Anoche estuvimos viendo la ceremonia de
entrega de los premios Princesa de Asturias, presidida por S. M. el Rey Felipe
VI. Una fiesta del Talento, una sinérgica combinación de excelencia humana y
cosmopolitismo en la globalización, que este 2017 se han concedido a:
- Adam Zagajewsky (letras). Poeta y ensayista
que nació en la actual Ucrania, se formó en Cracovia y posteriormente en París
y Estados Unidos. Ha denunciado como pocos el totalitarismo, desde “la difícil
sencillez” y los juegos de palabras.
- la selección nacional de rugby de Nueva
Zelanda (los “All Blacks”, en deportes). Con más de 77% de victorias a lo largo
de su historia, son ejemplo emblemático de los valores del deporte y del
trabajo en equipo. Hace pocas semanas comentaba el libro ‘Legacy’ sobre lo que
nos han enseñado los All Blacks.
- la Hispanic Society (cooperación
internacional). Con sede en Nueva York, fundada en 1904 por el gran Archer
Milton Huntington, ha sido el semillero del talento de miles de hispanistas con
su colección de arte, cartografía y joyas bibliográficas. Amor a la Hispanidad
a través de la cultura.
- Grupo LIGO: Kip Thorne, Rainer Weiss y
Barry Barish (investigación científica y técnica). Observatorio de Interferometría
Láser de Ondas Gravitacionales. Un ecosistema de más de 1.000 científicos para
detectar las ondulaciones espacio-tiempo que Albert Einstein predijo en su
Teoría de la Relatividad. Sus descubrimientos merecieron el elogio de Nature
(2016) como el hallazgo más importante del año.
- William Kentridge (artes), dibujante
sudafricano (Johannesburgo, 1955) cuyo padre fue abogado defensor de Nelson
Mandela. Ha mezclado el dibujo con el cine, el videoarte o la performance, para
plasmar la realidad de la preciosa nación “arcoíris”.
- Les Luthiers (comunicación), argentinos sin
fronteras, después de una carrera profesional de medio siglo. El humor desde la
ironía, la parodia, el relato y la música. Uno de los grupos más queridos por
todos nosotros. Si no has visto ‘el sendero de Warren Sánchez’, no te lo
pierdas. www.youtube.com/watch?v=vjh3uMYvzQQ
- Karen Armstrong (ciencias sociales). Esta
investigadora británica (Wildmoor, 1944) fue monja y se pasó al estudio de las
religiones comparadas. Su libro ‘Buda. Una biografía’ es muy recomendable. La
compasión, el amor, como nexo común de las grandes religiones, más allá de
rituales y morales específicas.
- la Unión Europea (concordia). Desde los
tratados de París de 1951, este conjunto de naciones (28, actualmente) han
hecho posible el mayor periodo de paz y democracia del continente a lo largo de
la historia. Promovida por Robert Schumann y Jean Monnet, hoy vive una crisis
de identidad que amenaza su futuro. Estuvieron los máximos dirigentes del
Consejo (Donald Tusk), de la Comisión (Jean Claude Juncker) y del Parlamento
Europeo (Antonio Tajani). Este último, en un magnífico castellano, demostró su
amor a Asturias y a España, poniendo como caso la defensa de empleos de Tenneco
en Gijón.
Ocho galardones enormemente merecidos.
Nuestro Rey Don Felipe se dirigió a los
asistentes y especialmente a los premiados y les agradeció que “con su genio y
su compromiso nos ayudan a acercarnos a algunos de los aspectos más positivos
de la vida, de nuestra existencia, de nuestro mundo”. Porque “es en los
momentos peores, en los más difíciles, cuando frecuentemente y de manera más
nítida evocamos todo lo positivo, lo bueno; todo lo que, siendo intrínseca y
profundamente humano, nos hace mejores y nos llama a ser más justos, más honrados
y a tener más confianza”. Optimismo inteligente, libertad creadora, en “el
arte, la literatura, la ciencia, la cultura, el pensamiento, la solidaridad y
la concordia”. Estos premios “dan testimonio de la importancia del esfuerzo, de
perseverar en el buen camino para culminar las obras valiosas, las que más
duran y merecen la pena” y puso como ejemplo a esas “personas cuya tarea
siempre busca los mejores frutos, los de las virtudes más elevadas y los mayores
talentos de los seres humanos”.
Trabajo en equipo. “Quiero resaltar –dijo–
que en varias categorías, esa gran obra se caracteriza por cualidades como la
colaboración sincera, el esfuerzo conjunto, por el trabajo en equipo, y por la
unidad de propósitos, que siempre contribuyen a que se logren los resultados
más altos y exitosos”. Y añadió Felipe VI: “Nuestros premiados saben bien qué
significa trabajar en equipo, sumando fuerzas y talento, buscando el éxito
común, compartiendo conocimiento, entusiasmo y esfuerzo”.
Me gusta mucho la palabra “concordia”. La
asocio inevitablemente a Adolfo Suárez y la transición española (en la glorieta
que lleva su nombre, junto al campus Miguel de Unamuno de la Universidad de
Salamanca, puede leerse: “la concordia fue posible”). Proviene de “cor, cordis”
en latín (corazzón), del sufijo “-ia” (cualidad) y del prefijo “con” (junto a,
globalmente) y como sabes significa “acuerdo, convenio, relación pacífica”. Armonía,
reciprocidad, unión. Un acto voluntario y consciente de talento colectivo.
La búsqueda de la concordia es parte de la
inteligencia social. Hace 25 años, el sociólogo Robert Putnam comprobó cómo y
por qué la democracia funciona mejor en unos contextos que en otros, a partir
del análisis de una veintena de gobiernos regionales italianos desde los años
70. La clave es el llamado “capital social”, que se compone de ética (valores
compartidos), prioridades claras (y bien estructuradas), un buen sistema de
resolución de conflictos, instituciones decentes, confianza mutua,
participación cívica y lo que el maestro José Antonio Marina denomina
“metapolítica” (reflexionar inteligentemente sobre los propios procesos
sociales). Te animo a leer, en El Confidencial, el artículo de JAM sobre
Inteligencia Social publicado esta semana: www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2017-10-17/inteligencia-social_1461830/
Comentaba ayer en la sesión de Coaching de
Equipo el modelo de negociación de Roger Fisher y William Ury (“Getting to
yes”, Obtenga el Sí) que parte de diferenciar intereses y posiciones. Como
ejemplo clásico, los acuerdos de Camp David (17 de septiembre de 1978) firmados
por el presidente de EE UU, Jimmy Carter, el de Egipto, Anwar el Saddat, y el
primer ministro israelí, Menachem Begin. Tras 12 días de negociaciones
secretas, llegaron a un acuerdo histórico. En principio, las posiciones eran
antagónicas: la península del Sinaí egipcia o israelí. Sin embargo, los
negociadores de ambas partes habían estudiado en Harvard con Fisher y Ury. ¿Los
intereses (los “para qués”)? Egipto quería el desierto del Sinaí porque, desde
la época de los faraones, había formado parte del país; Israel no deseaba los
misiles árabes tan cerca de Jerusalén. Sadat había viajado por sorpresa a
Israel en noviembre de 1977 para mejorar la maltrecha economía de su país
(inversiones norteamericanas). Los acuerdos fueron que Israel abandonaría el
Sinaí, devolviendo la plena soberanía a Egipto… que no podría mantener apenas tropas
allí. Beneficio mutuo para ambas partes. El Tratado puso fin a largos años de
hostilidades.
Necesitamos concordia en los países, las
ciudades, las empresas, nuestras relaciones. “Lo contrario del amor no es el odio,
es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la
indiferencia. Lo contrario de la fe no es la herejía, es la indiferencia. Y lo
contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la
muerte” (Elie Wiesel, escritor húngaro superviviente de los campos de
concentración, premio Nobel de la Paz 1986).
Mi recuerdo a Federico Luppi, fallecido ayer.
Concha de plata del Festival de San Sebastián (1997), le recordaremos por ‘Un
lugar en el mundo’, ‘Martin Hache’, ‘Cronos’, ‘Lugares comunes’… Emigró a España
en 2001 por el corralito, se hico muy popular como excelente actor.
“Enseñar no quiere decir mostrar”. Federico
Luppi en ‘Lugares comunes’: www.youtube.com/watch?v=oKBGfpHCbYc
“Pónganse como metas enseñarles a pensar”. “Despierten en sus alumnos el dolor
de la lucidez. Sin límites, sin piedad”. Y la escena con la bibliotecaria Tutti
Tudela: www.youtube.com/watch?v=tTsRMX-50YA
“Experiencia no implica conocimiento. Yo no sé nada de mujeres. Las pocas
mujeres que conocí en mi vida las admiré, intenté descifrarlas. Nunca dejaron
de ser un misterio. Nunca dejaron de sorprenderme. Creo que lo único importante
es disfrutar de su presencia. No me di cuenta enseguida, pero un tiempito
después aprendí a escucharlas, a valorar los silencios, las miradas… esos
momentos en los que parece que no pasa nada y pasa un mundo. Aprendí a respetar
su intuición, su inteligencia, y aprendí a amarlas”.
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