El desarrollo del talento y el Rey Lear


Hoy sábado es día de entierro y de duelo, de melancolía y de preciosos recuerdos.
Ayer pude disfrutar de la sesión sobre Desarrollo del Talento en el Programa de Coaching Ejecutivo y Deportivo de la Universidad de Málaga, con un magnífico grupo de entrenadores, deportistas, emprendedores, empresarias… Me encanta “provocar” lo que hoy sabemos y podemos sentir sobre el Talento, como poner en valor, como Capacidad por Compromiso por el Contexto adecuado, como algo móvil que se debe cultivar. Muchas gracias a quienes formáis parte de este maravilloso programa, de una de las mejores universidades de nuestro país.
He estado viendo, al llegar al Tryp Alameda (un hotel que me encanta), el programa ‘Atención, Obras’ con Lluis Pasqual (Reus, 1951) entrevistado por Cayetana Guillén-Cuervo (una presentadora a la que admiro). Hijo de panadero, Lluis es un gran director de escena. Ha representado a Chejov, a Shakespeare (Hamlet, La tempestad), a Lorca (La casa de Bernarda Alba), a Valle-Inclán (Luces de Bohemia), a Harold Pinter (Celebración), a Juan Mayorga (La Paz Perpetua), etc. Fundó el Teatre Lluire en 1976, al que volvió en 2010, en plena crisis, para reflotarlo desde el gusto del público. Un justiciero de nuestro tiempo. Ahora nos propone ‘El rei Lear’ hasta el 27 de febrero, con Núria Espert representando el monarca.
Esta obra de Shakespeare es una profunda reflexión sobre la fidelidad y la lealtad, sobre la sinceridad y la aportación de valor. Esencial para nuestras organizaciones. Traté de analizarla en ‘Shakespeare y el desarrollo del Liderazgo’, porque es un drama atemporal, tan útil hoy como hace cientos de años. Espero ver esta función en Barcelona antes de que sea demasiado tarde.
Ya conoces el argumento: Lear, rey de Bretaña, un viejo tirano mal aconsejado, tiene tres hijas: Goneril, mujer del duque de Albania; Regan, mujer del duque de Cornuailles, y Cordelia, soltera a cuya mano aspiran el rey de Francia y el duque de Borgoña. Con la intención de dividir su reino entre las tres hijas según el afecto que ellas sientan por él, Lear pregunta a cada una cómo le quiere. Goneril y Regan “le hacen la pelota” y cada una recibe un tercio del reino; Cordelia, mucho más digna, dice que le ama como manda el deber. Enfadado por la respuesta, el rey divide su parte del reino entre las otras hermanas, con la condición de que él, con cien caballeros, sea mantenido por una de ellas turnándose.
El duque de Borgoña se retira y el rey de Francia acepta a Cordelia sin dote. El conde de Kent, al lado de Cordelia, es desterrado, pero disfrazado sigue al rey. Goneril y Regan, en cuanto tienen el poder, muestran su verdadera cara, faltan al pacto y le niegan a su padre la escolta de caballeros; cuando el Rey, indignado, rechaza su hospitalidad, le dejan que vague por el campo durante la tempestad. El conde de Gloucester siente piedad del viejo rey y se hace sospechoso de complicidad con los franceses que desembarcan en Inglaterra a instancias de Cordelia; el duque de Cornuailles le ciega.
Para procurar la ruina de su padre, Edmund había calumniado ante él a su hermano, el legítimo Edgard, por lo que huye de la ira paterna. Disfrazándose de mendigo loco, Edgard vive en una cabaña, y precisamente en ella buscan refugio durante la tempestad Lear junto a su bufón y el fiel Kent. Lear, reducido al nivel de un mísero vagabundo, siente por primera vez en su corazón la angustia del sufrimiento humano; la prueba es demasiado ruda y se vuelve loco. Kent lo lleva a Dover, y allí Cordelia lo recibe con cariño.
Las hermanas Goneril y Regan se han enamorado ambas de Edmund, convertido en conde de Gloucester. Goneril, para quitar de en medio a la rival, la envenena; pero en su intención de desembarazarse de su propio marido es descubierta por una carta y Goneril se quita la vida. A Edmund, acusado de traición, lo mata Edgard en un juicio de Dios; vencedor de los franceses, había dado ya orden de ahorcar a Cordelia, prisionera junto con su padre; demasiado tarde, a punto de morir, revela su feroz orden.
Lear, que soñaba con estar siempre al lado de su hija, y por ello soportaba resignadamente la prisión, ve cómo la estrangulan ante sus propios ojos y muere vencido por el dolor. El duque de Albania, que no había aprobado la manera como Goneril trataba a su padre, le sucede en el reino. Edgard, que se había convertido en lazarillo de su padre ciego y le habla quitado de la mente la idea del suicidio, es restaurado en el título con honores.
El drama es uno de los más potentes de Shakespeare. “Los hombres han de tener paciencia para salir de este mundo, tanto como para entrar: todo es estar maduros”. En palabras de Karl Schlegel (1772-1829): “Del mismo modo que en Macbeth Shakespeare llevó el terror a la cúspide, parece que en El rey Lear agotó las fuentes de la piedad”.
Es mejor el espíritu crítico y estar rodead@ de gente inteligente. Mi gratitud a las personas que, más allá de ser fieles como un cánido, son leales y aportan valor.