Tu Actitud determina tu Altitud


Comienzo septiembre, laboralmente, en Galicia. Vuelo de las 7,25 de Madrid a A Coruña y regreso a las 17’45 h.
Los cuatro últimos días en Soria, en el retiro de relajación, visualización y meditación (el método REVIME de David Serrato, mi coach de Energía y Calidad de Vida) me han venido de maravilla. David nos ha hablado de la responsabilidad que cada un@ de nosotr@s tiene con nosotr@s mism@s, del arte de sanar tu vida, y nos ha enseñado a relajarnos, a meditar, a visualizar nuestras metas y objetivos de vida; nos ha enseñado Trasfurfing, Método Yuen y EFT (Técnicas de Liberación Emocional, en inglés). Con Elvira, David y Nuria hemos conocido el Pilates de una forma más integradora y sanadora y la reconexión; Conchi nos ha hecho reflexología podal y  con Belén, que es un ángel caído del cielo, terapias y cómo ella utiliza la intuición para que nos conozcamos a nosotr@s mism@s. Ángela nos ha alimentado deliciosamente y con mis compañeros de aventura he disfrutado al máximo. Una experiencia inolvidable.
De los muchísimos conocimientos que me llevo de Relájate, de la sociedad indivisible que forman David y Belén, me llevo dos principales: la conversión de materia en energía que, más allá de lo que nos cuenta la física cuántica, supone un antes y un después en nuestras vidas, porque somos energía (física, mental, emocional y de valores) y hemos de elegir lo que queremos; y precisamente que nuestra actitud (ante nosotr@s mism@s, ante los demás, ante la suerte que nosotros creamos mágicamente, ante la vida) determina nuestra altitud, hasta dónde podemos llegar.
Y hoy, reuniones internas de preparación del número cinco de la revista Konekto (te animo a que leas y difundas esta publicación que dirige Mar Delgado, referencia de la clase directiva), de nuevas propuestas a empresas en Galicia, de comunicación y consolidación de la marca profesional con Felipe, nuestro responsable de comunicación, y de planificación de acciones con Nuria, además de conocer a nuevos miembros del equipo, como Lumi y Gladys.
Y comida en casa de Mar y Enrique, con las tortillas de patata de Marisol (de las mejores del mundo), embutidos, pimientos rojos y de Padrón, vino blanco de Rías Baixas. Una comida en fraternidad, disfrutando de la compañía y de las viandas.
Por lo demás, un tiempo maravilloso, plenamente soleado, en Galicia. Volveré allí, a A Coruña, el día 30 de este mes, si no antes. Mi gratitud a tod@s mis compañer@s de IDEO, desde Iria, que tiene la amabilidad de recogerme en el aeropuerto a temprana hora, a tod@s las demás. La temporada ya ha comenzado.
EL día merece hoy dos poemas. Uno, de Vicente Aleixandre: El Alma
El alma


El día ha amanecido.

Anoche te he tenido en mis brazos.

Qué misterioso es el color de la carne.

Anoche, más suave que nunca:

Carne casi soñada.

Lo mismo que si el alma al fin fuera tangible.

Alma mía, tus bordes,
tu casi luz,
tu tibieza conforme. 

Repasaba tu pecho,
tu garganta,
tu cintura:
lo terso,
lo misterioso,
lo maravillosamente expresado.

Tocaba despacio, despacísimo, lento,

el inoíble rumor del alma pura, del alma manifestada.

Esa noche, abarcable;
cada día, cada minuto, abarcable.

El alma con su olor a azucena.

Oh, no: con su sima,

con su irrupción misteriosa de bulto vivo.

El alma por donde navegar no es preciso

porque a mi lado extendida, arribada,
se muestra
como una inmensa flor;
oh, no: como un cuerpo 
                                         
maravillosamente investido.

Ondas de alma..., alma reconocible.

Mirando, tentando su brillo conforme,

su limitado brillo que mi mano somete,

creo,
creo, amor mío,
realidad, mi destino,
alma olorosa,
espíritu que se realiza,

maravilloso misterio que lentamente se teje,

hasta hacerse ya como un cuerpo,

comunicación que bajo mis ojos miro
formarse,
organizarse,

y conformemente brillar,

trasminar ,
trascender,

en su dibujo bellísimo,

en su sola verdad de cuerpo advenido;

oh dulce realidad que yo aprieto,
con mi mano, que por
                              
una manifestada suavidad se desliza.


Así, amada mía,

cuando desnuda te rozo,

cuando muy lento, despacísimo,
regaladamente te toco

en la maravillosa noche de nuestro amor.

Con luz, para mirarte.

Con bella luz porque es para ti.

Para engolfarme en mi dicha.

Para olerte, adorarte,

para, ceñida, trastornarme con tu emanación.

Para amasarte con estos brazos que
sin cansancio se ahorman.

Para sentir contra mi pecho
todos los brillos,

contagiándome de ti,

que, alma, como una niña
sonríes
cuando te digo: « Alma mía... »

Y otro de Tania Evans:
Hoy he despertado curiosa
con las manos llenas de necesidades exploratorias
vestida de un deseo desbocado de tu lengua resbalando por mi cuello
¿Vienes?

Grandes poetas de ayer y de hoy para re-iniciar septiembre.