AVE Madrid-Málaga a primerísima hora de la mañana, para impartir clase
en el Programa de Coaching Ejecutivo y Deportivo de la Universidad de Málaga.
Mi agradecimiento a Raquel, Ana María y
el resto del equipo de organizadores, por esta nueva edición de un Programa de
Formación de tanto éxito.
Sí, he leído Ambiciones y
reflexiones, de Belén Esteban. Me interesa por qué “la princesa del pueblo”
tiene en apenas dos días tres ediciones, todo un éxito. Es la maquinaria de la
televisión, especialmente de Telecinco, pero debe haber algo más.
Como explica Boris Izaguirre en el prólogo, “Belén Esteban lleva más
de quince años atrapando la atención del espectador. Y España es uno de los
países con mayor porcentaje de consumo televisivo”. Esta obra es fruto de
conversaciones entre el venezolano y la ex de Jesulín de Ubrique, durante la
primavera y el verano de 2013 en el Hotel Wellington, hotel de toreros (a un
servidor es un establecimiento que le trae muy gratos recuerdos, cuando Alfonso
Jiménez era el DG de la empresa propietaria). El libro está bien escrito (en 25
capítulos). No obstante, Boris Izaguirre es guionista y escritor (publicó su
primera novela a los 26 años, hace 22; ha escrito una decena de obras, entre
ellas Villa Diamante, finalista del
Premio Planeta 2007, y varios ensayos).
Un ejemplo del estilo del libro es el inicio del capítulo 15º,
dedicado a Fran: “Hay amores que ciegan y amores que matan. Amores tranquilos y
amores tormentosos. Amores que dan y amores que quitan. Yo siempre he buscado en
mi vida el amor con mayúsculas, querer y que me quieran. Acurrucarme en los
brazos de un hombre para que me susurre palabras de amor al oído. Que me cuide,
me mime, me proteja. Tampoco es mucho pedir, ¿no? Después de todo, cuando yo
amo me entrego al cien por cien.”
¿Qué tiene de especial Belén Esteban? ¿Qué podemos aprender de ella
como “marca”? Al hilo de su historia, de sus reflexiones y de lo que nos cuenta
Boris Izaguirre en el prólogo, podemos ad-mirar (aprender a través de un relato
como éste) aspectos como:
- El nombre: “la princesa del pueblo”. Es del
pueblo, de San Blas (barrio humilde de Madrid), y por eso se identifican con
ella la mayor parte de las televidentes que consumen más de cinco horas diarias
de televisión (Sálvame dura 4’5
horas).
- El relato: pareja de un famoso torero, vive
en la finca de su marido (“Ambiciones”, un Falcon Crest con toros, explica la
Esteban), es expulsada junto con su hija Andrea por los padres de él y cuenta
su vivencia por los platós. “Ante las puertas cerradas de Ambiciones, estaba
naciendo una nueva Scarlett O’Hara, auténtica, española, completamente real”,
cuenta su prologuista venezolano.
- El personaje: claro, directo, llano, pensado,
brutal. La fortuna es de l@s valientes. Y además, tiene “otro instinto
infalible, que es saber con quién está hablando”.
- El lema: “¡Arriba la Esteban!”. La
supervivencia como instinto y convicción. Belén Esteban es “la mujer que tiene
que enfrentarse sola a un mundo empeñado en ser adverso”.
- 10.000 horas. Belén Esteban lleva 15 años en
la televisión (con Ana Rosa Quintana, con Jorge Javier Vázquez).
- El ave fénix: “El rostro, los gestos, las
expresiones, el ingenio, la picaresca y, desde luego, su voz, es como la del
ave fénix, el ave mitológico que en ella se convierte en realidad”, escribe
Boris.
- La importancia de su representante, Toño, que
es “su sombra”, como ella misma dice. Es quien la pone en valor.
Que Belén Esteban es una marca televisiva como pocas es indudable, nos
guste o no el perfil que nos muestra. Podemos aprender bastante, por
sorprendente que resulte, de un fenómeno mediático de esta envergadura.