Anoche estuvimos viendo en DVD ‘Los juegos
del hambre: En llamas’, otra de las películas del malogrado Phillip Seymour
Hoffman, y el tercer partido de pretemporada del Real Madrid, en Michigan
contra el Manchester United. Más allá del récord de espectadores (109.000), fue
un mal partido del equipo blanco. CR solo jugó los 20 minutos finales, Bale
estuvo muy solo, Casillas no paró prácticamente nada y lo del falso 9 de Isco
es un experimento fallido. Ancelotti ha prometido que su equipo irá a la final
de la Supercopa (12 de agosto en Cardiff contra el Sevilla de Unai Emery) con
otro espíritu. Veremos.
He estado leyendo ’10 Hábitos de la Gente con
Alta Inteligencia Emocional’, de Diego Lossada en AutoayudaPráctica.com. Las
personas con alta inteligencia emocional:
1.
Son
conscientes de su estado emocional.
2.
Sus
juicios están basados en hechos, no en suposiciones.
3.
Transforman
lo negativo en positivo.
4.
Son
capaces de poner límites y ser firmes si es necesario.
5.
Se rodean
de personas positivas.
6.
Viven el
presente.
7.
Cuidan
muy bien sus pensamientos y sus palabras.
8.
Compran
años de vida (a través de la experiencia de otras personas: leen, reflexionan,
etc).
9.
Saben
cuándo es el momento oportuno para hacer algo.
10.
Tienen
los ojos, la mente y el corazón abierto.
Gracias,
Diego, por esta valiosa reflexión que me ha hecho recordar los inicios de la
Inteligencia Emocional y que tan bien nos puede venir en verano.
Como sabes,
el concepto de “Inteligencia Emocional” es de Peter Salovey y John Mayer (1990)
y lo popularizó Daniel Goleman en un best-seller (unos cinco millones de
ejemplares) a mediados de los 90. Es la capacidad de gestionar nuestras propias
emociones y las emociones de los demás.
¿Hasta qué
punto podemos modificar esa capacidad, nuestra inteligencia emocional (que es
determinante en nuestra vida? Te recomiendo un artículo de mi admirado José
Antonio Marina, ‘Educación del Carácter, Núcleo de la Personalidad’, en
Cuadernos de Pedagogía, nº 396. www.educacion.navarra.es/documents/27590/203401/Educacion_caracter+MARINA.pdf/b8a65f02-a33d-44a5-82bd-a51f1854e3a8
En él, JAM nos recuerda que el carácter, desde la antigua Grecia, es el
conjunto de hábitos que configuran una personalidad. Los buenos hábitos se
llaman virtudes, y los malos, vicios. La Virtud (la areté) era la suma de
fortalezas intelectuales (como el pensamiento crítico, el razonamiento, la
argumentación, la creatividad) y morales: la tenacidad, la conciencia moral, la
capacidad de elegir, la valentía, la capacidad de resistir el esfuerzo y
aplazar la recompensa… Carácter, en griego, se decía “Ethos”.
Marina nos
enseña que hay tres niveles. La personalidad recibida (género, habilidades
intelectuales básicas, temperamento). La personalidad aprendida (mediante la
experiencia y el aprendizaje): carácter. La personalidad elegida, por el
proyecto de vida. “Si no fuéramos libres, nuestra personalidad y nuestro
carácter se confundirían”, explica José Antonio.
Afortunadamente,
somos libres (el libre albedrío está indisolublemente ligado al humanismo, como
explicaba en ‘El triunfo del Humanismo en la empresa’). Sin embargo,
aprovechamos poco esa libertad para cambiar a mejor.
Recordemos el
experimento de Walter Mischel con 16 niñas y 16 niños de 4 años y chuches
(marshmallow test), realizado en Stanford en 1970 y replicado muchas veces en
este medio siglo. Puedes verlo en Youtube: www.youtube.com/watch?v=IQzM8jRpoh4
A l@s impulsiv@s que se comen la chuchería inmediatamente, les va peor en la
vida (en términos de calificaciones académicas, índice de masa corporal y otras
variables), tal como se comprobó en 1990. Aplazar la recompensa es un gran
predictor del éxito en la vida.
¿Podemos
aprender, mejorar, asumir nuestra libertad, para que el carácter sea el elegido
por nosotr@s? Volviendo a la Inteligencia Emocional, Goleman hablaba de cinco dominios
que algunos convertimos en 5 S: Seguridad, Serenidad, Superación, Servicio y
Sinergia.
La Seguridad
en un@ mism@, la Autoconfianza, es consecuencia del conocimiento propio.
Debemos autodisciplinarnos en el diagnóstico, en elevar nuestra autoestima y
autodignidad, con hábitos tales como “Ser conscientes de nuestro estado
emocional” o “Vivir el presente”.
La Serenidad,
el autocontrol, debemos trabajarlo con hábitos como “Emitir juicios basados en
hechos y no en suposiciones” o “Ser capaces de poner límites y ser firmes”
(Asertividad).
El espíritu
de Superación, de marcarnos objetivos, de fluir (ponernos retos para elevar
nuestras capacidades a la altura de esos retos), a través de hábitos como
“Transformar los pensamientos negativos en positivos” (Optimismo) o “Saber muy
bien cuándo es el momento oportuno para hacer algo”.
El componente
de Servicio, la Empatía, la Orientación a los demás, con hábitos como “Rodearse
de personas positivas” o “Cuidar muy bien de los pensamientos y las palabras”.
La generación
de Sinergia a través de ser un equipo, de la influencia honesta, de la
autoridad moral (Liderazgo), mediante hábitos como “Comprar años de vida”
(aprender de l@s demás) o “Tener los ojos, la mente y el corazón abiertos”.
Puedes
convertir estos hábitos en “tus” hábitos, tu forma habitual de comportarte por
ti mismo (lo que es harto complicado), o ayudad@ por un/a coach, alguien que te
acompañe en la aventura de la educación de tu carácter. Tú decides.
Mi agradecimiento
a Walter Mischel y a José Antonio Marina por enseñarnos tanto de nuestra
naturaleza humana.