Vuelvo a Santander, mi tierra materna, en el
inicio laboral de diciembre. Esta tarde ha tenido el honor de hablar en CEMIDE
sobre “Liderazgo: Ante el fin de la recesión, es el momento de la Calidad Directiva”.
Sí, parece que estamos ante el fin de la
recesión, que crece el PIB (aunque tímidamente) como consecuencia del aumento
de las exportaciones, de la inversión en bienes de equipo, de la inversión
extranjera y del consumo. Podemos convertirnos en la “nueva Alemania” (como se
describe en el espléndido informe de Arcano) o en la “nueva China”. Como he
comentado en este blog, probablemente ambas cosas, en una sana y paretiana
proporción del 20/80.
La diferencia está en la Calidad Directiva,
que como sabes supone el 60% de la productividad y la competitividad. Y en este
aspecto no corren buenas noticias, porque en Liderazgo estamos en el puesto 51º
del mundo después de haber perdido 8 posiciones en el último año.
¿Qué podemos hacer? Trabajar en diez variables:
- Elaborar una Estrategia (de “océano azul”,
cuadro de mando integral y/o un tapiz de modelo de negocio).
- Convertirla en un Reto (emocional, que
inspire).
- Impulsar esa estrategia (la ejecución es el
90% de la misma).
- Hacer Equipo (un equipo es un grupo humano
que genera sinergia).
- Generar un Clima de alto rendimiento (que
es responsabilidad, en un 70%, de quien dirige el equipo).
- Dinamizar al Equipo (desde su constitución
hasta su pleno desempeño, siguiendo la curva de la S).
- Ser optimista y contagiar de optimismo
inteligente.
- Ilusionar.
- Actuar como entrenador de los integrantes
del equipo (líder-coach).
-Ser arquitect@ de la Felicidad (la Felicidad
se crea, no se busca; hemos de pasar, como nos ha enseñado María Graciani, “de
jefes a gefes –generadores de felicidad”).
Muchas gracias a mi gran amigo Enrique
Campos, fundador e impulsor de CEMIDE, a Ana, Miguel, Manuel, a Pilar y a todo el equipo, y a l@s asistentes
al acto.
He estado leyendo uno de los mejores libros
del año, La sonrisa de Mandela, del
gran John Carlin. Es “un retrato íntimo del hombre que inspiró al mundo”. El
mayor líder de nuestra época, contado por uno e los mejores periodistas y
escritores que conozco.
Carlin estudió Lengua y Literatura inglesa en
Oxford (es un apasionado de Shakespeare), empezó su carrera como periodista en
1981 y entre 1989 y 1995 fue corresponsal de The Independent. Fue el primer extranjero en poder entrevistar al
Presidente Mandela. “No puedo presumir de llamarlo amigo, pero sí sin asomo de
duda que él sabía perfectamente quién era yo y que había leído la mayor parte
de mis escritos, cosa que me llena de orgullo”, escribe John en el prólogo.
Estoy con el autor en que Mandela, tanto en
lo moral como en lo político, es la figura más destacada de nuestra era.
“Gracias a él me marché de Sudáfrica convencido de que un liderazgo noble e
inteligente no había desaparecido definitivamente del catálogo de las
potencialidades humanas”.
John Carlin describe su primera entrevista
con Mandela ya en el poder (76 años, un porte impresionante, elegancia y
naturalidad, tan majestuoso como accesible). “Su papel iba a ser más el de un
monarca unificador que el de un administración práctico”. Nos habla del primer
día tras salir de prisión (que fue un fiasco, porque se retrasó todo y leyó un discurso
preparado), de la primera rueda de prensa, de 40 minutos (“fue un ejercicio de
seducción de principio a fin”), de Winnie Mandela (Nelson y Cleopatra), cómo
cautivó a los negros y a los blancos extremistas (los “bitter-enders”), cómo
fue un héroe hasta para sus colaboradores directos, cómo hizo llorar a todos
con el Mundial de rugby, y su principal cualidad (según Desmond Tutu, la
magnanimidad).
Los ingredientes para que nadie, ni siquiera
la reina de Inglaterra ni el presidente de Estados Unidos, pudiera resistirse a
sus encantos, son, a juicio de Carlin, estos cuatro:
- Siempre se presentaba como un hombre de una
integridad inquebrantable y nunca traicionaba esa impresión inicial.
- Mandela trataba a todo el mundo con
respeto.
- Tenía carisma (más bien presencia), porque
infundía respeto y admiración.
- Poseía una extraordinaria empatía.
“Un líder de verdad es alguien que nos ayuda
a superar las limitaciones de nuestra pereza individual y nuestro egoísmo y debilidad
y miedo y lograr que hagamos cosas mejores, y más difíciles que las que podemos
hacer por nosotros mismos” (David Foster Wallace, citado por Carlin, op. cit.).
El autor ha aprendido de él cuál es el mejor
de los valores humanos: la generosidad (la gran cualidad del Talentismo). “Mi
hijo único se llama James Nelson en honor a mi padre y a Mandela, y desde que
aprendió a hablar he intentado enseñarle que lo más importante en la vida es
ser generoso”. Y que se puede ser al mismo tiempo un gran político y una gran
persona.
¡Qué gran libro! Cómpralo, léelo, estúdialo,
aprende del Liderazgo de Mandela (apliquémoslo a nuestra propia vida, como
legado) y regálalo a la gente que quieres. Mi profunda gratitud a dos grandes: Nelson
Mandela por su conducta y John Carlin por contárnosla.