Jornada en Atenas, en la Reunión Medierránea con colegas de Italia,
Portugal, Grecia, Israel, Turquía y España. Paseo ayer por la tarde por la
plaza Sintagma, Plaka y los alrededores de la Acrópolis. Cena en el restaurante
Ágora, cercano al hotel. Atenas está bulliciosa y llena de vida, una imagen
bien distinta de la que nos ofrecen los medios.
En la prensa de ayer, excelente artículo del maestro José Antonio Marina,
con motivo de ARCO. “ARCO comienza divirtiéndome y acaba aburriéndome, como una
sesión de chistes”. Ya nos lo advirtió JAM hace 20 años en su libro ‘Elogio y
Refutación del Ingenio’: el arte se ha escindido en dos ríos, el de
transformación de la tradición estética (Picasso) y el de la sucesión de
ocurrencias (Duchamp). “Aquella corriente admiraba la creación; ésta, el
ingenio”. “Lo que los artistas no se tomaban en serio, los espectadores lo
aceptaron con una solemnidad un poco cómica. Nadie se atrevió a decir que el
rey estaba desnudo, ni a desmontar la burbuja económica en que se ha convertido
el arte. ¡Buen chiste!”. Gracias, José Antonio, por esta reflexión tan
poderosa.
ARCO, la Feria del Arte, ha estado dedicada a Colombia como país
invitado. El presidente Juan Manuel Santos la clausuró ayer por la tarde.
Excelente entrevista de mi amigo John Carlin al presidente de Colombia (doble
página en El País): “Nunca habíamos visto a las FARC tan comprometidas” y
especial sobre este maravilloso país en el mismo diario.
También me han interesado los artículos sobre Lucas Silva, el nuevo
jugador del Real Madrid. El joven futbolista brasileño dedica seis horas
diarias a estudiar castellano e inglés. Una empresa de coaching monitoriza sus
progresos.
Diego Torres escribía sobre ‘El entrenamiento cognitivo de Lucas Silva’:
“Lucas Silva permanece aislado. “Protegido”, dicen, empleando el lenguaje
institucional. El Real Madrid no le permite hablar en público, de momento. Para
eso están sus representantes. Y ellos aseguran que se trata de un muchacho
estupendo. Un centrocampista obsesionado con la idea de perfeccionarse. Un
abnegado estudioso de sí mismo que cada tarde, cuando goza de intimidad, dedica
su tiempo libre a autoevaluarse. Coge el ordenador, abre el informe que le
envía la consultora Sport Networking, y examina, una a una, todas las acciones
que ha realizado en el último partido con un método especialmente desarrollado
para auxiliar a futbolistas ambiciosos. Lucas, a decir de su entorno, lleva más
de una semana estudiando cada detalle de sus intervenciones en los partidos que
jugó contra el Schalke y el Elche. Su propósito es adaptarse a Europa
saltándose el tradicional periodo de ajuste que afecta a los brasileños.
El programa que emplea Lucas discrimina cada fundamento del juego y lo
expone clasificándolo en secuencias de vídeo. Cada partido se disecciona en
listas de vídeos recopilatorios de coberturas, de robos de balón, de ayudas, de
controles, de pases o de desmarques. El futbolista examina sus actuaciones en función
de tres elementos: situación de la pelota, situación suya en el campo y
situación de los rivales. Del cálculo de estos parámetros deduce si la jugada
ha sido óptima, mejorable o simplemente un error. La operación acaba con un
balance porcentual de aciertos y fallos. El ejercicio tiene una vertiente
lúdica. La meta es conseguir que Lucas se autocalifique y en el camino entienda
el juego. Una vez al mes realiza una conferencia con un experto en análisis del
juego a través de Skype. Es lo que los analistas denominan “entrenamiento
cognitivo”.
Sport Networking es una consultora futbolística radicada en Barcelona. Su
director técnico es Albert Rudé, doctor en Ciencias de la Actividad Física del
Deporte. Jaime Fortuño, uno de los fundadores, asegura que los futbolistas que
practican este método llegan a adquirir un conocimiento académico de cosas que
antes hacían por instinto: "Después de analizar, por ejemplo, 60 cortes de
vídeo de desmarques propios y cotejarlos con 60 cortes de desmarques de otros
jugadores, para compararse con los aciertos y los fallos ajenos, la
autoevaluación acaba convirtiéndote en un experto del desmarque".
La empresa asesora a clubes en diez países, incluyendo el Cruzeiro, donde
jugó el último fichaje del Madrid. Contactaron con el futbolista en octubre de
2013 y lo primero que hicieron es una radiografía de su juego a partir de sus
últimos cuatro partidos. Con el perfil en la mano se plantearon prioridades.
Sin alterar la técnica individual, la táctica, ni el físico. Fortuño asegura
que no puede revelar exactamente qué aspectos están trabajando con Lucas,
porque han firmado una cláusula de confidencialidad. Añade que no se pretende
interferir en la labor del entrenador. Al contrario.
“Este servicio”, explica Fortuño, “se hace fuera del club, como el alumno
que acude a clases particulares de matemáticas. La cuestión es que, por
ejemplo, el jugador sepa por qué hace un buen desmarque o una buena cobertura.
Que no solo lo haga por intuición sino porque domina los conceptos. Es decir: que
utilice el metaconocimiento. Así podrá hacer buenos desmarques y buenas
coberturas con más frecuencia”.
Acostumbrado a jugar de mediocentro único en el Cruzeiro, ahora Lucas
debe aprender a maniobrar como volante en el particularísimo sistema de 4-3-3
del Madrid. A los 22 años ha pasado de manejar todo el equipo a ocuparse de una
parcela en la derecha del mediocampo que le exige, sobre todo, guardar las
espaldas a Bale y Carvajal. Su entrenador, Carlo Ancelotti, se resiste a
intercambiar su posición con la de Kroos. “Kroos”, advierte el técnico, “por
delante de los centrales ocupa una posición muy importante, y cambiarlo por
otro que todavía no tiene costumbre de jugar con nosotros puede ser complicado
para el equipo. Lucas ha demostrado una gran inteligencia en ataque y en
defensa. No hace jugadas de una calidad extraordinaria pero juega muy simple,
muy preciso, y muy rápido en el pase del balón”.
Lucas lleva un mes autoanalizándose para adaptarse. “La gran diferencia
con Brasil”, observa Fortuño, “es que aquí el fútbol es más posicional. Allí
las transiciones ataque-defensa y viceversa son vertiginosas. Los jugadores
pierden posiciones. Aquí las transiciones son más organizadas y permiten un
mejor balance. En Europa los equipos se preparan antes de hacer la transición,
tanto para atacar como para defender. Esto resta espacios y tiempo. En Brasil
pierdes un balón y vas a presionar instintivamente. Aquí el jugador pierde la
pelota y piensa: ‘¿Debo ir a presionar o debo guardar la posición?”.
De momento, la conclusión a la que ha llegado Lucas es que más le vale
guardar la posición y asegurar los pases que ser atrevido. Porque nadie espera
que haga una genialidad y esa es la presión que se quita. La presión que
atenazó a Illarra tras su fichaje de 40 millones. La presión que él comenzará
por disolver realizando labores de fontanería al servicio de Bale. Algo
sencillo. Algo que el equipo necesita con urgencia para no partirse por el
medio.”