Último domingo de junio: entrenamiento de Zoe
en el Canillas, comida familiar, piscina…
He estado leyendo, además de la prensa del
día, el libro ‘Atención plena. El poder de la concentración’ de la investigadora
en ciencias del comportamiento Winifred Gallagher.
“La atención crea la experiencia y, en gran
medida, el yo que la memoria construye”, escribe la autora. “Toda la salsa y la
emoción de la vida provienen de nuestra idea de que en ella las cosas se deciden
de un momento a otro, y que no es el monótono repiqueteo de una cadena que se
forjó hace innumerables siglos” (William James). En su libro ‘Principios de la
Psicología’ (1890), uno de los padres de esta ciencia –el otro es el médico
alemán Wilhelm Wundt- define así la atención: “Todo el mundo sabe lo que es la
atención. Es el acto de tomar posesión, por parte de la mente, de forma clara y
vívida, de uno solo de entre los que parecen varios posibles objetos de
pensamiento simultáneos. Su esencia está constituida por focalización,
concentración y conciencia. Atención significa dejar ciertas cosas para tratar
otras de forma eficaz”.
La atención es un proceso neurológico y
conductual que es mayor que la suma de las partes (sinergia). Nos obliga a “ver
el bosque más allá de los árboles”. Como dice Winifred Gallagher, “experimentar
el presente en cuerpo y alma es la mejor manera de vivir”. Comprender el papel
de la atención en el aprendizaje (adquirir conocimientos y destrezas) y el
recuerdo es complicado, pero esencial para encauzar una vida centrada. Es “la
noción de que la atención define la conciencia, que es la esencia o el centro
de nuestra vida mental a lo largo del tiempo” (Steve Yantis).
De dentro afuera, los sentimientos
condicionan el enfoque. “El dolor se incrementa cuando le prestamos atención”
(Charles Darwin). Tenemos un “sesgo de negatividad” (prestamos más atención a
los acontecimientos desagradables que a los agradables), pero también dedicamos
más tiempo a las cosas agradables (“prestar atención a las emociones positivas
expande nuestro mundo”, Barbara Fredrickson).
De fuera adentro: lo que ves es lo que
tienes. “El asco es la emoción básica de cualquier civilización” (Paul Rozin).
La Dra. Fredrickson, de la Universidad de Carolina del Norte, llama “puntos de
apoyo” al ajuste atencional-actitudinal que funciona como un “botón de
reinicio” emocional.
Estamos programados para prestar atención.
Hasta un 50% puede ser estar determinado por la genética. Podemos medir nuestra
capacidad de absorción en el IMP (Inventario Multifásico de la Personalidad),
creado por Auke Tellegen. Sin embargo, como dice Tellegen: “La forma de prestar
atención interactúa con las circunstancias”. El medio influye tanto como la
herencia.
La autora se refiere al reportaje de The
Washington Post ‘Perlas antes del desayuno’, con el violinista Joshua Bell
tocando en el metro con su Stradivarius de 3’5 M $. El periodista Gene
Weingarten observó la reacción del público. A los 45’, 1.070 personas no habían
prestado atención alguna. Solo 7 se habían detenido a escuchar la música.
Acostumbrado a ganar 1.000 $/minuto, Bell obtuvo 32 $. Un aficionado a la
música clásica que había estudiado violín le dejó 5 $. Una que le reconoció, 20
$.
“Todo lo que modifica la conducta transforma
el cerebro” (Richard Davidson, Universidad de Wisconsin). La experiencia en
general y la atención en particular influyen tanto en el cerebro como en la
conducta. Es nuestra forma de prestar atención y las cosas sobre las que nos
centramos lo que tiene consecuencias en el terreno neurofisiológico y
conductual.
Las relaciones tienen mucho que ver con la
atención (neuronas espejo). “El alma selecciona su propia sociedad” (Emily
Dickinson). Con el tiempo, las personas que forman una pareja se van pareciendo
más a esa imagen idealizada que el otro ha construido (Sandra Murray, NYU).
Gallager nos habla sobre el “flow”
(Csikszentmihlayi): un 20% de las personas fluye una o más veces al día; un
15%, nunca; la mayoría, de forma ocasional. El 44% fluía mientras practicaba
deporte; el 34%, en una afición; solo el 13% viendo la tele.
Respecto a la toma de decisiones, la autora
cita a Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía 2002, y su principio de la
“racionalidad vinculada”. La “ilusión de enfoque” es que “nada en la vida es
tan importante como parece, cuando estás pensando en ello”. con la atención,
evitas emociones negativas (Seligman).
Las personas creativas suelen tener una
asombrosa capacidad de atención (Ellen Langer, Harvard). Por eso el
“mindfulness” ayuda a ser más creativ@.
Focus interruptus: no existe en realidad la
“multitarea” (David Meyer, Michigan). Trastornos de atención, como TDAH (Javier
Castellanos, NYU: Atención, memoria y función ejecutiva están estrechamente
relacionadas).
La motivación es no perder de vista el
objetivo (atención) y la experiencia nos demuestra, en términos de salud, que
donde fluye al atención acude la energía.
“¿Cielo o infierno? Depende de donde pongamos
la atención” (John Milton, El Paraíso perdido).
Un libro muy interesante. Mi gratitud a la
autora y a los investigadores que nos ayudan a darnos cuenta del poder de la atención.