Ayer
estuve viendo (brevemente) un debate estival en la tele sobre la
“turismofobia”. Más allá del sesgo ideológico, excesivo, me hizo pensar en la
diferencia entre lo cuantitativo y lo cualitativo. El debate debería ser sobre
el nuestro modelo de turismo, sobre la propuesta de valor, sobre la excelencia
(superar las expectativas del cliente). Estos días, desgraciadamente, por cada
experiencia de servicio encantadora, hemos sufrido cuatro de establecimientos
con camareros poco preparados, nada serviciales, muy poco gratos. Gente
alienada, no formada, desencantada, aburrida… que contagia esas emociones a los
clientes.
Sí, estamos
en máximos (se esperan 80 M de turistas este año, 180.000 pasajeros en el
aeropuerto de Palma de Mallorca el pasado sábado); sin embargo, con baja
calidad directiva, con escaso valor añadido, con mínima aportación de valor,
nuestro turismo (que supone unos 125.000 M €, el 12% del PIB español, y es el
sector que más crece en empleo) tiene un futuro difícil, por los rendimientos
decrecientes de cualquier economía. Deberíamos tener un Plan Estratégico del
Turismo (dentro del Plan Estratégico Nacional), con su canvas (tapiz
estratégico), su cuadro de mando integral, su cadena de valor, su parrilla ERAC
(qué eliminar, qué reducir, qué aumentar y qué crear) para reinventar el sector
en nuestro país.
Lo mismo
ocurre sobre el futuro del empleo. He estado leyendo un post de Andres Macario,
DG de Valcoba, titulado ‘Personas y robots: la simbiosis que aumenta los
negocios’ (www.contunegocio.es/tecnologia/infografia-personas-y-maquinas-simbiosis-aumenta-negocio/).
Se refiere a un estudio de Accenture Strategy, el 84% de los directivos piensa
que las máquinas les harán más capaces en sus trabajos; confiarán en las
máquinas inteligentes el 46% de los altos ejecutivos, el 24% de los mandos
intermedios y el 14% de los de primer nivel (brecha de confianza); para
aumentar la confianza, un 60% de l@s directiv@s piden “entender cómo funciona
el sistema”; lo que se necesitan son habilidades digitales (42%), pensamiento
creativo (33%), análisis de datos (31%) y desarrollo de estrategias (30%); lo
que subestiman son las habilidades sociales (21%), desarrollo de personas (21%)
y la colaboración (20%). En la misma línea, el estudio de Deloitte de este año
indica que sólo el 20% de los encuestados considera que la inteligencia
artificial traerá pérdida de empleo. Andrés Macario concluye: “No estamos en la
era digital. Estamos en la era del talento”. Gracias, Andrés, por tan sabia
reflexión.
Como me
habrás leído/escuchado en alguna ocasión, esta nueva era, el Talentismo, nos
anima a replantear las cosas desde el principio. No es lo mismo trabajo que
empleo. “Trabajo” proviene del latín “tripalium” (tres palos), una herramienta
parecida a un cepo con tres palos con tres puntas o pies que servían para
sujetar caballos o bueyes y así poder herrarlos; también se utilizó como
instrumento de tortura para esclavos o reos. “Tripaliare” era “torturar”,
“atormentar”, “causar dolor”. La sociología define el trabajo como “ejecución
de tareas que suponen un esfuerzo físico o mental que tienen como objetivo la
producción de bienes y servicios para atender las necesidades humanas”. El
término es del siglo XII y desde entonces han “trabajado” siervos y esclavos,
obreros y proletarios, porque, como decían los pensadores griegos “sólo el ocio
creativo era digno del hombre libre”.
Aunque lo
hayamos utilizado como sinónimos (en inglés, work es “trabajo, esfuerzo,
empleo”), el empleo es otra cosa. Proviene de “implicare” a través del francés
“employer”. De ahí “emploi”, que devino en “empleo” en castellano en el siglo
XVI.
Creo que
quien mejor ha captado la bifurcación propia del talentismo entre trabajo y
empleo ha sido Seth Godin en ‘¿Eres imprescindible?’ (2010) y su famosa
ecuación:
Conformidad
+ Docilidad + Obediencia = Rendición
Dignidad +
Humanidad + Generosidad = Imprescindibilidad
Los
“artesanos”, alienados, con un trabajo monótono, serán robotizados. Si no se
reinventan, formarán parte del desempleo permanente y recibirán una renta
básica. Los “artistas” emplean su talento y marcan la diferencia. Tanto en el
mencionado libro como en ‘El arte de cautivar’ (2013), ‘El engaño de Ícaro’
(2014), ‘¡Hazlo!’ y ‘Todos somos un poco raros’ (2016), Godin nos propone
convertirnos en artistas, en personas que desarrollan su talento, que generan
en lo que hacen “obras de arte” (un don personal que transforma emocionalmente
al receptor, según la definición de Zygmunt Bauman).
En la
misma línea, la motivación intrínseca de Daniel Pink (propósito, autonomía,
maestría), la fluidez de Csikzentimalhyi (elevar las capacidades a través del
compromiso para alcanzar los retos), la “learnability” (aprendibilidad) de Mara
Swan…
La
tecnología (inteligencia artificial, internet de las cosas, impresión 3D, la
nube, etc) es un trampolín del talento y un sustitutivo del trabajo.
¿Qué
podemos hacer? En términos del futuro del empleo, 3 claves:
- A nivel
individual, la Empleabilidad (como sabes, concepto creado por Sumantra
Ghoshal). Definirla, clarificarla, actualizarla… Analizar, medir y desarrollar
nuestra empleabilidad es esencial para nuestro bienestar y felicidad.
- A nivel
de equipo, optimizar la Aprendibilidad. Es cuestión de curiosidad, de
actualización de conocimientos, de vocación y disfrute. Compartir un proyecto
con talentos complementarios y mejorar el mundo.
- A nivel
de organización, fomentar la inclusión (de género, intergeneracional y de otras
diversidades). Sólo las empresas incluyentes serán capaces de adaptarse al
entorno a la velocidad necesaria (Ley de Revans).
He estado
viendo ‘Proyecto Lázaro’ (2016) de Mateo Gil. Una película sobre Marc, un joven
que padece cáncer, es crionizado y “resucita” en 2084, 69 años después. Su
amor, Naomi, le ha estado acompañando de una forma que él no esperaba. Una
cinta filosófica sobre “un futuro en el que no hay tanto énfasis en el amor”
aunque la gente necesite ser feliz. “Lo mejor siempre estaba por llegar”. Mateo
Gil fue coguionista con Amenábar en ‘Abre los ojos’ (2007) y ‘Mar adentro’
(2004). Costó 7 M €, se estrenó con 106 copias (enero de 2017) y no entró en el
Top Ten de la taquilla. Nada que ver con la taquilera ‘Villaviciosa de al
lado’, que superó los 10 M de recaudación y el millón y medio de espectadores.
Así son las cosas comerciales.
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