Empezamos la
jornada en Aranjuez, el altar de Júpiter, en el Palacio del Nuncio, donde
comparto reunión de Estrategia con 70 compañer@s de Manpower. Hemos sido
puntuales en el inicio y en la finalización. Tras la cena, nos aguarda una
actividad lúdica y de team-building.
He lamentado mucho el fallecimiento del gran pensador uruguayo Eduardo
Galeano, a los 74 años. Lo cité varias veces en ‘Del Capitalismo al
Talentismo’. Desde el inicio: “Andamos como ciegos en un tiroteo:
desconcertados, asustados, y buscando caminos para que este mundo no esté
organizado contra la gente”. Y en su lucidez como “eterno joven”. Escribía: “Eduardo Galeano es un escritor uruguayo que nació en 1941. “Tengo 71
años, pero me siento capaz de nacer cada día”, le respondió a la periodista Ima
Sanchís en una Contra de La
Vanguardia (Ima le había entrevistado a los 60, a los 67, “y lo volveré a
entrevistar mientras se deje, porque es una de las mentes más lúcidas y menos
pedantes que conozco. Siempre original, su revisión de la historia, que cuenta
a través de lo pequeño, ofrece la perspectiva de una sensibilidad que observa
lo humano y los hechos por primera vez”).
Galeano le contó a Ima –nos contó a todos- en una reciente entrevista
para La Vanguardia que “la economía
está al servicio de la industria militar, que es el nombre artístico de la
industria militar”. Este es “un mundo organizado para el desvínculo, donde el
otro es siempre una amenaza y nunca una promesa”. El miedo es “el pretexto para
que esta industria –la militar- pueda prosperar, porque necesita guerras y
enemigos, y si no existen hay que inventarlos”. Eduardo Galeano pone el ejemplo
de Nelson Mandela, uno de los mayores líderes políticos y sociales de nuestro
tiempo, “que ha figurado en la lista de enemigos peligrosos para la seguridad
de EE. UU. hasta el 2008. Durante 60 años el africano más prestigioso fue un
terrorista para el país dominante. ¿Cómo vamos a creer en todo lo que nos
cuentan sobre las amenazas terroristas?” Galeano reivindica la vida, por su
capacidad de sorpresa. “Vivimos en un mundo inseguro, no sólo porque podemos
ser robados, asaltados… Los coches matan más que las drogas, y el aire que
respiramos y los pesticidas nos exterminan. Sólo si nos articulamos para
defendernos de un sistema que es enemigo de la naturaleza y de la gente
podremos hallar espacios de seguridad”. Este escritor uruguayo cree que todavía
podemos elegir la defensa de nuestra dignidad en un mundo “donde, quieras o no,
en algún momento tendrás que tomar partido entre los indignos y los
indignados”. Otro ejemplo de incoherencia que nos propone es el del presidente
Obama al recibir el premio Nobel de la Paz, con un discurso “de homenaje a la
guerra justa y necesaria contra el mal”.
“La mayoría trabaja a contracorazón y termina viviendo una vida que no es
la suya por las necesidades materiales, y eso es lo que hace que no se den
cuenta de que murieron hace muchos años, la última vez que no fueron capaces de
decir no”, explica Galeano. “No podemos confundir la grandeza con lo grandote,
una de las confusiones del mundo actual. La grandeza no está en lo hechos
espectaculares, está en la vida cotidiana” (esta reflexión nos remite a las
palabras de Goethe: “La vida es corta, no la hagamos también pequeña”). Nos
destruye “el conformismo, la aceptación de la realidad como un destino y no
como un desafío que nos invita al cambio, a resistir, a revelarnos, a imaginar
en lugar de vivir el futuro como una penitencia inevitable”. ¿Hay esperanza?
Sí, en la solidaridad, “que es un sentimiento horizontal. La caridad es
vertical, y no me gusta”. En la limitación del trabajo (“en el manicomio
general, los franceses tuvieron un acto de cordura: ya que tenemos máquinas
capaces, tengamos 35 horas de trabajo semanal, pero duró diez años”). Y en la
utopía; Galeano cita a Fernando Birri, el patriarca del cine argentino: “La
utopía sirve para caminar”.
“Cada minuto el mundo destina tres millones de dólares a armas y mueren
quince niños de enfermedades curables. ¿Qué clase de especie es ésta que dice
ser la racional?”
En la bibliografía de ‘Del Capitalismo al Talentismo’, dos grandes obras
de Galeano: ‘Espejos. Una historia casi universal’ (2008) y ‘Los hijos de los
días’. Descansa en paz, Eduardo.
He estado leyendo el último libro de Manuel Campo Vidal, ‘¿Por qué los
profesionales no comunicamos mejor? Los siete pecados capitales del mal
comunicador’ (RBA, 2015).
Campo Vidal nos recuerda que somos una sociedad que comunica mal (de
niños no salíamos a la pizarra, no admiramos los discursos) y sin embargo mala
comunicación significa baja productividad.
Los siete pecados capitales de los malos comunicadores son:
- - La improvisación
- - La falta de escucha
- - El descontrol de tiempo
- - La arrogancia
- - No saber empezar ni
terminar
- - Descuidar la comunicación
no verbal
- - El déficit o exceso de
emoción
Comunicación es
Liderazgo, y el autor pone como ejemplos Obama o Mandela, Mourinho y Guardiola,
Adolfo Suárez, Rubalcaba o Rajoy.
Me quedo con sus
diez consejos: Concéntrate antes de comunicar, Conoce el escenario, Vocaliza
bien, Identifica al receptor, Ante la duda sé sencillo y natural, Di las cosas
antes y claro, Sé breve, Mira a la cara, No te preocupes tanto por las
preguntas y prepara las respuestas, Nunca mientas.
Mi gratitud a Manu y su
equipo, a Campo Vidal y a Eduardo Galeano siempre.