Durante
estas vacaciones he decidido leer, además de los habituales textos de ensayo
(dirección empresarial, filosofía y humanidades, historia y ciencia) relatos de
ficción. Así que este domingo de descanso y comida oriental, he comenzado por
‘A menos de cinco centímetros’, de Marta Robles.
He hablado
en otras ocasiones en el blog de esta escritora y periodista de 54 años a la
que admiro mucho, con la que tuve el honor de compartir auditorio hace más de
una década, con ocasión de un curso de verano de Eurofórum Escorial y de quien ensalcé
(el pasado 6 de octubre, aquí en ‘Hablemos de Talento’) su obra ‘Haz lo que
temas’, en la que se atrevía a confesar su inseguridad (más allá de su
seguridad aparente, impostada). Para Marta, “la inseguridad es miedo. Miedo a
no estar a la altura de las circunstancias y de los otros”. Por ello, nos
propone, citando a Ralph Waldo Emerson:
“Haz siempre lo que temas hacer”.
‘A menos
de cinco centímetros’, elogiada por Rosa Montero como “una historia apasionada,
una intriga tórrida que se lee con fruición de voyeur y que nos habla del amor y del dolor, del lujo y de su
trastienda más tenebrosa”, es la primera incursión de Marta Robles en la novela
negra. Y lo hace “por la puerta grande”, con relato imprescindible, que se
degusta y da qué pensar.
Se trata
de la historia de un detective desencantado, Tony Roures, que ha sido
corresponsal de guerra (entre otros conflictos bélicos, en Sierra Leona) y
acaba convertido en especialista en infidelidades, y una femme fatale, Misia Rodríguez de Rothman, exquisita esposa (ávida
lectora, de gustos refinados en la moda) de un magnate de los medios de
comunicación, que cae fascinada por Artigas, escritor de gran éxito, atractivo,
cosmopolita, mujeriego y por supuesto cínico. A Roures, que ha perdido la
enésima batalla del corazón y se traslada a una buhardilla de Malasaña, acude
la joven Katia Kohen, porque sospecha que Artigas no sólo mató a su madre, de
quien fue amante, sino a otras tres mujeres casadas (y bien casadas) que fueron
infieles con él.
¿Qué es lo
que más me ha gustado de ‘A menos de cinco centímetros’? La historia, con
distintos giros sorprendentes y una serie de personajes, varones y mujeres, muy
sugerentes. La honestidad y transparencia de tratar una cierta infidelidad
femenina (la esposa que apuesta decididamente por la estabilidad, aunque tenga
el corazón lejos del hogar) de primera o segunda mano, a través de amigas… Y
por supuesto el ritmo y la calidad de la narración. Entre mis frases favoritas de
la misma: “(Antonio Artigas) parecía un hombre muy atractivo y viril. De esos
que destilan testosterona. Justo estaba pensando en él, cuando apareció sobre
el escenario en compañía de sus colegas. Mientras los aplaudían, Misia no pudo
evitar examinarlos de arriba abajo. Artigas, sencillamente, eclipsaba a sus
compañeros”, “Misia se mordió el labio inferior como solía hacer siempre que se
ponía nerviosa. No sabía en qué momento había sucedido, pero notaba que el
espacio se había reducido entre ellos (…) Pero además, con aquel, se sentía
vulnerable. Le provocaba unas sensaciones que no recordaba haber sentido antes.
No era solo su evidente atractivo, sino más bien que le generaba una inquietud
extraña que no acertaba a explicarse”, “sabía por todas sus vidas vividas que el
tamaño de los errores y vilezas escondidas no tenía tanto que ver con las
calidades humanas, como con las situaciones personales. Ponerse a prueba y
descubrirse miserias solía ser todo uno”, “nada impacta más a una mujer que la
decisión”, “Somos distintos. Hombres y mujeres. Y parte de nuestra relación es
una especie de guerra”, “Interesante mujer de bellísimos ojos tristes”,
“imposible no seguirte sabiendo que caminas”, “La reina Ginebra, Madame de
Tourvel, Madame Bovary, la Regenta, Anna Karenina, Luisa de Renal… No parecían
tan tiernas en sus épocas y en sus tórridas historias, pero lo eran. Por eso no
tuvieron tiempo para evaluar la posibilidad de ser infieles o no. Simplemente,
no pudieron evitarlo”, “Qué hubiera sido de nosotros en la guerra sin nosotros…
Que hubiera sido de mí sin ti”, “Todo estaba bien. Ella tampoco quería
abandonar a su marido. No lo habría hecho de ninguna manera. Jamás. Por
demasiados motivos. Entonces, ¿dónde estaba el problema?, ¿dónde la deslealtad?
¿El sexo era la deslealtad? ¿Y no era mayor la deslealtad de permanecer al lado
de un amor que nunca lo fue?”, “(En la vida real) el amor no es más que un
estorbo. Una debilidad que nos hace vulnerables”.
El truco
de calidad de Marta Robles nos lo revela la escritora en los agradecimientos
finales. Se trata del tándem, que algunos consideramos “la unidad mínima de
Liderazgo”. Marta agradece a Arturo Pérez-Reverte la inspiración, su
generosidad al aportar documentación y la minuciosidad en la revisión “del
primer renglón hasta el último”. Al corresponsal de guerra Jon Sistiaga por
darle la clave en algunos acontecimientos fundamentales de la trama y
enseñarnos que “lo peor de una guerra es fallarles a las personas que quieres”.
A Alfonso Rojo, por su humor y cortesía. A Manuel Loureiro por ayudarla a
diseñar el personaje del escritor Armando Artigas. A Daniel Martín Mayorga por
echar una mano creando la biblioteca de Misia (fascinante), a Emmanuel Monreal
por descubrir a la autora el perfume ‘Misia’ de Chanel, de violetas (“Ese olor…
¿son violetas? Nunca había conocido a nadie que llevara el perfume a juego con
el color de los ojos”). A Ramón Pernas por ayudarla a saltar al vacío, a Fernando
Marías por resolverle dudas literarias. A Kareen Hatchwell por enseñarle el
mundo de los judíos, a su amiga Carmen Orellana, a Pepe y a Chema… “Last, but
not least”, a Luis Martín de Bustamante,
“por su elegancia, su silencio, su olfato, su paciencia, su amor” (como
probablemente sepas, Luis es el segundo marido de Marta, tras Ramón Langa, y
padre de sus hijos Miguel, de 13 años, y Luis, de 10). Mi gratitud a Marta
Robles y este equipo tan especial de 12+1 amigos y pareja sin quienes la novela
no habría sido igual.
Por lo que
ha comentado en alguna entrevista, Marta Robles tiene poco de Misia y mucho de
Roures (“Robles” en catalán). Dos mundos: el del lujo (inalcanzable para
muchos) y el sórdido de los fanatismos. En palabras de Marta: “Lo máximo para
mí es la bondad. La inteligencia o la belleza van después, y creo que las
personas inteligentes tienen la obligación de ser buenas”.
De entre
las canciones que aparecen en ‘A menos de cinco centímetros’, propongo tres: Love
Scene, de Jerry García, que aparece en la banda sonora de Zabriske Point: www.youtube.com/watch?v=P6_8h64pxTU
“Memory is the way of holding onto the things you love, the things you are, the
things you never want to lose”. ‘Across the universe’ de los Beatles: www.youtube.com/watch?v=kKP82AZ9zmE
“Nothing is gonna change my world”. Y “Zou Bisou Bisou” de Jessica Pare (Mad
Men): www.youtube.com/watch?v=3uYyMocufE4 “Mon dieu qu’ils son doux”.
Etiquetas: Infidelidad, Marta Robles, Novela, Talento