Este puente de todos los Santos he
saldado mi “deuda” con el cine español: hoy he ido a ver ‘Que Dios nos perdone’
y ayer, ‘Tarde para la ira’. Dos películas magníficas con varios puntos en
común, entre ellos el papel protagonista de Antonio de la Torre, que en ambas
está excelente.
‘Que Dios nos perdone’ está
ambientada en el verano madrileño de 2011, especialmente caluroso, en el
coincidieron la visita del Papa Benedicto XVI (Congreso Mundial de la Juventud)
con un millón y medio de peregrinos y el 15-M. Los inspectores Velarde (de la
Torre) y Alfaro (Roberto Álamo) deben encontrar y detener con la mayor
discreción a un asesino de ancianas. La violencia está servida.
Dirigida por Rodrigo Sorogoyen (autor
de Stockholm y 8 citas), con guión (premiado en el último Festival de San
Sebastián) de Isabel Peña y el propio Sorogoyen, es un recital interpretativo
(Roberto Álamo compone un policía violento y desquiciado, Antonio de la Torre
es un tartamudo meticuloso e introvertido), una historia ruda y poderosa, muy
naturalista.
‘Tarde para la ira’ es la “ópera
prima” de Raúl Arévalo como director. Actores y actrices totalmente creíbles (Antonio
de la Torre, Luis Callejo, Ruth Díaz, Manolo Solo, Alicia Rubio, Raúl Jiménez,
Font García), primeros planos altamente expresivos, retos que la cinta resuelve
con solvencia. Dura y realista, Raúl dirige una trama propia y no se reserva
ningún papel. Agosto de 2007. Es la historia de Curro, que ha pasado 8 años en
la cárcel por atracar una joyería (sin delatar a sus compinches) y se encuentra
con un desconocido, José. Ambos se enfrentarán a los fantasmas del pasado y se
hundirán en el abismo de la venganza.
En palabras de Rodrigo Sorogoyen
(entrevista de Alfonso Rivera para cineuropa.org): “Tanto Que Dios nos perdone como Tarde
para la ira, La isla mínima o El hombre de las mil caras huyen de la
americanización y marcan mucho el contexto social y político propios. ¿Por qué
ser una cosa que no somos? Ves la película de Raúl Arévalo y te crees
totalmente que ese señor existe, que hable así y que viva en esas calles.”
Por ahí (y, por supuesto, con ‘Un
monstruo viene a verme’, una película imprescindible) el cine español va por
muy buen camino. Mi gratitud a valientes como Raúl Arévalo y Rodrigo Sorogoyen,
y a repartos como los de estas dos películas.
He estado leyendo ‘El insoportable
coste de la desigualdad’ de Jordi Guilera (Instituto de Ciencias Sociales,
Universidad de Lisboa). “La historia muestra de forma descarnada cómo la lucha
por la igualdad, cuando va acompañada de precariedad extrema, ha acostumbrado a
ir, lamentablemente, de la mano de conflictos muy violentos”. Así ocurrió con
la Revolución francesa y con la Revolución rusa de 1917. “La desigualdad
mundial ha crecido de forma constante desde 1820”. “El gran motor de este
aumento de la desigualdad ha sido la creciente diferencia de renta entre los
distintos países del mundo, un factor que representa en la actualidad el 85% de
la desigualdad total”. Dentro de los países, la desigualdad ha oscilado
considerablemente. Creció desde la industrialización hasta la I Guerra Mundial,
cayó con fuerza en el periodo de entreguerras y tras la IIGM hasta la crisis
del petróleo de 1973; ha repuntado de forma notable desde la revolución de
Ronald Reagan y Margaret Thatcher. ¿Y en el Talentismo? Esta nueva era, en la
que el talento es más escaso y valioso que el capital, no es precisamente
igualitarista. Deseamos que sea equitativa (como nos enseñó Aristóteles, la
equidad es “el tratamiento desigual de situaciones desiguales” e incluya la
igualdad de oportunidades desde la educación. El autor repasa las principales
teorías económicas desde los clásicos, David Ricardo y Karl Marx hasta Thomas
Piketty.
No es casual que en las mencionadas películas
españolas una persona de clase media-alta aparezca voluntariamente en un barrio
humilde, con un propósito muy determinado, y a partir de ahí comience todo.