Bondad y Economía Social


Primer domingo de septiembre, de entrenamiento de Zoe (fútbol femenino en AR 10), piscinita, comida en familia y tarde entre amigos. Mi gratitud a todas las personas con las que hemos pasado un domingo estupendo.
De la prensa de hoy, elijo especialmente el artículo de Rosa Montero ‘La magia del bien’. Compara la bondad de una madre con su hijo discapacitado psíquico al que lleva a la piscina durante más de una hora con el dato aterrador de las torturas en Siria: 300 presos mueren por torturas al mes en aquel país. Tanto Jung como Sheldrake han sostenido que los seres humanos somos buenos, tenemos consciencia, porque la maldad nos repugna. Es el imperativo moral de Kant (el filósofo alemán se admiraba de que no nos dejáramos llevar por la ley del más fuerte). “En España hay unas cuatro millones de personas que invierten unas cinco horas semanales en labores de voluntariado (…) Al igual que la de esa madre que baña cada día a su hijo: su amor tan puro compensa muchos horrores”.    
Rosa concluye: “Es la magia poderosa del bien que nos protege”. Rosa es una de nuestras mejores escritoras. Publica en cuatro días su nueva novela, ‘La carne’, “una intriga emocional que nos habla del paso del tiempo, del miedo a la muerte, del fracaso pero también de la esperanza, de la necesidad de amar y de la gloriosa tiranía del sexo, de la vida entendida como un lance fugaz en el que devorar o ser devorado”.
«Al final todo acaba por desembocar en el amor. Y en el daño
De su obra anterior, ‘La ridícula idea de no volver a verte’, escribí en este blog (23 de agosto de 2013). “En la Ligereza, la vida flota irisada y sutil, transparente y casi imperceptible, como una pompa de jabón al sol”.
La banda sonora es ‘Mi héroe’ de Antonio Orozco www.youtube.com/watch?v=chm79IPVekU
En El País Negocios, ‘Un Capitalismo más humano pide paso’. Marta Fernández se refiere a la Economía Social: unas 43.000 compañías que dan empleo en nuestro país a 2’2 millones de profesionales. 20 M de personas asociadas y un valor añadido de 8.500 M de euros. En las crisis, los asalariados cayeron un 18’5% en el sector privado y en el cooperativo 10 puntos menos. Ocho grandes grupos dominan la actividad de la economía social: Mondragón, Fundación Espriu, Cajamar, Atlantis, Ilunión, Grupo Gredos San Diego. Un servidor ha tenido el privilegio de trabajar con varios de ellos.
Marta titula el artículo ‘Empresas que priman el empleo sobre la ganancia’. Con todo respeto, no creo que ni todas las empresas de economía social dejen de maximizar el beneficio a corto plazo (algunas olvidan, por las actuaciones de sus gestores, los valores fundacionales) ni todas las empresas privadas son tan cortoplacistas. Las compañías excelentes (según el modelo EFQM) han de combinar los resultados de negocio con el enfoque al cliente, a los procesos innovadores, al talento, a las alianzas estratégicas, y así garantizan su sostenibilidad. Los Top Employers demuestran prácticas avanzadas de gestión del talento, desde el reclutamiento, la selección y la acogida hasta la desvinculación, que no tendrían sentido en un enfoque de rentabilidad miope.
Juntos valemos más. Como en el bellísimo poema de Gabriel Bertotti, publicado ayer:
Odiseo estiró las piernas y relajó hasta el último
músculo de su aún fornido cuerpo.
Había dado órdenes estrictas: “No desviar jamás
el rumbo. Seguir siempre hacia poniente”.
Sintió una mano “tan suave como la aurora”
acariciarle el cuello.
Esta vez no había partido solo.
Penélope estaba a su lado.
“La soledad está muy sobrevalorada”, pensó
riéndose de sí mismo y de todas sus aventuras
solitarias.
“La aventura es una forma de masturbación”, le había
advertido el oráculo.
Y le había hecho caso.
“El mundo se ha movido”, le dijo la mujer que ahora lo
acogía entre sus brazos.
Se dormirían así, bajo las estrellas, abrazados.
Ella lo miró y le hizo la broma que repetían desde que
Eran muy jóvenes:
-        No lo miro si no me mira.
-        Mirarte es mucho mejor que recordarte, le dijo
Odiseo y la besó muy dulcemente.
Había aprendido.
Había renunciado al egoísmo; por fin era feliz.
Las sirenas ya no necesitan cantar.

Muchas gracias Gabriel por este bellísimo poema.