Fin de semana de líderes en el cine:
“El lobo de Wall Street” (Jordan Belfort, interpretado por Leonardo di Caprio),
en la película de Martin Scorsese y “Nelson Mandela: Del mito al hombre”, la
versión cinematográfica de su autobiografía, “El largo camino a la libertad”.
Se trata de la historia de Nelson
Mandela desde su niñez y juventud (su abuelo era el gran jefe de la tribu soxa)
hasta su elección como presidente de la república sudafricana. En ese sentido,
conecta cronológicamente con “Invictus”, de Clint Eastwood, basada en el
espléndido libro de John Carlin, “El factor humano” (“Playing the enemy”, en
inglés), que narra la presidencia de Mandela y su triunfo con el Mundial de
Rugby al unir a negros y blancos (al parecer, Madiba aprendió el poder del
deporte para cambiar la situación gracias a Samaranch y su invitación a la
ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona).
El Liderazgo de Mandela, premio Nobel
de la Paz con todo merecimiento, es fascinante. Una persona de una presencia
muy impactante (por su altura, su elegancia, su distinción, su nobleza, su
grandeza), que hacía sentir a cada persona con la que trataba como alguien muy
importante, que tenía las ideas muy claras (su aparición en la televisión
sudafricana para abominar la violencia y provocar unas elecciones libres y
democráticas es muy inspiradora) y que servía a los intereses de su pueblo (de
la nación en su conjunto, la “nación arco iris”, una vez fue elegido
presidente). Una persona que sabía muy bien por lo que vivir y por lo que
morir, llegado el caso.
Excelentes las interpretaciones del
británico Idris Elba (Prometheus, Thor,
Luther) como Nelson Mandela y de Naomi Harris (Skyfall) como Winnie Madikizela Mandela. Una cinta de dos horas y media
que parece un documental y que quedará para la posteridad como un ejemplo vital
del hombre que más ennobleció la política en su tiempo.
Releyendo, ya en casa, “El largo
camino a la libertad” (publicado en 1994), dedicó su autobiografía (escrita de
su puño y letra desde 1974) a sus hij@s, niet@s y bisnniet@s. Está dividida en
once partes:
1. Una infancia en el campo. Su padre
le llamó “Rolihlahla” (literalmente “arrancar una rama del árbol”; en término
coloquial, “revoltoso”). De la casa real de Thembu “heredó” su presencia tan
majestuosa. Nació un 18 de julio de 1918, con el fin de la Gran Guerra.
2. Johannesburgo, donde estudió
Derecho y comenzó su labor como abogado.
3. El nacimiento de un luchador por
la libertad. “Ser negro en Sudáfrica supone estar politizado desde el momento
de nacer, lo sepa uno o no”. La sabia tutela de Walter Sisulu. La huelga minera
de 1946. La Campaña de Desafío de 1952.
4. La lucha es mi vida. La
Conferencia del CNA de finales del 52. La Constitución por la Libertad.
5. Traición. El 5 de diciembre de
1956 fue detenido por “Alta Traición”. El juicio comenzó en agosto de 1958 y
concluyó el 29 de marzo de 1961. En lugar de pena de muerte (que era lo
esperado), cadena perpetua para que Mandela y sus compañeros no se convirtieran
en unos mártires.
6. La pimpinela negra. La
clandestinidad. “Confieso que soy, en cierta medida, anglófilo”.
7. Rivonia. El fuerte en el que
estuvo detenido. Sus palabras finales en el juicio fueron:” He dedicado toda mi
vida a la lucha del pueblo africano. He combatido la dominación blanca y he
combatido la dominación negra. He acariciado el ideal de una sociedad
democrática y libre, en la que todas las personas convivan juntos en armonía y
con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que aspiro
a alcanzar. Pero, si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a
morir”.
8. Robben Island: los años oscuros.
En una celda minúscula desde 1964. En 1969 fue apresada Winnie y su hijo Madiba
Thembekile (Thembi) murió en un accidente de moto a los 25 años, con dos hijos.
Se le denegó la autorización para ir al funeral de su hijo.
9. Robben Island: el comienzo de la
esperanza. Se les concedió un uniforme, ciertos guardas comenzaban a hablar con
ellos. En junio de 1976 reciben noticias de un levantamiento en el país (el
levantamiento estudiantil de Soweto). Traslado a la prisión de Pollsmoor en
1982.
10. Hablando con el enemigo. Comienzo
de negociaciones. Desde 1990, el Presidente De Klerk comenzó el
desmantelamiento del apartheid.
11. Libertad. La liberación se
produjo el 11 de febrero de 1991. El viaje a Ciudad del Cabo y a Johannesburgo.
Anunció que se separaba de su esposa el 13 de abril de 1992. La muerte de Chris
Hani, una de las figuras más populares del CNA. El 3 de junio de 1993 se
fijaron las primeras elecciones no racistas para el 27 de abril de 1994. El 2
de mayo, De Klerk anunció que aceptaba los resultados. Mandela era el nuevo
presidente de Sudáfrica. El 10 de mayo tomó posesión.
He repasado también “La sonrisa de
Mandela”, el reciente libro de John Carlin (realmente magnífico,
imprescindible). Su legado tiene que ver con la Compasión, Templanza y
Generosidad. El arzobispo Tutu (y Carlin con él) lo resume en un concepto:
Magnanimidad. “Su imagen se acerca más que ninguna figura pública del pasado
reciente al ideal de héroe” (Lucy Hughes-Hallet, “Héroes”). A Carlin, el primer
occidental que le entrevistó, le enseñó la importancia de la generosidad, y que
se puede ser al mismo tiempo un gran político y una gran persona.
¿Liderazgo? Mi buen amigo John Carlin
cita al novelista David Foster Wallace: “Un líder de verdades alguien que nos
puede ayudar a superar las limitaciones de nuestra pereza individual y de
nuestro egoísmo y debilidad y miedo y lograr que hagamos cosas mejores, y más
difíciles que las que podemos hacer por nosotros mismos”. ¿Qué más se puede
añadir?
Mi profunda gratitud a Madiba, a
John, al equipo de “Mandela: Del Mito al Hombre”, a mis amigos que me han
acompañado esta mañana al cine y a comer juntos y a mi buen amigo Santiago
Vázquez, que publicó en su blog de APD: “Mandela. Ser feliz depende mucho de
querer serlo”: www.apd.es/inicio/Entrada.aspx?i=dfb26c43-e8f4-47cd-808f-69d6b3a94cd3
La Felicidad, como la Libertad, es una opción personal, aunque requiera de un
largo camino.