más fuerte cuantas menos cadenas se pongan a la
libertad de pensamiento”. “El poder siempre ha necesitado imágenes”.
V.
Espacios y cuerpos, eso adjunto. “Hiperproductivos, los entusiastas tienen
cuerpos que rebosan carne y datos”. “Es difícil dejar de soñar”. “Un hombre que
lee, o que piensa o que calcula, pertenece a la especie y no al sexo; en los
mejores momentos, escapa incluso a lo humano” (Marguerite Yourcenar, Memorias
de Adriano). “Las pantallas como vestido o piel no sólo nos visten, sino que
suman complejidad a la vida de ahora”.
VI.
Precariedad y deseo. La sensibilidad digitalizada. “Frente a las imágenes, oler
los cuerpos, tocar los cuerpos”. Entusiasmo e intimidad de lejos (el deseo
tiene formas diversas). Fantasear con el cuerpo inventado.
VII.
La cultura feminizada y el valor del empleo. “La profesión y la afición
trasgredida en las redes”. La vocación que punza y arrastra. “Nunca el poder
comienza en la guerra sino en las relaciones entre las personas”. La conciencia
quema y el hartazgo clama. La adicción y el entusiasmo artificial.
VIII.
Cultura y precariedad. “La precariedad es el enemigo declarado de a cultura”
(Nicolás Bourriaud). Sujetos desechables, futuros aplazados. Creaciones que
incomodan. Vínculos (im)prescindibles y disentimiento. Visión y ceguera
creativas.
Remedios
Zafra ha creado un personaje, Sibila, “entusiasta y trabajadora”. Está al borde
del abismo económico y de la dependencia familiar, pero agarrada a su
entusiasmo. “Sibila es el nombre, pero la vida pertenece a cientos de mujeres,
estudiantes, compañeros y desconocidos que transitan por este inicio de siglo
entre la pasión creativa, la confianza en que el futuro será mejor y la
precariedad que (casi) les neutraliza. Después del entusiasmo llega el
agotamiento y quizá la desorientación, pero me parece que para ellos (para
nosotros) la “conciencia”, la “solidaridad” y la “imaginación” pueden ser
grandes aliadas.
“En 2017 el mundo continuó
buscando su ajuste desde un orden internacional sin un centro de gravedad o liderazgo
claros. Y nos deja una percepción generalizada de desgaste de lo establecido:
la política, las élites, las democracias. Media docena de políticos fuertes,
alguno estridente, insurgente y rompedor, autoritarios otros, o sorprendentes,
por su juventud y audacia, Macron o el príncipe heredero saudí, o por su
desafío, Kim Jong-un, dibujan un año extraordinario en política internacional.
La irrupción de las mujeres valientes, que rompen el silencio con el
#yotambién, para llamar la atención contra el acoso sexual y la discriminación
en el trabajo, aportan dignidad a 2017. El año de la fatiga de lo existente.
La llegada contra pronóstico a la Casa Blanca de Trump, un plutócrata
disfrazado de populista en la ola de la rebelión contra las élites políticas,
conmocionó al mundo. El tsunami que ya había inundado Europa con el Brexit
cruzó el Atlántico con la fantasía del presidente de EE UU de construir el
mundo desconectándose de él. América primero. Un arranque furioso teñido de
nacionalismo y defensa cerrada de la declinante mayoría blanca anglosajona que
se siente amenazada por la demografía ascendente de los otros americanos.
Como
Sinatra, Trump pensaba que el mundo sería remodelable a su manera; que podría
confrontar a China con amenazas y torsión comercial; doblegar a Rusia, y
menospreciar a sus aliados tradicionales. Gran fiasco. Ha acabado dando marcha
atrás y halagando al emperador de Pekín y al zar del Kremlin como ejemplos a
seguir. Putin, además, tiene enredado a Trump en la telaraña de una supuesta
colusión de la Casa Blanca con Rusia para interferir en la elección
presidencial de 2016.
Trump ha hecho poco y, desoyendo el mandato de Hipócrates, ha hecho daño.
Como si fuera un leninista, ha atendido la llamada ideológica a demoler el
Estado, acabar con su poder regulador, y desmantelar los residuos que restan
del welfare. Emprende una contrarrevolución legislativa y
administrativa. Trump no tiene las luces necesarias para construir una nueva
arquitectura internacional. El vacío que produce el presidente republicano
tiende a ser llenado por China. Pero carece de una estrategia para contenerla.
Se limita a repetir, como un niño, que Estados Unidos vuelve, regresa fuerte.
Xi Jinping ha consolidado un inmenso poder y compra influencia en todos los
continentes.
Putin, buen ejemplo de un poder autoritario eficiente,
se prepara para ser reelegido en marzo presidente de Rusia, sin una oposición
que pueda hacer sombra a su control absoluto del Estado y la sociedad. Ha
devuelto el orgullo nacional a los rusos. De nuevo, la falta de estrategia de
EE UU hacia Rusia deja a la intemperie a Europa. Una cosa es segura, lo amemos
u odiemos, Trump ha atraído nuestra atención. A punto de cumplirse el primer
año de su presidencia, “el show de Trump no amaina, suscita división de
opiniones, pero nadie puede mirar para otro lado”. Así justifica la revista Time
el haberle designado segundo personaje del año 2017”.
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