Me he
propuesto descansar este fin de semana (también es el consejo de mi coach
deportiva, Irma Valderrábano) tras cinco días muy intenso. Una hora de
entrenamiento esta mañana (de 1 a 2 pm), comida en casa, series de televisión y
lecturas varias.
En el
AVE hacia Madrid he estado leyendo un libro muy interesante, ‘House of cards y
la filosofía. La República de Underwood’, de William Irwin y J. Edward Hackett.
De hecho, es un texto de más de 300 páginas escrito por 30 autores, expertos en
filosofía y profundos conocedores de la popular serie de Netflix creada por
Beau Willimon en 2013 (a partir del relato del británico Michael Dobbs),
protagonizada por Kevin Spacey (como Frank Underwood, que comienza como jefe de
la mayoría republicana y pasa a ser VP y Presidente) y Robin Wright (su esposa
Claire). 33 nominaciones a los Emmy y 8 a los Globos de Oro. Este 2017 se
estrenará la quinta temporada. Para quienes nos interesa el tema del poder (el
Liderazgo, la tiranía), ‘House of Cards’ es imprescindible, como ‘Scandal’, ‘El
lado oeste de la Casa Blanca’, ‘The Newsroom’, ‘Blacklist’ o ‘The good wife’.
‘House
of Cards y la Filosofía’ consta de ocho bloques:
I.
Sócrates, Platón y Frank. La serie muestra una visión cínica de la política. En
‘La República’ de Platón, Sócrates defiende un ideal de justicia; sin embargo,
para el sofista Trasímaco justicia es “lo que conviene al más fuerte”. Así
actúa Frank, utilizando a las personas. Una especie de tirano, brillante e
impune. Ser frente a parecer: decir una cosa y hacer otra.
II.
Los ideales estadounidenses en House of Cards. Frente a la sociedad ideal (John
Rawls), la serie da un baño de realidad (mentiras, engaños, lobbies). El sueño
americano (concepto de James Truslow Adams, ‘La épica estadounidense’, 1931) convertido
en pesadilla por el resentimiento (especialmente, de Claire). La pregunta es
“¿Qué dejaremos al morir?”.
III.
¿Superhombre o Príncipe? Frank Underwood parece responder al “superhombre” de
Nietzsche (un juego de poder posmoderno): “El poder es como las propiedades.
Importa la localización. Cuanto más cerca estés de la fuente, más valdrá tu
propiedad”, “Hay otros que son semejantes a relojes a los que se les ha dado
cuerda; producen su tic-tac y quieren que a ese tic-tac se le llame virtud”,
“¿Saben lo que me gusta mucho de la gente? Se apilan muy bien”, “Voy a hacer
que esa hipocresía duela”, “Tiene poder. Tiene mucho que perder. Y ahora mismo
está ganando”, “¿Cuándo me ha ayudado tu ayuda?”, “El camino hacia el poder
esta cimentado a base de hipocresía y de víctimas. Nunca hay que arrepentirse”,
“Ganaré y dejaré un legado”. Según Nietzsche, Frank es amo (no siervo, pero
tampoco superhombre, que no necesitaría
resentimiento ni vanganza). Estamos ante un “Maquiavelo americano”, (casi)
traicionero (“y eso es política”, proclama). Hace lo necesario, aunque no sea
agradable; en su afán de poder, se ensucia las manos.
IV.
Liberalismo clásico y democracia. En términos de Hobbes (‘Leviatán’), Underwood
es un insensato que disfruta de las ventajas del contrato social traicionando a
los que le rodean. Piensa (como Platón y como Hobbes) que la democracia está
sobrevalorada y acaba en manos de tiranos. Marx pensaría que es el Capital y no
Underwood quien está al frente de la Casa Blanca. “El miedo a un ejecutivo
fuera de control es exagerado”, dice un personaje de la serie, la fiscal
Heather Dunbar. Tal vez no.
V.
Relaciones intrapersonales. El matrimonio Underwood mantienen conversaciones
abiertas sobre el adulterio y se protege mutuamente (aportan una
reconsideración del compromiso). En la serie vemos amistades rotas (por
interés) entre “personas corporativas”: “El hombre nace libre pero en todas
partes está encadenado” (Rousseau).
VI.
Realidades existenciales: vanidad y libertad. La “no-ética” de Frank y su
autoerotismo. “Deja la ideología para los generales de pacotilla”. Él no desea
dinero sino poder (pragmatismo cruel). Su falta de escrúpulos (y cómo se lo
comenta en los “apartes” a los espectadores) le dota de una extraña
atractividad.
VII.
Agencia, estética e intención. La fascinación por el villano es producto de la
falta de “resistencia imaginativa” (resistirse a él es inútil). Sus intenciones
(“estados mentales que poseen un papel funcional característico”, según el
filósofo Michael Bratman) son claras: “La naturaleza de los planes es que no
permanecen inmunes a las circunstancias cambiantes”, “Las decisiones basadas en
emociones no son decisiones, al fin y al cabo” (pragmatismo racional), “Dar un
paso atrás y observar la visión de conjunto”, “A veces pienso que ser
presidente es la ilusión de que se tiene capacidad de elección”. El de Frank es
un “viaje mágico”, acompañado por Claire (de ella dice: “Amo a esa mujer. La
amo más de lo que los tiburones aman la sangre”).
VIII.
Virtud y personajes en House of Cards. La amistad (como clasificó Aristóteles,
por placer, utilidad o bondad): “No dejaré a uno de los míos sangrando en el
campo de batalla”, “Los amigos pueden transformarse en los mayores enemigos”,
“La vida es dulce cuando la compartes con tus amigos”. ¿Quién es peor, Claire o
Frank? Mucho peores juntos que cualquiera de los dos por separado.
Un
libro magnífico, que da mucho que pensar. Tras la elección de Trump, muchas
personas piensan que la realidad imita a la ficción (televisiva). ¿Estamos ante
un castillo de naipes, ante la destrucción de un modelo social?
En
Netflix, he estado viendo esta tarde sendos primeros episodios de dos series
documentales muy potentes: ‘Chef's Table’ y ‘Abstract’. La primera está
dedicada a cocineros franceses (en este caso, a Alain Passard). Passard
(Bretaña, 1956) inició su carrera culinaria a los 14 años; a los 26 fue el chef
más joven en obtener dos estrellas Michelín. En 1986 pasó a trabajar con Alain
Senderens (L’Archestrate). Compró el local y lo llamó L’Arpége. Obtuvo la
tercera estrella en 1996; en 2001 decidió eliminar la carne roja de su menú y
ha mantenido las tres estrellas. A 230 kilometros de París posee en “Passard
Kitchen Garden”, dos hectáreas donde se cultivan las hortalizas biológicamente.
Impresionante su “modelo de negocio”: sano, natural, creativo. Su restaurante
es el 19º del mundo. Además toca el saxo y es paracaidista.
En
‘Abstract. El arte del diseño’, el trabajo del alemán Christoph Niemann (22
portadas de ‘The Newyorker’): abstracción, interactividad y cuestionamiento de
la autenticidad. Puedes comprobar el fascinante trabajo de este diseñador en www.christophniemann.com
La serie consta de ocho episodios (diseñadores gráficos, fotógrafos,
escenógrafos, interioristas, de calzado de Nike, de automóviles, arquitectos).
Un manantial de ideas creativas. El diseño a través de sus protagonistas.