Valentía, Autoridad y Falsos mitos sobre el cerebro


Esta mañana de viernes he estado con una de las mejores directoras de Recursos Humanos de nuestro país. Apasionada con su labor, está consiguiendo que su jefe (el Director General) se interese por el Coaching Estratégico y que sus compañer@s (miembros del Comité de Dirección) sean cada vez más conscientes de la importancia de ser un auténtico Equipo (que no un grupo) y del Liderazgo en la práctica. Mi gratitud hacia ella.
Después, con Loles Sala (Directora de Personas y Talento de  ManpowerGroup) hemos hablado con Mariam Pedreira, project manager del Top Employers Institute. Se aprende muchísimo de la referencia en certificación de los empleadores punteros. Me gusta el lema de Top Employers: “Develop. Always”.
Y reunión con mi buen amigo Carlos Herreros, presidente de honor de AECOP. Uno de los mejores coaches de nuestro país, en punta de lanza de Estrategia y Neurociencia. Me gusta mucho aprender de él y se lo agradezco especialmente.
Por la tarde, he encontrado hueco para ver la última película de Phillip Seymour Hoffman, ‘El hombre más buscado’, basada en la película de John Le Carré. El argumento es el siguiente: “Un joven ruso, sin papeles, consigue llegar a Hamburgo. Lleva encima una extraordinaria cantidad de dinero, se declara musulmán devoto y presenta signos de haber sido torturado. Los espías de tres naciones, dedicados a la lucha antiterrorista, están convencidos de que han localizado a un importante terrorista islámico. Una abogada idealista, defensora de los derechos humanos, y un poderoso banquero son los únicos que conocen la verdadera identidad del joven.” Un relato de espionaje a la vieja usanza, pero con las complejidades de la lucha antiterrorista después del 11-S. PHS, soberbio.
He estado leyendo una serie de artículos en internet que me han provocado reflexiones.
En su web, Mónica Fusté nos aporta “los cinco consejos para vivir con más valentía”: www.monicafuste.com/2014/5-consejos-para-atreverte-a-vivir-con-mas-valentia/ Son éstos:
1.     1. Guíate con el corazón (lo que sientes) y no con la mente condicionada (lo que piensas).
2.     Enfócate en lo que vas a ganar y olvídate del miedo a perder.
3.     Cambia la palabra “incertidumbre” por “libertad”.
4.     Libérate de la adicción a la infelicidad.
5.     No des espacio a la duda ni esperes más.
Y concluye: “Te aseguro que cuando experimentas la profunda alegría que produce la libertad y la ausencia de miedos, nunca más querrás una vida segura y cómoda porque sabrás lo que significa vivir realmente con intensidad.” Gracias, Mónica, por tan sabios consejos.
En ABC.es, Pilar Quejada nos presenta “Nueve falsos mitos sobre el cerebro”. El cerebro humano no es estático sino cambiante (es enormemente plástico), no utilizamos solo el 10% del  mismo (de hecho, su tamaño se ha triplicado desde el paleolítico), no hay dos hemisferios desconectados (cerebro solo hay uno), la inteligencia no depende del tamaño del cerebro (sino de las conexiones cerebrales), no está inactivo mientras dormimos (el cerebro nunca descansa), escuchar música pacientemente (el “efecto Mozart” no es tal), no funciona como un ordenador (a no ser que fuera una “computadora líquida”), no hay realmente cerebro de hombre y cerebro de mujer (las investigaciones invitan al escepticismo) y no se pierden neuronas con la edad (depende del ejercicio físico y mental). Los avances en la Neurociencia son fascinantes.
Y también de Pilar Quijada (este artículo, ayer), “El cerebro del jefe es diferente”. Pilar se hace eco de un estudio de Oxford según el cual estar en cada uno de los extremos de las jerarquías sociales se debe a las redes neuronales. Cuanto mayor es el estatus, más grandes las zonas “primitivas”, como la amígdala y el hipotálamo. En los “subordinados”, es el cuerpo estriado el de mayor tamaño (está en los núcleos basales y analiza las consecuencias de nuestras acciones). Los dominantes estrechan mejores lazos sociales. Está investigación de Oxford se ha hecho con 25 macacos (sometidos a resonancia magnética estructural y funcional), lo que no garantiza que pase necesariamente lo mismo con humanos. Y lo más importante: no quiere decir que “nazcamos” con ese cerebro, sino que lo hemos desarrollado de esa forma. En cualquier caso, “El estatus social no sólo depende de interacciones sociales competitivas (lucha o huida), sino que también se basa en lazos sociales que promueven la formación de coaliciones”, según Matthew Rushworth, uno de los líderes de la investigación.