Comienzo la semana en Zaragoza. Le
estoy muy agradecido a Carmen Pellicer y la Fundación Trilema que me haya
permitido compartir con 70-80 directores de escuelas toda la jornada sobre
Liderazgo y Dirección. Gracias también a Macu, que ha sido la perfecta
anfitriona, y a todas las personas participantes, que renuevan mi fe en el
sistema educativo.
La Fundación Trilema,
entidad impulsora de la jornada, está comprometida con la investigación y la
transformación del mundo de la educación a través, principalmente, de la
formación de docentes y equipos directivos de centros educativos. Cuenta
con un equipo de profesionales especializado en formación, innovación y
gestión del cambio en instituciones educativas. Comenzó su trabajo en el año
1998 y actualmente participa en numerosas iniciativas no sólo en España sino
también en numerosos países europeos y americanos.
La Fundación colabora
de forma estable con las principales editoriales educativas, en publicaciones y
materiales escolares, con fundaciones y universidades e instituciones de
educación superior, así como con centros de profesores de diferentes
consejerías de Educación, patronales de educación concertada y con numerosos
centros educativos públicos y privados.
A lo largo del día he
pretendido compartir básicamente:
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La
diferenciación de los roles de gestor/a, directiv@, ejecutiv@ y líder. Todos
importantes, sin duda; sin embargo, el liderazgo debe trabajarse y mejorarse,
porque es esencial. El liderazgo no se improvisa, porque la calidad directiva supone
el 60% de la productividad.
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El
Liderazgo se concreta en siete actividades. Hemos de ser conscientes de
nuestras fortalezas, de nuestras oportunidades de mejora y no abusar de ninguna
de ellas.
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El clima
laboral (ambiente de trabajo) se centra en siete “notas musicales”. Debemos
optar inicialmente por la orientación a la tarea (expectativas, excelencia,
contribución, innovación) y posteriormente por la orientación a las personas
(reconocimiento, reto, ventaja) para hacerlo bien.
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No hay
Equipo sin Líder ni Líder sin Equipo. La unidad mínima del Liderazgo es el
tándem.
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El
Talento se detecta en términos de “inteligencia triunfante” y no inteligencia
fracasada, en capacidad por compromiso en el contexto adecuado y con las 4 D (Disfrute,
Diversidad, Dedicación y Dominio). Necesitamos desarrollar la inteligencia
emocional y la inteligencia ejecutiva.
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¿Cuántas
oportunidades hemos de dar a quien “no vale”? 2-3, no más. Si son más, nos
convertimos en cómplices. El impacto negativo de las personas tóxicas, en
términos de mal clima, es incalculable.
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Nadie
motiva a nadie. La motivación no es extrínseca (palo y zanahoria) sino
intrínseca. Hemos de apelar al propósito, la autonomía y la maestría.
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La falta
de compromiso se produce por talento agotado, descentrado, desanimado y
anómico. Hay un 29% de profesionales implicados y un 17% de “terroristas
corporativos”.
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Como
líderes hemos de practicar el reconocimiento y no el halago, y saber “liderar
al jefe”.
Conviene
practicar la escucha atenta y la comunicación asertiva (con tanta empatía como
autoconfianza).
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Para
fidelizar talento, el índice Gottman (5 emociones positivas por cada negativa)
y cinco horas a la semana hablando de temas aparentemente intrascendentes que
te hacen sentir bien.
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Cuidado
con las “personas tóxicas” (reducen tu esperanza de vida 10 años).
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Para
triunfar en esta nueva era, el Talentismo: contrato de empleabilidad, invertir
en educación, fluir con el proyecto, hacer equipo, generar capital organizativo
y ser arquitect@ de tu felicidad.
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La
felicidad no se busca, se construye voluntariamente a través de 12 actividades
deliberadas: motores como la gratitud, el optimismo y la fluidez; vínculos como
la amabilidad, las relaciones sociales y el saboreo de los placeres de la vida;
resiliencia, perdón y no darle demasiadas vueltas; actualización: objetivos,
valores y ejercicio físico y mental.
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El
liderazgo es talento para influir en los demás, es credibilidad, autoridad
moral. El/la líder no nace ni se hace; se cultiva (como talento que es), se
forja.
Hemos estado viendo
fragmentos de “Invictus” (el liderazgo de Mandela como gran ejemplo),
“Hoosiers” (un equipo de verdad) o “Profesor Holland” (el líder-coach). Ya
sabes, el cine como “método del caso” del siglo XXI.
Me ha alegrado mucho
comprobar que estos magníficos directores de colegios se van con deberes que se
han marcado para avanzar como líderes. “Los profesores son la sangre vital de
las escuelas”, dice Sir Ken Robinson. Estoy muy de acuerdo. Por ello, de cómo
estén liderados estos profesores y sus centros depende la calidad de la
enseñanza a los alumnos.