He estado leyendo
‘El ruido y la señal’, de Nate Silver. Un libro importante que merece una
entrada en este blog, porque Nate es una de las personas más sensatas a la hora
de realizar predicciones, y por tanto uno de los que más acierta.
En ese libro, nos
habla de la diferencia entre la correlación y la causalidad. Que dos variables
correlaciones no significa que una sea causa de la otra (puede ser
coincidencia, o ambas ser efectos de una causa común). Por ejemplo, si
analizamos en distintos pueblos el nacimiento de niños y la llegada de
cigüeñas, puede darse el caso de que ambos datos correlacionen de forma
significativa. ¿Por el hecho de que las cigüeñas traigan los bebés (de París)?
Está claro que no. Porque una mayor tasa de natalidad y la migración de estas
zancudas pueden ser la consecuencia de buenas cosechas. Siempre hemos de
utilizar el sentido común, como nos enseñaba el Catedrático de Estadística de
la Universidad Autónoma de Madrid, Antonio Pulido Sanromán.
Si confundimos
correlación y causalidad, ya sabemos qué selección ganará el Mundial de Brasil
2014. Fijémonos en el año 1966, hace 48 años. Austria ganó Eurovisión (este
año, también). El Real Madrid conquistó la Champions (como este año). El
Atlético de Madrid se hizo con la Liga (los colchoneros hicieron lo propio hace
un par de semanas). El Betis descendió y el Dépor ascendió (el equipo
hispalense, desgraciadamente, ha sufrido la misma suerte y es muy probablemente
el de La Coruña, a falta de dos jornadas, juegue en Primera la próxima
temporada). Y el Mundial 1966 lo ganó… Inglaterra.
¿Significa que la
pérfida Albión vaya a conquistar el campeonato? Es muy poco probable, porque
Inglaterra fue la anfitriona hace 12 torneos y se han dado muy pocos casos de
que una selección gane en otro continente. La correlación juega a favor de los
británicos; la causalidad, de momento no.
Por si acaso,
Stephen Hawking, uno de los científicos más reconocidos, ha salido al rescate
de su país. Como buen futbolero, ha dejado de lado momentáneamente sus
investigaciones sobre los agujeros negros y el origen de la vida para ayudar,
futbolísticamente hablando, a los suyos.
La fórmula de Hawking
para que se cumpla la profecía es que Inglaterra juegue al 4-3-3, vista de rojo
y dirija el partido un árbitro europeo. Además, el calor, la altitud y la
distancia juegan en contra de los anglos. Hawking se considera más cualificado
para acertar que el pulpo Paul, pero no estoy tan seguro.
Con todos los
respetos para este gran físico, ganar o no el Mundial es cuestión de talento,
de entrenador (que es el responsable de que el talento individual se combine en
talento colectivo, generando sinergias con un equipo de verdad) y de la suerte,
que es preparación y oportunidad.
Goldman Sachs también
ha hecho de las suyas y pronostica un Brasil vencedor, en una final contra
Argentina. En semifinales, los albicelestes contra La Roja, 1-1, y pasan Messi
y sus compañeros por penaltis.
A falta de que Del
Bosque ofrezca la lista de los 23, el valor de la selección española es mayor
que el de la inglesa (por mucho que la Premier League sea un escaparate
fabuloso) y la canarinha, D. Vicente es uno de los mejores coaches del mundo y
si vemos los finalistas de Champions y Europa League, todos fueron ibéricos
(tres españoles, uno portugués). El Chelsea de Mourinho se quedó en
semifinales, batido por el Atleti de Simeone.