Sobre la dignidad y sobre la desigualdad

Mi corazón está con Ecuador ante la catástrofe de estos días. Este miércoles, otro seísmo de 6’3 en la escala de Richter, el más importante tras el del pasado sábado (7’8). Gracias a mis buenos amigos Francisco Vargas y Alfonso Maroto, he tenido la oportunidad de conocer distintas ciudades del país, y comprobar la pérdida de vidas humanas (525 hasta el momento) es descorazonador. Solidaridad con nuestro país hermano. El presidente Correa ha estimado que la vuelta a la normalidad le costará a Ecuador el equivalente del 3% del PIB, unos 2.650 M €.
Por lo demás, en la semana a medio camino entre la reunión estratégica de Right Management en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, todo un éxito y las conferencias de mañana y pasado, Talento en Crecimiento, con la AED (Asociación Española de Directivos) en Alicante y Murcia. Me acompañaran directiv@s de la talla de Amparo Moraleda (CEDE), Mónica Pérez (DG de Interlab Laboratorios), Xavier Coll (DG de CaixaBank) y David Moreno (fundador de Hawkers, Wolfnoir y Miss Hamptons). Hablaré de la Empleabilidad, con 11 claves para que los jóvenes (a cualquier edad) puedan ser empleables a tope.
Diversas reuniones internas y con clientes hoy, así como con nuestra colega de ManpowerGroup en Holanda, de RSE, que se nos ha mostrado un libro sobre conectar la dignidad con el mundo del empleo, con testimonios de profesionales del Grupo y de candidatos. La dignidad y el respeto diferencian a las empresas Human Age de las tayloristas.
La lectura de hoy ha sido ‘Sobre la desigualdad’, de Harry G. Frankfurt, profesor emérito de Filosofía de la Universidad de Princeton. Autor de obras como ‘Sobre la charlatanería’ (On bullshit), ‘Sobre la verdad’ y ‘Las razones del amor’, ésta última, ‘Sobre la desigualdad’, se ha publicado en abril de 2016.
La tesis del profesor Frankfurt es que, si bien en los últimos tiempos ha habido una gran controversia (en buena medida alimentada por el economista francés thomas Piketty) sobre el crecimiento de la desigualdad económica en nuestra sociedad, la desigualdad no es moralmente cuestionable en sí misma. Indeseable, sí, por supuesto, pero no moralmente destacable. El texto es, por tanto, una crítica al igualitarismo económico.
1. ¿La igualdad económica como idea moral? Harry Frankfurt se refiere al presidente Obama, que en un reciente discurso ha criticado la desigualdad de ingresos como “un desafío de nuestro tiempo”. En realidad, el problema es que tantos ciudadanos sean pobres, porque la igualdad podría lograrse situando las rentas igualmente por debajo del umbral de la pobreza. “Eliminar la desigualdad en los ingresos no debe, en sí mismo, constituir nuestro objetivo fundamental”. El autor compara a los muy ricos con voraces glotones (“un espectáculo ridículo y lamentable”). La ambición debe ser contrarrestar los efectos perniciosos, antidemocráticos, con una legislación y regulación adecuada (por ejemplo, mediante la separación de poderes). El igualitarismo económico, la doctrina según la cual todos los ciudadanos posean idéntica riqueza e ingresos, es un error. “Lo moralmente relevante es que cada uno tenga lo suficiente”. Es la doctrina de la suficiencia la que propugna este filósofo. “Exagerar la importancia de la igualdad económica es pernicioso, porque es alienante”. Esto es, indigno. “La doctrina de la igualdad contribuye a la desorientación moral y la frivolidad de nuestra época”. La igualdad como algo intrínseco se basa, por ejemplo, en la utilidad marginal decreciente (Abba Lerner, profesor de Columbia), que parte de que todos tenemos la misma función de utilidad y que invariablemente decrece en el margen (ambas falsas, opina Frankfurt). Una fantasía que provoca inflación.
2. Igualdad y respeto. El autor niega que el igualitarismo “constituya un ideal con una importancia moral intrínseca”. Además de la igualdad de recursos o en la riqueza, hay otros muchos modos de igualdad: de oportunidades, de respeto, de derechos, de consideración, de atención. “La igualdad, después de todo, es una característica puramente formal”. Y lo relevante desde el punto de vista moral no es formal, sino sustancial. “Tiene que ver con que las personas vivan bien, y no con cómo son sus vidas comparadas con la vida de los demás”. La imparcialidad y el respeto sí son moralmente imperativos. “Cuando se le niega el debido respeto es como si su propia existencia se limitara”. Harry Frankfurt concluye: “Huelga decir que la búsqueda de objetivos igualitarios tiene una utilidad sustancial a la hora de fomentar convincentes ideales políticos y sociales. Pero la extendida convicción de que la igualdad en sí misma y como tal posee algún valor básico en tanto ideal moral relevante e independiente no solo es errónea, sino que constituye un impedimento para identificar lo que realmente tiene un valor moral y social fundamental”.
El debate está servido. Las valiosas reflexiones del profesor Frankfurt me han recordado las enseñanzas de Aristóteles de Estagira, mi coach favorito: Equidad es tratamiento desigual de situaciones desiguales. En sus palabras, “el único Estado estable es aquel en el que sus ciudadanos son iguales ante la ley”. “Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa por el contrario que lo justo es lo desigual, y así es, pero no para todos, sino para los desiguales”.

Mi gratitud a Fernando (estupenda comida en El Rocío), a Manel y Jaime, a Pedro y Elena, a María José, a Rafa y Diego, a Belén y Alexia, a Julia y Teresa, a Olga y Diana. Da gusto con compañer@s así.