Foco: Los logos de los partidos y la mente errabunda


Mantengo la (tal vez mala) costumbre de leer buena parte de la prensa nacional los domingos. Busco, como dice la teoría de la gestión del conocimiento, el paso de los datos y la información (barata, de bajo valor, crecientemente accesible, dependiente de la tecnología) al conocimiento y de éste a la sabiduría (el áureo puente del talento). Es como encontrar una aguja en un pajar; ya sabes, requiere del imán adecuado.
En la prensa de ayer, dos amigos que no me fallan: José Antonio Marina y John Carlin. JAM, el detective de la generación de talento, nos hablaba de la tipología de los votantes: fieles, fieles críticos, fieles ejemplarizantes, hartos, aterrados, voluntaristas, maquiavélicos (“piensa que debe votar lo contrario de lo que le gustaría votar si así debilita a los enemigos de quien desearía que ganara”), desconfiados participativos y radicales, abstencionistas racionales, pasotas y antidemócratas. La elección depende de la emoción (del miedo a la pasión, pasando por la ira, la tristeza, los celos, la vergüenza o el bochorno) y ésta de las hormonas.
Carlin, el periodista shakespeariano que cambió las trincheras por los banquillos, trataba en ‘Los infieles del Madrid’ el lamentable juicio a Íker Casillas. Citaba al Bardo: “¡Ingratitud, demonio de corazón de mármol!”. Y comparaba la despedida a Steve Gerrard en el Liverpool y a Xavi en el Barça con cómo pitan al capitán del club blanco y de La Roja. El palmarés del cancerbero (5 Ligas, 3 Champions, 2 Eurocopas, 1 Copa del Mundo), el hecho de que sea honrado y humilde… No es un tema de cultura nacional (“Cualquiera que conoce las dos culturas a fondo sabe que, el mundo político aparte, España es un país más civilizado que Inglaterra: más nobleza, más calor humano, más saber vivir”), sino de la organización. “Ancelotti, que como futbolista y entrenador ha ganado más títulos que nadie, es un tipo con clase, cortés y buena gente. Como Casillas. En cualquier otro club del mundo serían festejados pero en el Madrid sus virtudes como persona y como hombre de fútbol no reciben, ni de cerca el reconocimiento que se merecen”. John concluye: “Hay algo podrido en las entrañas del madridismo. Tarde o temprano se darán cuenta: los que han tratado tan mal a Casillas o los que carecieron del valor moral para defenderle, se arrepentirán. Hay pocas cosas más feas que la ingratitud”.
En la misma línea, Álvaro Martínez (‘El caballero de la ceja arqueada’) e Iñaki Gil (‘Florentino y Mariano al final de la temporada’). Iñaki escribía: “Todos los de la cuadrilla que saben de las cosas del fútbol –y son varios- afirman que el problema del Real Madrid es el personalismo de la organización del club y la falta de un estilo de juego. Bueno, ellos lo dicen con menos finura: Florentino es el amo y señor, el director técnico y el dircom. Y quiere hacerle la alineación al míster. Algunos sospechan, incluso, que corta el césped como Forrest Gump. Yo esto último lo entendería si fuer acierto pero solo puedo dar testimonio de que le gusta segarle la hierba a los escribientes críticos. Sugieren que el mejor fichaje blanco sería Monchi (director deportivo del Sevilla, para los no iniciados) y darle tiempo a un míster para armar un equipo ganador y con gusto por el buen fútbol”.
Y Álvaro sobre el (todavía) coach del Real Madrid: “Ancelotti es un hombre muy familiar (de hecho se trajo al equipo a varios parientes), su actual mujer tiene ascendentes en Sigüenza (Guadalajara), le encanta todo de España y ha hecho todo lo posible por cumplir con las exigencias comerciales del club, que además de un equipo de fútbol es una multinacional del marketing. Hasta se fue a vivir a cien metros de Cibeles para lustrar su pedigrí merengue. La Undécima en lo deportivo, la “pacificación” del vestuario heredado (eses O.K. Corral) y la ceja izquierda alzada, perpleja quizá como este batallón, son su legado”.
En lo cultural, el 150º aniversario de Alicia y el ‘Macbeth’ del australiano Justin Kurzel estrenado en Cannes: la ambición del poder absoluto.
En lo empresarial, la entrevista de Montse Mateos a Laszlo Bock, VP de gestión de personas de Google. Tres millones de personas solicitan un empleo en este gigante; reclutan 5.000 (Goggle, valorado en 370.000 M $, tiene 55.000 profesionales). Buscan personas con inteligencia y curiosidad, que no se sientan infalibles; capacidad de resolver problemas, liderazgo emergente, humildad intelectual y generosidad. Le parece inadmisible la deshonestidad. “El mejor jefe es un gran coach”. Gracias, Laszlo, por compartir tu sabiduría.
En lo conceptual, el análisis de los logos de los partidos políticos por Unai Mezcua. Fernando Martínez Vidal, que diseñó hace 26 años el del PP, insiste en que no se trata de una gaviota (“un ave carroñera que vuela bajo y va comiendo basura”) sino un charrán (“un pájaro marino que vuela alto”). José María Cruz Novillo, que adaptó para el PSOE el puño y la rosa del PS francés (“si bien a diferencia de la mayoría de los partidos socialistas europeos, el puño que sujeta a la rosa es el izquierdo, para diferenciarse de los comunistas, que saludan con el puño derecho cerrado”). Sarah Bienzobas explica que el de Podemos es un “reconocimiento” a las bases del partido. El de Ciudadanos, elaborado por Rafael Celda, un bocadillo que quiere dar voz a la calle (“los ciudadanos hablan”). El magenta de UPyD, a decir de Liliana Labarthe, un color primario necesario para la creación de otros, como lo sería el partido para la regeneración de la democracia.
Y finalmente en Neurología, Kerstin Kullman nos hablaba del fenómeno de la “mente errabunda” (wandering mind). Según un estudio de la Universidad de California, los empleados empiezan una nueva tarea cada 11’. Y no concluyen el 57% de las que inician. El 80% de los trabajadores de EEUU (Christine Porath, 2013) son incapaces de concentrarse en una tarea. En Alemania, el 50% se agobia por tener que hacer varias cosas a la vez.
Daniel Gilbert y Matthew Killingsworth (Harvard) analizaron en 2013 esta situación y concluyeron que “pagamos un precio emocional a cambio de nuestra capacidad de pensar en lo que nos está pasando”. Para Daniel Letivin (‘La mente organizada’), la dopamina (que hace que nos sintamos bien) se libera al practicar deporte, consumir drogas o mantener relaciones sexuales, pero también ante pequeños estímulos procedentes de pantallas. Son “minigratificaciones” que nos despistan: el “mal de la procrastinación”, que provoca que el córtex prefrontal esté menos activo y genera trastornos del sueño, ansiedad y depresión.
¿Se puede entrenar la perseverancia? Por supuesto. Thomas Metzinger (Universidad de Mainz) recomienda poner el foco en las prioridades. “La mente errabunda suele ser una forma de huir”. Ernst Pöppel considera que estamos desbordados por tanto estímulo  que, frente a la “paralización frenética”, hemos de practicar la superación. De las metas a medio y largo plazo a los pequeños objetivos intermedios (en el coaching los llamamos “hitos”). Dedicar una hora al día a “hacer lo que hay que hacer”. “¿Se imagina qué pasaría si una empresa, o incluso todo un país, suspendiera las comunicaciones de 11 a 12 de la mañana?”, nos pregunta el Dr. Pöpper. “Pues que tendríamos el mayor impulso creativo que se pueda imaginar”.
Te recomiendo el TED de Daniel Gilbert: ‘La sorprendente ciencia de la felicidad’ www.ted.com/talks/dan_gilbert_asks_why_are_we_happy?language=en
Mi gratitud a quienes tratan de comprender, como José Antonio y John, Álvaro e Iñaki, Montse y Unai, Daniel y Matthew, Thomas y Ernst. Cuidado con que la lealtad se convierta en infructuosa fidelidad; cuidado con divagar demasiado en lugar de concentrarse en las prioridades.
Mis películas de este fin de semana no han sido en cine (que, como sabes, me encanta) sino en televisión. La cartelera no está en su mejor momento y ya he visto ‘La familia Bélier’ y ‘Suite francesa’. En la Smart TV he vuelto a ver la deliciosa ‘Yentl’ (1983) de Barbra Streisand y por primera vez, Betibú (2014), de Miguel Cohan. Ambas cintas, basadas en espléndidos relatos homónimos de Isaac Bashevis Singer (1902-1991) y de Claudia Piñeiro. Injusticias, mujeres con fuerza (la Streisand como una chica que quiere aprender el Talmud y Mercedes Morán como una exitosa escritora que ayuda a resolver un asesinato), compañeros que las apoyan (Mandy Patinkin y, en la peli hispano-argentina, Alberto Amman, Daniel Fanego), figuras paternas (Nehemiah Persoff, José Coronado) y el sistema, tramposo e inmovilista, que abre un resquicio a la esperanza de cambio. Dos ejemplos notorios del séptimo arte.