El Capital Educativo y la Sociedad del Aprendizaje


Tras Santa Cristina y Santiago, hoy era el santo de las Anas y los Joaquines. Mi felicitación a tod@s vosotr@s. Jornada de reuniones internas con vistas a la próxima temporada. Tiempo de transición prevacacional, de planificación con vistas a después del verano.

He estado leyendo el artículo de José Antonio Marina en El Confidencial sobre ‘El Capital Educativo’: http://www.elconfidencial.com/autores/jose-antonio-marina-716/ El maestro nos inspira una vez más y nos anima a reflexionar sobre lo que nos pasa y lo que necesitamos.
JAM reivindica el término “capital”, que considera (con razón) absorbido por la economía, sea Marx o Piketty. “No todo emprendedor es empresario”. Empresa es un término tardío (de 1611 en castellano) que en su origen significaba aventura, acción que implicaba riesgo. Para Ana María Castillo y un servidor, por ejemplo, un empresario es un emprendedor que ha conseguido que su “aventura” dure al menos tres años (‘Nuevo Management para dummies’). Como sabes (datos de Start Up Spain), el 90% se queda en la cuneta al primer año: se sienten “presos” de un proyecto, pero no culminan la aventura deseada.
Pero volvamos a “Capital” (del latín “caput”, cabeza). Para Marina, es “conjunto de recursos acumulados que amplían las posibilidades de acción o de producción de un individuo o de una colectividad”. Y entonces “Recurso” es “aquello a lo que puedo acudir para resolver un problema o realizar un proyecto, y           que por eso considero un bien”. Me gustan ambas definiciones. En los talleres de Desarrollo del Liderazgo, much@s ejecutiv@s quieren “llevarse” herramientas (metáfora fabril) y un servidor prefiere que se lleven “recursos” (términos hurtado de la dirección teatral). Sí, recursos  ¡Vaya, llevamos tiempo diciendo que los humanos “no somos recursos”, y ahora resulta que las personas más valiosas son generosamente un gran recurso para las demás! Da para todo un debate.
Por ello, volviendo a José Antonio Marina, se habla de “Capital Humano”, de “Capital Intelectual”, de “Capital Simbólico” (Bourdieu), de “Capital institucional” (Douglas North), incluso de “Capital espiritual” (se atreve el autor). Mediante la acumulación (no necesariamente aritmética) de recursos, el capital aumenta sus posibilidades de acción. Las instituciones son recursos. Las competencias son recursos psicológicos (y de ahí el interés de la Psicología Positiva en estos casi 20 años por reforzarlas).
Si “Capital” no ha triunfado, ¿por qué el ingenioso Marina no nos propone otra? Porque confiesa que no la ha encontrado. Disciplina proviene de “discere”, aprender. Autoridad, de la “auctoritas”, aumentar la función tutelar. Y no se anima a inventarse otra nueva.
Un sociedad, sostiene Marina, crea un capital cultural (progreso social) más o menos alto, y lo reparte mediante la educación. Para JAM (y, modestamente, para un servidor desde el talento) hay culturas triunfantes y culturas fracasadas (como hay organizaciones triunfantes, que liberan y elevan el talento, y fracasadas, que lo desprecian y deprecian). Las nazis o las soviéticas son buen ejemplo de este desastre.
En el feudalismo, que duró 1.000 años, seguramente los padres (los que podían) deberían preocuparse de dejar “tierras” a sus sucesores. En el capitalismo, que ha durado 500 años, los progenitores han tratado de dejar “capital económico” a sus hijos, en forma de pisos o de dinero. En el talentismo, que nos durará unos 250 años (hasta el 2267, más o menos, si el planeta aguanta), los padres debemos dejar “capital educativo” a nuestros vástagos, empezando por su “aprendibilidad” (learnability). ¿Y eso cómo? Entre otras cosas, formando parte de la tribu de la Universidad de Padres. Un gran proyecto por el que siempre te estaremos agadecid@s, José Antonio.
Y si te quedan ganas de más, te recomiendo ‘Un país de aprendices’, el artículo que Marina publicó la semana pasada, el Día Internacional de Liderazgo, también en El Confidencial: www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2017-07-18/pais-aprendices-jose-antonio-marina_1416768/ Carol Dweck (mentalidad de crecimiento), David Yeager (país de "learners"), Joseph Stigliz (sociedad de aprendizaje). Frente a la “mentalidad de opositor”, la voluntad de aprender. Aprendibilidad basada en la curiosidad, en la comprobación de avances, en el sentimiento de autoeficacia (Bandura). España ya perdió el tren de la ilustración y de la industrialización; no puede perder este del aprendizaje. Y seguro que no lo vamos a perder. “Para colaborar al advenimiento de la sociedad del aprendizaje, nuestros políticos también tienen que adquirir una pasión por aprender”. En este cambio de época, ganarán aquellos que sepan aprender más y más rápido, por pura selección natural.   

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