El fin del trabajo (¿el comienzo del empleo?)


Tercer viernes de agosto. La semana que viene, ya a pleno rendimiento.

Me he vuelto un “fan” del Kindle Cloud Reader. Por una pequeña cantidad, todos los libros que quieras leer. Y el primer mes, de prueba, gratis. Tremendo. Empecé con el ‘No obvious’, el libro de marketing que comenté ayer. Y después ha venido ‘The End of Jobs’ (El final del trabajo) de Taylor Pearson. Taylor se ha pasado tres años hablando con cientos de emprendedores de Los Ángeles a Vietnam, de Nueva York a Brasil. Y ha llegado a una conclusión: todos somos emprendedores, trabajando por cuenta propia o ajena… o no somos nada en el mercado laboral.
El autor comienza con una cita de Warren Buffet: “Cuando baja la marea es cuando se ve quién lleva bañador”. Y pasa a las tres grandes preguntas del megaemprendedor Peter Thiel: ¿Cuál es tu secreto?, ¿Cuál es tu verdad a la que la mayoría se opone?, ¿En qué crees que es correcto y lo contrario? ¡Wow! Porque, como dice Seth Godin, “si haces cosas que son seguras pero que tú sientes en riesgo, adquieres una importante ventaja en el mercado”. Es el principio de la palanca de Arquímedes, el padre del talento: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.
La globalización se acelera. En 2020 habrá un 40% más de jóvenes con título universitario en los BRICS más Argentina, Indonesia y Arabia Saudí que en toda la OCDE (34 países frente a 8).
Ha llegado el fin del trabajo. Como muestra, la definición de “eje” (linchpin) de Seth Godin: “Una persona que se adentra en el caos y crea orden, que puede inventar, crear, conectar y hacer que las cosas ocurran. Un trabajo es “el acto de seguir un sistema operativo creado por otro”. Desde 1983, el único empleo que crece es el de “trabajos cognitivos no rutinarios”. Es decir, de pensar y creativos/innovadores. Según un informe de Kleiner, Perkins, Caufer & Bauer de 2015, en EEUU de 1948 a 2000, el empleo creció 1’7 veces más que la población; en el siglo XXI, de 2000 a 2015, la población ha crecido 2’4 veces más rápido que los empleos. Malthus contra Malthus. Amén. Digitalización (que elimina los trabajos que pueden hacer las máquinas), Globalización (que aporta talento de todo el mundo) y Externalización (Outsourcing, que envía actividades a otros espacios).

Primera parada, Asia. La India está creando un millón de especialistas en IT cada año y otro millón de nuevos ingenieros (el Reino Unido, 50.000). Según la OCDE, en 2012 EEUU y Europa solo aportan el 25% de los universitarios del planeta. Los chinos lo llaman “Shan Zai” (imitación), como el hotel Hiyatt (no Hyatt) en Dongguan, en la provincia de Guandong. Lo que a Fayol, Taylor, Drucker y otros “padres del management” les costó décadas de investigación y reflexión, los estudiantes orientales lo aprenden en un semestre. Skype y compañía conectan en 2015 a 1.750 M de personas… y creciendo.
Asistimos al nacimiento de la “micro-multinacional”, como la de Jesse Lawler, un emprendedor de LA, dueño de Evil Genius Tecnologies (Las Tecnologías del Genio del Mal), con dos empleados de EEUU: uno de ellos, él mismo, vive en Vietnam. El resto del talento vive por el mundo, de Gran Bretaña a la India y Filipinas. Sus costes salariales son la cuarta parte que los de sus colegas de California.
¿Tecnología? La empresa de capital-riesgo de Marc Andreessen y Ben Horowitz (4.000 M $ en marzo de 2014) resume su filosofía en cinco palabras: “Technology is eating the world” (“La tecnología se come el mundo”). Es inimaginable. En 1980, ATT contrató a McKinsey para predecir cuántos móviles habría en 2000. Dijo, tras un análisis muy riguroso, que 900.000. ¡Hubo 100 M! Ahora hay 2.000 M de personas usando internet. En la próxima década, más de 5.000 M (y nos quedaremos cortos, seguro).
En 2001, Borders le vendió su negocio online a Amazon, porque no era estratégico. ¡Vaya chasco! Y los de Amazon promueven sus libros físicos y su kindle al mismo tiempo (éste es el caso; estoy leyendo este libro mientras escucho a Bach –en Youtube- con unos auriculares de alta calidad). iTunes, Spotify y Pandora son más de un tercio de la industria musical. La ley de Moore (creada en 1965; la duplicación de la tecnología cada 18 meses) es la constatación exponencial que reta a la fantasía lineal de nuestro cerebro. El Proyecto Genoma tardó siete años en obtener el primer 1%; un año en el segundo 1%; el tercer año fue un 2% y el cuarto un 4%. El proyecto se completó en 15 años, 2005. La revolución industrial es el resultado de un crecimiento del 1-2% durante dos siglos.
Es la “comoditización del credencialismo”. Los títulos se han convertido en mercaderías y no tienen apenas valor. En EEUU, seis años después de la recesión, el desempleo seguía en 11’2% (no hablemos en España, donde es muy poco probable que baje del 20%). El valor de los MBAs se ha estancado. El marco Cynefin (creado por Dave Snowden) divide los empleos  en caóticos (no hay causa-efecto; noveles), simples (causas y efectos obvios; mejores prácticas), complejos (la relación entre causa y efecto necesita de análisis e investigación; emergentes) y complicados (las relaciones causa-efecto solo están claras en retrospectiva; buenas prácticas).  Los empleos ya no son simples, sino que tienden a ser caóticos. Implantar las mejores prácticas es insuficiente.
       La “Teoría de las limitaciones” de Eli Goldratt está en un texto clásico de la gestión, ‘La meta’. Todo sistema con un objetivo tiene un límite, y preocuparse por cualquier otra cosa es un dispendio. El cuello de botella es lo que limita todo. Por ejemplo, si haces dieta y ejercicio, pero duermes poco, ¿cuál es el límite? En el sueño. El pensador de sistemas Ron Davison divide en su libro ‘La cuarta economía’ la historia de Occidente en tres etapas: agrícola (1300-1700), industrial (1700-1900) y del conocimiento (1900-2000). Cada una, con rendimientos decrecientes. El modelo es supersimplificado, pero resalta que lo que un día fue la Religión, después el Estado y más tarde las instituciones financieras lo son ahora los Negocios. Es una nueva era, la Economía emprendedora (el Talentismo, para entendernos).
Charles Munger es el socio inversor de Warren Buffet en Berkshire Hathaway, y nos advierte que para invertir es importante apostar por el valor (el valor subyacente, oculto, intangible de una compañía, más alla de lo que dice el mercado). Ellos no diversifican (“la diversificación es una protección contra la ignorancia”), no invierten en tecnológicas, no comercian. Es la Simplicidad: invertir en ser emprendedores. Habitualmente conocimiento + emprendizaje = 100 % (por ejemplo, un autodidacta: conocimiento 0%; un alto directivo: conocimiento 70%; un funcionario de alto nivel: conocimiento 100%). Ser emprendedor es hoy lo más seguro, más que nunca. En Extremistán (N. N. Taleb), el pavo se siente muy cómodo hasta que es “el día de acción de gracias” (Thanksgiving). Bueno, pues ya es Thanksgiving a los efectos. Nos criaron en Mediocristán (la campana de Gauss), pero ahora vivimos en Extremistán (Pareto al poder).
Bill Gates llegó a billonario (1.000 M $) a los 31 años; Zuckerberg, a los 23. ¿Será el billonario más joven alguien menor de edad? “El cisne negro es buena noticia para los artesanos, los taxistas, las prostitutas, los sastres, los dentistas”. Por la variabilidad, son carreras “antifrágiles”. Es la economía “long tail” (“de la larga cola”), según Chis Anderson. La democratización de los factores de producción, con costes decrecientes; de la distribución (todos somos “empresas de medios”); de los nuevos mercados (que conectan oferta y demanda). De la economía compartida, del SaaS (Software as a Service, el Software como Servicio), del Self-Education (auto-educación), de miles de canales de televisión, de los taquillazos y los grandes fracasos comerciales, de la geografía irrelevante.
Es el retorno de los aprendices, como en la Edad Media. “Yo no creo que trabajar sea trabajar ni jugar sea jugar. Se trata de vivir” (Richard Branson). El trabajo se ha visto como una tortura desde el Génesis (el jardín del Eden; ganar el pan con el sudor de la frente). En la Grecia clásica, trabajo era “ponós” (de ahí viene “poena” en latín, pena). La revolución industrial lo aceleró y los economistas lo llaman “efecto Tom Sawyer” (si lo pagan, es que no es divertido).
Sin embargo, ser emprenderor/a aporta más dinero, más libertad y mayor sentido. Es más rentable porque la renta per capita de 1500 a 2000 también es paretiana (el trabajo mal pagado vs el empleo –de tu talento-, bien remunerado). Según el Harrison Group, solo el 10% de los megamillonarios han obtenido su fortuna de inversiones pasivas. Las activos son más valiosos que el efectivo: WhatsApp lo compró Facebook por 21.800 M $, 2.000 veces su facturación anual. Da más libertad porque el trabajo es obligatorio y el empleo es una elección (dedicar tu vida a lo que te gusta). El diseño es voluntario. Y da más sentido (fluidez) por el reto, al que elevas tus capacidades. La motivación es intrínseca, como demostró Edward Deci. Dan Ariely hizo experimentos en Madurai, India, que evidenciaron que el rendimiento no mejora por los incentivos. El propósito, el sentido, sí es un gran motivador. “El mayor problema al que nos enfrentamos es el de la infrautilización de las personas. Los jóvenes más ambiciosos y talentosos sienten que están poco aprovechados en sus trabajos, encerrados en sus posiciones”. Desde Viktor Frankl sabemos que vamos “en busca de sentido”. La conformidad lleva al totalitarismo.
Frente a la idea de desigualdad de Piketty (el retorno medio del capital es el 2’1%; el de los millonarios es del 6’5%), la clave es ser emprendedor. No nos cabe otra viviendo en Extremistán.
Y unos consejos finales de Taylor Pearson. Primero, las leyes de la planificación de carreras profesionales.
1ª No planifiques tu carrera. El mundo es demasiado complejo (VUCA). Perderás oportunidades.
2ª En su lugar, céntrate en lo que debes desarrollarte y en aprovechar las oportunidades. Nos pasa como con la tecnología (la ley de Amara: tendemos a sobreestimar su efecto a corto plazo y a infravalorarla a largo plazo). La gente de éxito se centra en el trimestre (90 días). Define un rol, planea a 12 semanas, sé consciente de dónde partes, márcate un objetivo (con 3 KPIs, indicadores de desempeño claves), analiza el porqué, el modo y las iniciativas.

Buen libro. Cada vez siento más que emplear el talento (no “trabajar”) y ser emprendedor/a es lo mismo.