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Anoche, por fin, fuimos a ver la exposición
de El Bosco en su V Centenario. No las tenía todas conmigo, pero
afortunadamente ampliaron dos semanas la duración de este magno evento (del 11
al 25 de septiembre) y mi buen amigo Miguel Ángel consiguió entradas para las
23,25 h. hasta medianoche. Impresionante el Museo del Prado, los Jerónimos y la
Real Academia de la Lengua Española iluminados bajo una luna casi llena. Algo
inolvidable.
La muestra consta de 53 obras, la principal
de las cuales es ‘El jardín de las delicias’. Se inicia con el mercado de telas
de Hertogensbosch, ciudad natal del pintor sita
en el condado de Brabante que rivalizaba en la época con Bruselas,
Amberes y Lovaina. De ella tomó Jerónimo van Aken su sobrenombre. Y continúa
con un retrato de él por el grabador Cornelius Cort (1565).
Posteriormente pasamos al tríptico del Ecce
Homo, tres obras de Alart du Hameel (Elefante asediado, El juicio final y Los
amantes con un loco junto a la fuente)… hasta llegar a ‘La adoración de los
magos’, de El Bosco. Las bodas de Caná, Mendigos y lisiados, santa Wilefortis,
San Cristóbal, San Jerónimo, San Antonio Abad, San Juan Bautista, San Juan
Evangelista, Job.
Segunda estación: ‘El carro de heno’,
realizado en 1512-1515 y propiedad de Felipe II. Un tríptico dedicado al
pecado, desde Eva y su expulsión del Paraíso, el proverbio flamenco: “El mundo
es un carro de heno del que cada cual toma lo que puede coger” (Isaías, sobre
lo efímero de las cosas terrenales) al Infierno en construcción.
‘La nave de los locos en llamas’, ‘Escena
infernal con yunque y montruos’, ‘Visiones del más allá’ hasta ‘El tríptico del
juicio final’ (a la izquierda, el Paraíso terrenal; en el centro, el Juicio
final; a la derecha, el Infierno; tríptico cerrado: la coronación de espinas).
Y vamos a ‘El jardín de las delicias’ (1517),
ese maravilloso tríptico que nos muestra sucesivamente el Paraíso terrenal, el
Jardín y el Infierno. Sin duda se trata de la creación más completa y
enigmática de El Bosco. En 1593 lo poseía Felipe II, que lo envió a El
Escorial. El pecado en miles de detalles.
De El Bosco también encontramos ‘Dos figuras
masculinas/La tentación de Eva’, escenas burlescas (hombre en un canasto,
monstruo con muletas), la ‘Mesa de los pecados capitales’ (“Cuidado, cuidado,
Dios está mirando”), ‘La extracción de la piedra de la locura’, ‘El nido del
búho’, el ‘Tríptico del camino de la vida’, ‘Dos orientales en un paisaje’,
‘Ecce Homo’, ‘Cristo camino del calvario’, ‘el Niño Jesús jugando’, ‘La
Coronación de espinas’ y ‘El entierro de Cristo’. Y de sus seguidores, ‘El
concierto en el huevo’, ‘La batalla entre Carnaval y Cuaresma’, ‘El
prestidigitador’ (que mejor debería llamarse “el trilero”, de 1496).
En la planta primera vimos ‘Jardín infinito’,
una sorprendente vídeo-instalación del artista Álvaro Perdices y del cineasta
Andrés Sanz que te desorienta.
Como sabes, etimológicamente "delicia" procede del latín "deliciae" (gozos, placeres). "Deliciae
meae" era mi amor, mi cariño, mi corazoncito, corazzón, encanto. El
verbo "delicere" era seducir, ser atractiv@: "de", prefijo "de arriba a
abajo"; "licere", atraer. "Delicatus" (fino, delicado) era precisamente
eso, "atractivo".
Mi gratitud a la Comisaria de la Exposición, Pilar
Silva Maroto. El catálogo incluye textos de especialistas en El Bosco como
Reindert Falkenburg, Paul Valdenbroeck, Eric de Bruin, Larry Silver o Fernando
Checa.
Hoy he estado leyendo ‘El Bosco’ de Walter
Bosing. Un recorrido por este enigmático pintor (1450-1516) que poseía un
estilo profundamente innovador (¿disruptivo?) con un contenido netamente conservador
en su propuesta: el pecado, el juicio final, la pasión de Cristo, la vida de
los santos. Creó más de 1.000 obras, si bien muy poco sabemos de su propia
vida, más allá de su lugar de nacimiento, de su pertenencia a la Hermandad del
Espíritu Libre y su obsesión por el libre albedrío y las consecuencias de
nuestros actos.
También he estado leyendo ‘The Garden of
Eartly Delights’ (El Jardín de las Delicias’) de Hans Belting. Un análisis
minucioso de la principal obra de El Bosco, esencial para entender la gran
cantidad de personajes que aparecen en el tríptico. Esta “pintura de conversación”
es la más enigmática de la Historia del Arte, el jeroglífico de los
jeroglificos.
¿Qué música ponemos a la visita a esta gran
exposición? Se me ocurre el último éxito de Adéle: ‘Send my love (to your new
lover)’ www.youtube.com/watch?v=fk4BbF7B29w
“We both know we ain’t kids no more”.