Redes sociales: Poder y Meritocracia


He estado leyendo “Internet puede salvar tu empresa… o hundirla”, de Rodolfo Carpentier. Rodolfo es presidente de Digital Assets Deployment (la primera incubadora española de negocios de internet con presencia global) y en este libro presenta las claves para transformar una pyme tradicional en un éxito del siglo XXI.
Me gusta su concepto de “envoltorio digital” (“la capacidad de crear entornos digitales que envuelvan nuestra oferta y generen red nos hace mejorar nuestra posición”). Y su decálogo:
1. No existe mejor servicio que el que se auto-ofrece el propio cliente
2. La red es social y nuestros productos y servicios lo deben tener en cuenta.
3. Tenemos que planificar nuestra empresa para poder acceder a ella a través de internet desde cualquier parte del mundo.
4. En la red hay que saber seguir a tu tribu.
5. El envoltorio digital de un bien (de un producto o servicio) vale más que el propio bien.
6. Busca lo que haces bien y construye sobre ello en tu web.
7. En la Red… construye red (Kevin Kelly).
8. Si no tienes trabajo, créalo para tu satisfacción.
9. Pensemos como mínimo en dos idiomas.
10. Costes variables contra costes fijos.

El libro de Rodolfo Carpentier presenta el caso de Domínguez e Hijos, S.L.
Una empresa que enmarca cuadros, que en los años de bonanza llegó a tener 50 empleados y facturar un millón de euros y que ahora está muy apurada. El hijo, que ha estudiado ingeniería de telecomunicaciones, quiere transformar la empresa familiar en una compañía global.
Una página web, nos cuenta el autor, debe tener un acceso sencillo, comprensible y lógico; buen diseño con poco texto, mucho gráfico, vídeo y testimonios de clientes; gran interactividad; capacidad de autoservicio; capacidad de generar conversaciones; gestión de consultas atendidas por los propios clientes (chats, foros, vídeos) y acceso de nuestros sistemas informáticos empresariales, abiertos al cliente para que siempre sepa lo que hacemos por él. Es una inversión importante, pero rentable.
En esta nueva era, el Talentismo, impera la “Economía de la atención” y somos mayoritariamente “prosumidores” (productores y consumidores a la vez). La empresa debe orientarse a ell@s, apostar por la “gamificación” (uso de la mecánica de jugabilidad en contextos distintos a los juegos). Para tener éxito en internet, nos cuenta Rodolfo Carpentier, debes “conocer bien quién es tu cliente y saber a qué tribu pertenece”. “Cuando una empresa no puede permitirse contar con personal especializado, debe buscar ayuda externa de mejor calidad cada día”.
La clave del éxito, siempre según RC, es entablar conversaciones. Y más concretamente un equipo comprometido y capaz (talento), contenidos de calidad acordes con el entorno (lo ideal es que sean generados por los propios clientes), plataforma informática ágil, orientada al autoservicio y la participación de registrados, visitantes y clientes, participación de los distintos empleados en web, blog, redes sociales, presupuestos concretos con objetivos medibles, acuerdos estratégicos para generar tráfico, marketing online que primer el mínimo coste de adquisición de cliente, análisis diarios del comportamiento de los visitantes, registrados y clientes en nuestra web y pruebas constantes para mejorar resultados.
Esencial el concepto de tribu (comunidad humana con un interés común), que data de 2003. El perfil de un miembro de la tribu tiene menos que ver con género, edad y procedencia y más con sus pasiones. “Conocer las pasiones de nuestros clientes y de los miembros de nuestra red es clave para obtener de ellos ayudas regulares en beneficio de nuestra propia pasión”. Generar beneplácito en la red es algo que se cultiva, que se riega a diario.
La reconversión empresarial imprescindible en el Talentismo requiere (Dave Plane, fundador de Xplane, citado por Rodolfo) de entender la cultura corporativa, empezar por lo pequeño, lo espacios requieren propietarios (el tendero virtual), la gente necesita su espacio propio, puntos de lanzamiento y “mira, escucha, ajusta y adapta”. El ritmo de innovación mínimo es lanzar un nuevo producto al mercado cada tres meses.
“Internet puede salvar tu empresa” es un libro importante, que hay que leer, estudiar y aprovechar bien. Gracias a Rodolfo, al editor (no se te escapa una) y a Leyre de APD, que me lo regaló esta semana en Bilbao.

Redes sociales y meritocracia. ¿Cuáles son los factores que apuntan a la eclosión del talento y a la construcción de una sociedad más equitativa? Tradicionalmente hemos pensado en las habilidades del individuo o los recursos de los que disponía. “La aparición de internet y las redes sociales, sin embargo, han cambiado el escenario y han aumentado en gran medida el grado de conexión social”.

Un modelo matemático, publicado en Nature Scientific Reports, ha puesto de manifiesto la importancia de esta conectividad en la actividad económica y en la compensación que los individuos reciben por su trabajo. Florentino Borondo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, investigador del ICMAT y coautor del trabajo, explica:

"El modelo que hemos llevado a cabo muestra que una red muy conectada será meritocrática, es decir, beneficiará a aquellos que tengan más talento y, en caso contrario, será topocrática y ganarán más aquellos que estén mejor conectados”.


El sector elegido por los investigadores para encarnar el modelo matemático ha sido el cultural. En él, cada agente tiene dos fuentes de ingresos. En la primera, que han llamado ‘estrella del rock’, los agentes obtienen sus ingresos por el contenido que producen. Un caso extremo serían 'genios' como Steve Jobs o John Lennon, que crean productos que todos quieren comprar. La segunda fuente de ingresos es la intermediación, necesaria para distribuir el contenido generado por los agentes.

En el modelo los agentes difieren en su talento –la probabilidad de producir contenido popular– pero también en la posición que ocupan en la red. La pregunta que se hicieron los investigadores es bajo qué condiciones la posición de la red importa más que el talento de los agentes. La respuesta es que la posición de la red domina en redes menos conectadas, y por lo tanto, “la conectividad de la red determina si el sistema es meritocrático o topocrático”.


Cuanto mayor sea el grado de conectividad entre los individuos, más fácil será contactar directamente con otros y, por tanto, más meritocrático será el sistema.

El modelo predice que internet y las nuevas tecnologías contribuyen a la creación de un sistema en el que las ganancias estén más relacionadas con el talento de cada persona que con su lugar dentro de la red.
“En el siglo XXI es necesario introducir la topología de las redes de transacciones económicas como una componente más dentro de la teoría económica”, considera Borondo.

“Para que un sistema económico sea muy meritocrático se necesita una red tremendamente conectada, y basta con hacer unos cálculos sencillos para ver que hoy la sociedad no lo está. La buena noticia es que el aumento de las conexiones propiciado por las nuevas tecnologías está haciendo que la meritocracia sea cada vez mayor, al posibilitar que una persona pueda entrar en contacto fácilmente con muchas otras y eliminar muchos intermediarios”.

En redes dispersas los individuos tienden a generar sus ingresos en mayor medida actuando como intermediarios, conectando a los productores con los compradores. Incluso, si las redes están muy poco conectadas puede ser necesaria la actuación de varios intermediarios.

Esta es la razón por lo que este tipo de redes tiende a ser topocrática, es decir, en ellas los ingresos están determinados principalmente por la posición ocupada en una red y el grado de conectividad con otros. En las redes muy conectadas, sin embargo, los individuos pueden vender sus productos directamente a los demás, y no necesitan compartir una gran parte de sus beneficios.

Los investigadores también han calculado el umbral a partir del cual una sociedad topocrática inicia la transición hacia una meritocrática, lo que depende tanto del grado de conexión de la red como de la distribución de los ingresos entre productores e intermediarios. Cuando los ingresos se distribuyen de manera equitativa entre productores e intermediarios la transición tiene lugar cuando la distancia entre el productor y el comprador final es, como media, de dos agentes.

Si hay más agentes (o ‘nodos’, en el argot de las redes complejas) el sistema será topocrático. En este modelo, por tanto, los famosos ‘seis grados de separación’ implican una red altamente topocrática. Sin embargo, si la parte que se lleva el intermediario es menor, también lo es el grado de conectividad necesario para que el sistema sea meritocrático.

En el trabajo han participado investigadores de disciplinas tan variadas como la física, la química y la economía. “Se trata de un campo netamente multidisciplinar –dice Borondo–, ya que esa conectividad que en este caso hemos utilizado para representar transacciones económicas puede usarse también para conocer el cerebro, el comportamiento de los genes o la dispersión de enfermedades”.

Las matemáticas –la teoría de grafos, que estudia la arquitectura de redes como internet– son la base sobre la que se fundamenta esta disciplina.

Quiero poner tres ejemplos de autores de éxito que además son amigos míos (he hablado de sus libros en este blog): Irene Villa y su “Nunca es demasiado tarde, princesa” (4ª edición). Tiene página en Wikipedia, su web (www.irenevilla.org) tanto en castellano como en inglés, 23.306 seguidores en Twitter (@-IreneVilla-) y ha publicado 6.761 tweets, y más de 50.000 amigos en Facebook como figura pública, además de su página personal.
Luis Galindo, cuyo “Reilusionarse” está en 7ª edición. 25.963 seguidores en  Twitter (ha publicado 7.532 tweets) y como figura pública, 13. 842 amigos en Facebook. Página web (www.luisgalindo.com), y vídeos en Youtube.
Y qué decir de Risto Mejide, cuyo último libro es “No busques trabajo” es uno de los más vendidos. 1.611.281 seguidores en Twitter (ha publicado 11.265 tweets), 168.073 seguidores en Facebook como figura pública, está en Wikipedia (en castellano e inglés) y tiene su web (www.ristomejide.com)
Mi gratitud a los tres: son unos fenómenos.

Ya sabes: relevante o insignificante.