El inmenso talento de Paco de Lucía y la disección de Podemos por John Carlin


Ayer, en el AVE directo de Barcelona a Madrid, mi compañero de trabajo Fernando Sobrino y un servidor disfrutamos del documental ‘Paco de Lucía: La búsqueda’, dirigido por su hijo Curro Sánchez Varela. Una cinta impresionante sobre la vida y las opiniones de uno de nuestros mejores músicos de todos los tiempos. Me gustaría hacer una “historia de los Quijotes españoles”, y en ella sin duda figurará el autor de ‘Entre dos aguas’.
Cuando pasas el grandísimo talento de Paco de Lucía por el “filtro del azafrán”, que elaboramos la Dra. Leonor Gallardo y un servidor analizando los historiales de vida de Cristiano Ronaldo, Leonel Messi y Radamel Falcao, te percatas de que cumple los 10 requisitos:
1.     El bulbo del talento: Su padre, guitarrista, y su hermano mayor Pepe
2.     La tierra para el talento: Aprender guitarra
3.     La decisión estratégica: Marchar a Estados Unidos
4.     Convertirse en diferente: Traspasar los límites del flamenco
5.     Perdonar a quienes le ofenden
6.     Contar con un coach: Sabicas le considera discípulo
7.     Saborear las alegrías de la vida
8.     Contar con un representante
9.     Dedicar 10.000 + 10.000 horas de práctica deliberada
10.  Convertirse en una Marca poderosa
Por otro lado, el gran periodista John Carlos ha estado escribiendo una serie de tres artículos sobre “lo que quiere Podemos”, el partido de nueva creación que según la última encuesta del CIS se está convirtiendo en el voto útil de la izquierda y cuyo “hermano” Syriza ya tiene el gobierno en Grecia.
En ‘Los caballeros de la mesa redonda’, Carlin comienza con la descripción del mitin de Podemos en Barcelona a 4 días de la navidad. ”Gente de todas las edades, de los dos años a los ochenta, la mayoría de pie, con los ojos puestos en una puerta al fondo de la sala por donde saldrá el hombre llamado a señalarles el camino. Pasan los minutos —doce y cinco, doce y diez, doce y cuarto— y aún no aparece. Pero la multitud no se desanima. Se deleita con la sensación de estar participando en un momento histórico y corea una consigna tras otra, todas cargadas de ilusión, aunque de origen diverso. “¡Sí, se puede!”, eco del “Yes, we can” de la campaña electoral del presidente de Estados Unidos; “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”, importada de América Latina, de las luchas antiimperialismo yanqui; “A por ellos, ¡oé!”, de la liturgia futbolera; y “¡Paaablooo! ¡Paaablooo!”, al ritmo que marcan los fieles del vecino Camp Nou —“¡Meeessiii! ¡Meeessiii!”— cuando aclaman a su ídolo.”
El líder, “Pablo Iglesias, profesor de Ciencias Políticas de 36 años que, justo un año antes, con otros cuatro docentes de la Universidad Complutense de Madrid, decide fundar Podemos. Ahora es su secretario general, primus inter pares y cara pública de la nueva formación, el líder de la primavera española que hoy agita a la vieja Europa. Viste camisa blanca, vaqueros azules, zapatos deportivos negros con rayas blancas, marcando la diferencia con la encorbatada burguesía. Podemos representa cambio, futuro y modernidad, pero la coleta larga que luce le da un aire rockero años setenta.” “Es catedrático pero el plato fuerte de su discurso es un cuento para niños, una fábula sobre gatos y ratones de fácil digestión para todas las edades: los gatos son los malos, los representantes de la casta dominante, y los ratones son el pueblo, los buenos. Dice —su tono urgente, disparando palabras como balas— que ni él ni ninguno de los fundadores de Podemos son Podemos: “¡Podemos sois vosotros!”, para luego agregar: “Hay cientos de miles que dicen ‘El de la coleta soy yo”. Declara: “Yo soy de izquierdas”, pero al instante matiza: “El poder no teme a la izquierda sino a la gente”. Y afirma: “No he venido a Cataluña a prometer nada a nadie. No me fío de los políticos que hacen promesas”.
“En la sede del partido, en la plaza de España en Madrid, reina el ambiente despacho-garaje de una start-up californiana. Unos diez jóvenes en vaqueros y camisetas trabajan intensamente en una ambiciosa misión: conquistar los corazones y las mentes del público votante español. Sus armas, ordenadores portátiles y teléfonos móviles, las herramientas digitales con las que Podemos ha logrado amplificar el mensaje del partido con tan frenética efectividad.”
“Sin las redes sociales no estaríamos donde estamos hoy en las encuestas”, cuenta Ardanuy, que estudió Ciencias Políticas en la Complutense, habla como si tuviera prisa como Iglesias y luce dos colas rastas, largas y finitas. “En otra época uno transmitía su mensaje yendo de puerta en puerta”, dice. “Hoy todo ocurre al instante”. Gracias a Internet los simpatizantes de Podemos, 300.000 de ellos suscritos a la página web Plaza Podemos, son todos vecinos. A través de esta plataforma, de Twitter y de una aplicación para móviles llamada Appgree han armado foros de debate que aportan ideas al proceso de decisiones del partido y a la vez funcionan como un servicio de datos, ofreciendo la materia prima con la que el liderazgo afina los mensajes que tienen mayor resonancia entre la población.”
Porque “no todos los rebeldes de Podemos son jóvenes, Carlin describe a Jesús Montero, 51 años, el recién electo secretario municipal del partido en Madrid. “No todos los empresarios son iguales”, afirma Montero. “Hay dos culturas empresariales. Una es casta, la otra quiere contribuir al bienestar social, como la familia Botín en el Banco Santander”. ¿Habla en serio? “¡Sí! Yo estoy convencido de que hay empresarios de buena voluntad. Hay sectores del capitalismo emprendedor que saben que necesitan un país con menos desigualdad social, que entienden que así expanden su mercado. Seguro que Ana Botín [presidenta del Banco Santander] se vería con Pablo Iglesias y hablarían de estas cosas”.
Votar cada cuestión importante. “Como se vio en Alemania en su día, la sabiduría de las masas es un concepto cuestionable, muchas veces basado en la ignorancia o en la histeria colectiva. En temas delicados y complejos de economía, o de política extranjera, las ideas que aporta la masa tuitera a las grandes cuestiones del día pueden resultar de poco más valor que las de los pasajeros al piloto cuando un avión atraviesa aires turbulentos.”
John Carlin concluye su primer artículo sobre Podemos: “Lo que sí tiene Podemos es lo que más necesita un partido que pretende ganar elecciones: una narrativa identitaria al alcance de todos. Se presentan al imaginario colectivo como los caballeros de la Mesa Redonda que, junto al pueblo enardecido, pretenden atacar, despoblar y ocupar el castillo negro donde se atrinchera la despiadada casta. Errejón no discrepa de la metáfora pero matiza que “aún falta mucho para llegar a las murallas”. Es decir, en una Europa en la que la soberanía nacional es limitada, en un mundo más económicamente interdependiente que nunca, un Gobierno como el español poco puede hacer solo para, por ejemplo, aumentar el gasto público o reducir el paro. Como decía hace poco en una entrevista a la BBC el presidente saliente de Uruguay e ídolo de Podemos, José Mújica: “El problema es la realidad porque no hacemos lo que queremos, hacemos lo que podemos dentro del margen de la realidad”.
En la segunda parte, ‘La casta somos todos’, Carlin disecciona la narrativa del partido de Pablo Iglesias: contar una historia, breve y emocional. Su atracción no está en la fuerza de sus ideas, sino en su visión moral. “No existe el capitalismo con rostro humano”, le dice Monedero, al que entrevistó durante 45 minutos.
Y en la tercera, ‘La religión por otros medios’, la narrativa más allá de las ideologías, los programas y las promesas. “De lo que se trata es de ganar”. Ambigüedad en el programa económico, la ilusión de una sociedad honesta. Y un líder “que no es Martin Luther King ni Felipe González”: “Su lenguaje corporal lo delató. Durante la mayor parte de los 20 minutos que duró su discurso tenía las dos manos puestas en las caderas, como un cowboy desafiante pero inseguro. El desafortunado cuento de los ratones tampoco indica que posee el oído o el sentido del humor necesarios para poder conectar visceralmente con las grandes masas. Pero Iglesias piensa rápido, maneja datos y da la cara. Sus carencias se diluyen frente a las del evasivo Rajoy y las de la bovina clase política española, en general.” “Hablando de Dios, el mensaje de Podemos contiene permanentes alusiones cristianas. Lo que venden, en el fondo, es el mensaje de Cristo, el de aquel Cristo indignado que cuando llegó al templo denunció a los mercaderes y, en las palabras del evangelio, “echó fuera a todos los que compraban y vendían en el templo, y volcó las mesas de los cambistas… Y les dijo: ‘Escrito está: mi casa será llamada casa de oración pero vosotros la estáis haciendo cueva de ladrones”. Como Pablo de Tarso, “de todo para todos”. Carlin concluye: “Seguirán a la caza de idealistas y soñadores, de hombres y mujeres de fe que se arriesguen a incorporarse a su cruzada popular contra la malvada casta; apelarán menos a las mentes que a los corazones, donde los mensajes políticos calan más hondo y, si los profesores logran que el combate político se dispute no en el terreno intelectual, sino en el emocional, sus adversarios lo tendrán difícil para ganarles la contienda.”
Gracias, John, por analizar como tú sabes (desde Shakespeare para el mundo) un fenómeno tan VUCA: volátil, incierto, complejo y ambiguo.