Anoche llegué a Andorra desde
Zaragoza, vía Lleida y hoy todo el día en el Principado hasta la tarde. Una
reunión directiva de inicio de año ilusionante y sanamente ambiciosa.
Cada vez estoy más convencido (lo
digo por el curso de liderazgo con directores de colegio ayer y por el equipo
de alta dirección de hoy 14-I-14) de la importancia de los retos. De saber y
transmitir lo que un@ quiere y de poner toda la carne en el asador para
lograrlo.
Lo digo también por una reciente
investigación de Linkedin en la que ha preguntado a una muestra de 8.000
profesionales en todo el planeta si han terminado trabajando en algo
relacionado con lo que siempre soñó. ¿El porcentaje? Te puedes imaginar que es
cercano al óptimo paretiano (en el mundo de hoy, en esta nueva era que llamamos
Talentismo, Wilfredo Pareto y su 20/80 se impone a Gauss y su “campana” de la
normalidad). Sí, el 21% trabajo en algo parecido a lo que soñó.
En realidad, la mitad de ese casi 20%
realmente han acabado desarrollando su carrera profesional en lo que deseaban
desde niños (la vocación, la pasión, el “elemento”). El 8’9% de las personas
termina haciendo la carrera que desde niños se habían imaginado (un
“experimento” de Yale que en realidad nunca sucedió hablaba de un 3%, por lo
que nos podemos dar “un canto en los dientes”).
¿Y por qué más del 80% no cumplieron con su vocación?
Según la mitad de ellos, porque fueron cambiando a medida que iban creciendo. Y
según el 16% de los preguntados, porque sentían que su sueño era demasiado caro
o demasiado difícil de conseguir (esto es, porque abandonaron antes de tiempo).
Por profesiones, la más deseada, con
el 7’7% de las respuestas, es la de ingenieros (en Linkedin explican que
especialmente en la India es una carrera muy deseada). En segundo lugar, el
puesto de piloto de helicóptero o de avión (un 7%). La profesión de periodista,
en tiempos tan glamourosa, ocupa a nivel mundial la séptima posición, con el
3’2% de las respuestas.
En fin, que la pregunta que solemos
hacer a nuestros hijos “¿Qué quieres ser de mayor?” tiene cierta importancia.
Mi hija Zoe quería ser piloto, y ahora, a sus 13 años, parece que se decanta
hacia la ingeniería (le encanta montar máquinas). Espero que, además de hablar
castellano, inglés y francés, aprenda alemán (le vendrá muy bien como
ingeniera) y además tenga sensibilidad cultural (por trabajará en una
organización y, a medida que la promocionen, tendrá cada vez menos contacto con
las máquinas y más con las personas; su inteligencia emocional, que es el 90%
del liderazgo, será clave).
“Y los sueños, sueños son”, escribió
D. Pedro Calderón de la Barca. Estamos hechos de la materia de los sueños, en
realidad. Somos proyecto, potencialidad, deseo, sueño. Hemos de tener vocación (para
desarrollar nuestro talento) e ideales, como diría Mandela, por los que merece
la pena luchar.
Mi gratitud al equipo directivo con
el que he estado trabajando hoy. Una prueba fehaciente de retos, de proyectos,
de sueños que convertirán en realidad.