En
nuestras vidas cotidianas solemos confundir la suerte y el azar, cuando no son
exactamente lo mismo. El azar (del árabe “flores”) es el caso fortuito, la
circunstancia imprevista. La suerte (del latín “sortis”, división de tierra de
trabajo; un sorteo es que hay unas tierras más productivas que otras) es,
además de un encadenamiento de sucesos “considerado” como fortuito o casual, .
Cada un@ nos forjamos nuestra buena suerte en función de que aprovechemos
nuestras oportunidades.
1. Ver la Serendipia en todas
partes. Para los expertos, somos más pelotas lanzadas al aire que capitanes al
timón del barco. Elizabeth Nutt Williams, profesora de psicología del St.
Mary’s College de Maryland, estudió a 13 mujeres profesionales: las que tomaron
ventaja tenían autoconfianza, eran competentes y contaban con una buena red de
contactos. Otro estudio de la Universidad del Estado de Carolina del Norte, con
42 ingenieros, demostró que sus trabajos llegaron de circunstancias
inesperadas. Es inevitable referirse a Richard Wiseman (Universidad de
Hertfordshire), que lleva más de una década analizando las expectativas de las
personas sobre su propia suerte. La gente que se considera con suerte suele ser
más extravertida, se presta más a encuentros supuestamente fortuitos y mantiene
más el contacto con otras personas. L@s suertud@s puntúan más alto en apertura,
más bajo en neuroticidad y tendencia a experimentar estados de ánimo negativos
como la ansiedad, la ira, la culpabilidad y la depresión. La suerte, para quien
se la trabaja, porque las profecías se autocumplen (las personas “con buena
suerte” encuentran una moneda en la calle; las de “mala suerte”, ni se fijan).
2. Practica el Reconocimiento
con la Suerte. La Serendipia favorece a quienes se toman la vida de una forma
más relajada, a quienes se marcan objetivos a largo plazo, a quienes no se
obsesionan por los detalles. Personas que no buscan convertirse en uno de los
mejores cirujanos de la Clínica Mayo, sino en ser un/a buen/a médico y ayudar a
sus pacientes. La apertura a las sorpresas de la vida, esa flexibilidad
cognitiva (de pensamiento) y conductual (de comportamiento) sirve para tener
buena suerte. Advertencia de Wiseman: “No prejuzgues, no clasifiques a las
personas ni a las situaciones hasta que las tengas a mano”. La conexión con
otras personas (presencial, en redes sociales), aporta buena suerte. “Haz cosas
diferentes”, sugiere Ben Fletcher, también de la Universidad de Hertsfordshire.
Si cambias hábitos, la suerte te favorece. Amplia horizontes. Y responde de un
modo positivo a lo que la vida te ofrece (la información visual es mayor, y por
tanto las oportunidades). Por el contrario, la ansiedad nos avoca a una “visión
de túnel”, rígida y estrecha.
3. Ve adelante. La consciencia
no es amiga de la serendipia. La obsesión con los logros (la consciencia como
hacer lo que se supone que debas hacer y mantenerte en ello, para Carol Sansone
(Universidad de Utah), es un problema. Con un solo enfoque te pierdes lo
inesperado, y probablemente el éxito. Richard Wiseman condujo un famoso
experimento en el que les dio a los participantes un periódico para que
contaran el número de fotografías en el mismo. “Hay 43”, dijeron algunos en
poco tiempo. En la segunda página, había un anuncio: “Deja de contar. Hay 43
fotos en el periódico”. Unos supieron verlo y el resto ni se fijó. Si no te
obsesionas con la tarea, la vida te ofrece atajos ventajosos. Otra baza a favor
de la flexibilidad. O somos personas con curiosidad o hemos “cristalizado”
nuestro pensamiento y nuestros hábitos hasta el punto de no permitirnos lo que
nos merecemos. Las reglas rígidas eliminan la buena suerte.
4. Di que sí. Cuando hay
oportunidades en la vida, debemos aprovecharlas. La mayoría no lo hace, por
duda y por ansiedad. “¿Cuál es tu impulso”, se pregunta Kashdan. Si no es el de
la apertura y la curiosidad, te lo pierdes. Las personas que aprovechan la
serendipia se atreven a probar cosas nuevas en lugar de lamentarse de su
situación. Los buenos resultados incrementan la auto-eficacia, la creencia de
que somos capaces de conseguir lo que queremos. Si creemos que no somos lo
suficiente buenos, capaces o atractivos, no llegaremos a experimentarlo. Deja
que la intuición te ayude. “Si esperamos a que todas las emociones negativas
desaparezcan, no vamos a ninguna parte”, dice Kashdan. Ante una decisión
difícil de tomar, plantéate qué es lo peor que puede pasar. “A veces hay un
coste a corto plazo, en tus recursos, tiempo o estrés.”, explica Sonja
Lyubomirsky, “Es como ir a una fiesta cuando no conoces a nadie. Provoca
ansiedad. Pero al final te lo pasas genial y conoces gente nueva. Pagas un
coste a corto plazo para un beneficio a largo plazo”.
5. Asume los errores. No todas
las oportunidades son positivas. Lo que ocurre es que la gente que aprovecha la
serendipia es resiliente (tiene serenidad y perspectiva). La clave es
perseverar. Recientes estudios de la Dra. Lyubomirsky demuestran que buscar la
novedad eleva el contento a corto y largo plazo. Y celebrar las circunstancias
azarosas añade novedad a nuestras vidas frente a la caída cognitiva del
envejecimiento.
Rebecca Webber considera que si bien algunas
oportunidades se escapan, otras aparecen. Y también que, por sutiles
influencias en el desarrollo del feto, las personas que nacen en verano (julio,
agosto, septiembre) suelen considerarse con mejor suerte que quienes cumplen
años en invierno. Richard Wiseman proclama que tu sentido de la suerte puede tener
que ver con cuándo llegaste a este mundo (no es astrología, sino ciclos de
sueño, etc). L@s “chic@s del verano” suelen ser más abiertas de mente, menos
neuróticas, que l@s de invierno (como toda regla, admite excepciones).
Finalmente, la flexibilidad que atrae a la suerte
se demuestra en tu diálogo interior. Si quieres relaciones románticas, no te
obsesiones con el perfil que debe cumplir tu pareja; disfruta de las
oportunidades de la vida. En el trabajo, no te pases de exigente; incluye
cierta apertura laboral. Con l@s amig@s, atrévete a ampliar tu círculo. Y así
con todo lo demás.
Mi gratitud a Rebecca Webber y a los
investigadores (Richard Wiseman, Sonja Lyubomirsky, Elizabeth Nutt Williams,
Carol Sansone, Kashdan). Atraer la suerte que queremos para nosotr@s tal vez
sea sentido común, pero hemos de convertirlo en práctica común.