Ha llegado la hora de reinventar tu empresa


Entre mis lecturas de este verano ecuatoriano, me he traído, para leer de nuevo, Ha llegado la hora de montar tu empresa, de Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña. Alejandro es uno de los mejores emprendedores que tenemos, VP de la AIEE (Asociación de Inversores y Emprendedores de Internet), presidente y consejero delegado de varias sociedades y consejero de muchas más. Entre sus libros de éxito, Desnudando a Google y ¡Sí, puedes!, de los que he hablado en este blog. Los dos somos conferenciantes de la agencia Thinking Heads y hemos compartido y compartimos proyectos juntos.
Aprovechando que el número de agosto de la revista Emprendedores ha incluido el primer libro de Alejandro, me lo he traído para este lado del mundo. Es la obra práctica de un emprendedor que no habla de ello en plan teórico, sino a través de sus propias experiencias, de lo que funciona y no funciona.
“En el mundo empresarial actual se define con el término “emprendedores” al conjunto de personas capaces de encarar el desafío de crear nuevas empresas, servicios y proyectos para superar su situación y crecer, tanto personal como social, emocional y económicamente”, nos dice ASS-O. Para el autor, tanto emprender como aprender son actitudes (“te tienen preso”, como he dicho en varias ocasiones). “Para mí, emprender a crear un mundo propio, saltar al vacío y enfrentarse a un entorno en el que pareces predestinado a otra cosa.” Alejandro nos recuerda que empresario suele ser el capitalista (dispone de capital para invertir) y el emprendedor (que proviene de entrepreneur, y éste del economista francés Jean-Baptiste Say (1767-1832),que consideraba al empresario como motor de la economía). Alejandro escribe: “en pocas palabras, en España el empresario es comúnmente visto en ciertos sectores como un explotador”. Más claro, imposible.
Por el contrario, ser emprendedor es simpático y tiene un matiz romántico. Su denominador común es un perfil, su carácter de espíritu inquieto: “no quiere depender de nadie, se rebela ante la autoridad y las estructuras jerárquicas, lee y analiza su entorno en busca de oportunidades y tiene una enorme capacidad para desarrollar ideas innovadoras”. El autor cita al gran David McClelland (un servidor tuvo la suerte de aprender de él en Boston): asume la responsabilidad individual por el resultado de sus acciones, acepta riesgos moderados, posee capacidad de innovación, desea conocer el resultado de sus decisiones y acciones, se anticipa a las posibilidades futuras (planificación a largo plazo).
Hay personas creativas y personas innovadoras (las ganadoras son las que poseen ambas). “Para un espíritu emprendedor, lo más importante es conocer  a fondo su idea y su público objetivo”. Como ejemplos de dificultades, tenemos Wal-Mart, Apple, Coca-Cola, Yahoo! o Amazon.com Alejandro nos regala algunas frases célebres de Henry Ford, Edison, Thomas Watson, Donald Trump, Carlos Slim, Warren Buffet o Amancio Ortega. “El denominador común de todos estos personajes es el trabajo constante, paciente, lúcido y perseverante”.
Para emprender, la idea (“la idea no tiene alma; el alma la aportas tú”), la idea de negocio, con su viabilidad (“enamórate, pero solo de tu pareja”), analiza a través de un DAFO. Idea + Oportunidad de negocio + Capacidad = Éxito potencial. El ALMA es Aspirar a un sueño, Liderazgo, Money (no te quedes sin gasolina en pleno vuelo), Ambición.
Dar el salto: Alejandro opina que la crisis es una ocasión óptima para impulsar nuevos modelos de crecimiento. La motivación para emprender son la ilusión y las ganas. De hecho, el perfil ha cambiado (más mujeres, menos edad -36 años-, renta media). Se puede dar el salto desde la universidad, desde el desempleo, desde el trabajo. Hay emprendedores estudiantes, jubilados, profesionales de éxito, por necesidad, inversor, en serie, especialista, soñador…
El Plan de empresa: el autor nos anticipa las ventajas, los errores comunes, la estructura y contenido, el resumen ejecutivo, el equipo humano, la definición de mercado, el plan de marketing y el plan económico-financiero. Un capítulo especialmente valioso.
La ejecución: tipos de sociedades, trámites para la puesta en marcha, los aceleradores de negocio (franquicia, adquisición de empresas), la atracción, fidelización y desarrollo del talento, la búsqueda de financiación. Alejandro nos pregunta: “¿Sabes vender tu producto?” y después enumera los consejos para empezar (innovación y esfuerzo) y los errores comunes del emprendedor novato (“quien se detiene en el error y no avanza con él no es un emprendedor, es un turista”). Los errores suelen estar en la elección del sector, del equipo y del modelo de negocio”.
El libro acaba con unas reflexiones sobre las particularidades de España (sí, “Spain is different”; abandona la cultura de la queja y ponte a emprender, nos recomienda) y sobre el paso de emprendedor a empresario. El autor concluye: “Si algo tiene el empresariado español, y lo ha demostrado con creces, es que lejos de la mediocridad es audaz y tiene perseverancia, capacidad de regeneración y supervivencia. Pese a que hoy las circunstancias no le son favorables, estoy convencido de que la tenacidad y la ilusión de las nuevas generaciones de emprendedores conseguirán situar al empresariado español donde le corresponde”. Alejando Suárez Sánchez-Ocaña nos anima a formar parte de esa historia (y un servidor también, por supuesto).
Como las buenas películas, he disfrutado aún más de este libro la segunda vez que lo he leído. Gracias, Alejandro, por compartir tus enormes conocimientos y tu experiencia.
Y mi gratitud a las emprendedoras y los emprendedores que se juegan el tipo para que sus empresas sigan adelante.