Esta tarde, revisión de procesos de Coaching en
Zaragoza, dentro del Programa de Liderazgo Estratégico y Coaching Ejecutivo de
ESIC en la ciudad del Ebro. Y por la mañana he participado en un debate sobre
el talento, su desarrollo y la educación en ESIC de Pozuelo, dentro del
programa ESIC Actualidad. Gracias, Juan Pablo y Esther, por esta iniciativa tan
interesante. Pronto podrás ver este debate con José Miguel Ucero, compañero de
la Escuela de Negocios y ex jefe de desarrollo de RRHH en Enasa/Pegaso e
INH/Repsol, en la web de ESIC (http://esic.edu/actualidad/).
Ayer, además de preparar varios temas (entre ellos
el debate y varias propuestas), hice el itinerario FNAC – El Corte Inglés –
Casa del Libro en la zona de Nuevos Ministerios, para comprobar lo bien
distribuidos que están tanto “Messi, Falcao y Cristiano Ronaldo” como “El
per-verso libro de las carencias del alma” y almorcé mano a mano con uno de los
pensadores que más admiro. Disfruté de lo lindo.
He estado leyendo el libro ¿Perdiendo el control? La soberanía en la era de la globalización,
de Saskia Sassen. La profesora Sassen (1949), socióloga de la Universidad de
Columbia, es Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2013. Es una de
las mayores especialistas en globalización, inmigración, ciudades globales
(incluyendo el fenómeno del terrorismo), impacto de las nuevas tecnologías y
gestión del cambio social.
En ¿Perdiendo
el control? Saskia Sassen recoge una serie de conferencias de 1996, en las
que propone un nuevo sistema económico centrado en los flujos transfronterizos
y en las telecomunicaciones globales, que afecta a la soberanía y la
territorialidad exclusiva. “Sostengo que, en estas condiciones, la globalización
ha implicado una desnacionalización parcial del territorial y un trasvase,
también parcial, de algunos componentes de la soberanía del estado a otras
instituciones, a entidades supranacionales y al mercado global de capitales.”
Como nos recuerda la autora, el término soberanía,
que parte de Aristóteles, pasa por Bodin y Hobbes, por las revoluciones
americana y francesa, sufre un gran cambio en nuestros días. Pasó del
gobernante al pueblo (la soberanía popular en el estado-nación) y ahora se está
desnacionalizando por las prácticas corporativas. Sí, en el Talentismo la
globalización es una realidad. “La formación de un mercado global de capitales
representa una concentración de poder capaz de influir en la política económica
nacional de los gobiernos y, por extensión, en otras políticas también.” La
Sasser cita a Keynes: “El desarrollo del país es un subproducto de las
actividades de un casino”. Endeudamiento y escaso poder de los gobiernos para
regular sus economías.
¿Es el mercado global de capitales una amenaza para
la democracia? La autora opina que “es necesario restablecer el equilibrio”.
La inmigración pone a prueba el nuevo orden. Los
gobiernos suelen ser permisivos con los capitales y restrictivos con los
inmigrantes, cuando “la globalización económica desnacionaliza la economía y la
inmigración renacionaliza la política”. Según el Urban Institute de Washington,
los inmigrantes en EE UU aportan 30.000 M $ en impuestos más de lo que reciben
en prestaciones sociales.
Ayer en El País el filósofo Daniel Innerarity
publicaba El gobierno de los otros,
que comenzaba así: “Vivimos con la sensación de ser gobernados por otros.
Poderosas presiones exteriores —desde la dudosa autoridad de los mercados hasta
el creciente intrusismo de la comunidad internacional, pasando por los actuales
desequilibrios de la Unión Europea que han instaurado una hegemonía alemana o
el simple hecho de la afectación, el contagio y la mutua exposición que forman
parte de nuestra condición global— parecen convertir el ideal de autogobierno
democrático en una promesa que las actuales condiciones no permiten cumplir.”
Es más, “en el plano global se va configurando una
opinión pública mundial más vigilante y una comunidad internacional más
intrusiva, con errores por exceso (como la invasión de Irak en 2003) o por
defecto (las dudas frente Siria en estos momentos, por ejemplo).” En la Unión
Europea, el vocabulario dominante incluye supervisión, coordinación,
armonizaciones, riesgos compartidos, intervención, exigencias, vigilancia,
pactos vinculantes, créditos, regulación, salvamentos, disciplina, sanciones… “El
modo como se impone la austeridad en Europa es un ejemplo de erosión de nuestra
comunidad democrática, mientras que la actual vigilancia democrática sobre
Hungría constituye un deber para salvaguardar los valores de la Unión Europea.”
“En un mundo interdependiente, hemos de pasar de una
soberanía como control a una soberanía como responsabilidad.” “Ser responsable
únicamente respecto del propio electorado puede ser una forma de irresponsabilidad
cuando se dañan intereses de otros que de algún modo forman parte de los
nuestros. ¿Actúa conforme a los principios democráticos Angela Merkel cuando
pretende asegurarse la reelección a costa de graves daños sociales en los
países con los que comparte un proyecto de integración y una larga trayectoria
de cooperación?”. Innerarity ve “el gobierno de los otros” lleno de
oportunidades de democratización, pero también amenazas desde el punto de vista
de la justicia. “El nuevo lenguaje de la interdependencia, especialmente en el
seno de la UE, debería estar articulado por conceptos como deliberación,
equilibrio, mutualización, solidaridad, autolimitaciones, confianza,
compromisos, responsabilidad…” “Se acabaron los espacios delimitados de la
soberanía: tenemos que irnos acostumbrado a que nos digan lo que tenemos que
hacer, lo que únicamente resulta soportable si también nosotros podemos
intervenir en las decisiones de los otros. Una cosa es que esas intervenciones
hayan de estar justificadas y equilibradas por una lógica de reciprocidad y
otra que podamos volver a una relación de sujetos soberanos.”
Recuerdo cuando en los 80, en la asignatura de Teoría del
Estado, el profesor Tierno Galván, por entonces alcalde de Madrid, nos hablaba
de la “souveraineté”, el derecho exclusivo del poder político sobre una zona
geográfica y/o un grupo de personas (el concepto es de Jean Bodin, 1576). En el
Talentismo, el pueblo ha de seguir siendo soberano, por mucho que entidades
supranacionales beneficiosas como la Unión Europea o fenómenos como la
globalización nos planteen un cambio de escenario.