De qué hablamos cuando hablamos del poder



Comienzo la semana en Palma de Mallorca, con el honor de iniciar un proyecto paneuropeo vinculado a la Comisión Europea. Me encantan las Islas Baleares y le agradezco mucho a nuestra directora, Teresa Samaniego, toda la labor que realiza allí, así como a Ana Ferrer, que ha hablado a un@s 25 DRH de Mallorca sobre Eures y el Human Age Institute.  
He estado viendo el pasado fin de semana el final de la segunda temporada de House of Cards, una de mis series favoritas. Este retrato del poder de Hollywood (Frank Underwood, interpretado por Kevin Spacey, es el jefe de la mayoría en la primera temporada, el VP en la segunda y el Presidente de la Nación en la tercera) recuerda a los dramas shakesperianos. He hablado de ella en este blog en alguna ocasión.
La portada de GQ de mayo es precisamente Underwood/Spacey pidiéndonos el voto con la mano extendida (la imagen recuerda a Robert Redford en ‘El candidato’).
En páginas interiores, Alastair Campbell entrevista a este gran actor sobre ‘El precio del poder’. Este fantástico imitador dejó Hollywood hace una década para dirigir el Old Vic de Londres y es íntimo de Bill Clinton. En su opinión, el pragmatismo es Lyndon B. Johnson (sacó adelante tres proyectos de ley de derechos civiles), Obama y decepción son palabras que van juntas (el actual presidente llegó a decir que “Washington es tan despiadado como ‘House of Cards”.
“La política y la actuación están muy relacionadas: el objetivo es tener una idea y transmitirla tanto si es para una única persona o para cinco millones. Eso no hace a nadie un mentiroso, pero el objetivo es convencer”. “El talento es una cosa, y luego está la forma en que lo nutres y lo desarrollas. Puedes ser rico o exitoso, pero siempre puedes ser mejor.” “Había pasado 12 años para construir una carrera como actor de cine. Pero yo soy una rata de teatro”. “La peor palabra del mundo es ‘contento’. (…) No estoy contento porque tengo un objetivo”. “He aprendido a trabajar con el sistema, pero soy un extraño. Creo en la alteración y en ver las cosas que vienen”.
Jaime Rubio Hancock nos cuenta las nociones básicas de propaganda política:
- Di las cosas una o dos veces. Tres, si alguien pregunta. No hace falta insistir.
- Crea distracciones (pan y circo). Si la gente está entretenida, no se fijará en los problemas de verdad.
- Inventa problemas y luego crea soluciones.
- Vende las medidas impopulares como si fueran inevitables.
- Recurre a la emoción más que a la razón.
- Mantén al público en la ignorancia.
- Culpa al ciudadano de la situación en que se encuentra.
- Redefine las palabras o usa otros términos para referirte a los mismos conceptos.
- No tengas opinión sobre nada. Siempre habrá alguien en desacuerdo contigo, así que la única forma de contentar a todo el mundo es no articular ninguna idea concreta.
- Critica a tus adversarios. Digan lo que digan, todo es demagogia.
Sobre el poder, la revista recoge frases como éstas:
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” (Spiderman)
“La sabiduría te da poder y el carácter, respeto” (Bruce Lee)
“Tal vez aquellos que mejor manejan el poder son los que nunca lo han buscado” (Dumbledore, director de Hogwarts, donde estudia Harry Potter)
“Cuando el poder del amor se imponga al amor por el poder, el mundo sabrá lo que es la paz” (Jimi Hendrix)
“El poder arbitrario es como la mayoría de las cosas duras y rígidas: es muy probable que se rompa” (Karem Abdul-Jabbar)
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un mal diagnóstico de ellos y aplicar los remedios equivocados” (Groucho Marx)