El Infierno según Dan Brown, el Amor según Haneke


Hoy jueves he estado participando en Barcelona en una iniciativa pionera de APD Zona Mediterránea, el Club de Mandos Comerciales. Hemos trabajado sobre La estrategia como arte, utilizando fragmentos de películas en las que se muestra cómo se “vende” un proyecto (Invictus), cómo se “vende” uno mismo (Intocable), cómo se desmotiva, involuntariamente, a un equipo (Glengarry Glen Ross), cómo se hace un equipo comercial (Hoosiers) y cómo el mando comercial puede dejar de ser un capataz y convertirse en líder-coach (El discurso del rey).
Precisamente hoy sale a la venta en castellano la última novela de Dan Brown, Infierno. Ayer tuve la ocasión de poder comprarla en inglés, y me la leí por la tarde. Reconozco que esa mezcla de ficción, historia y simbolismo que mostró en El Código Da Vinci o en Ángeles y demonios, me entretiene. Y que Robert Langdom, el profesor de simbología de Harvard (que ha interpretado Tom Hanks en las versiones cinematográficas de ambas novelas), me parece un personaje atractivo.
Infierno nos lleva por Florencia, la ciudad de Dante Aligheri, autor de La divina comedia. Allí visitamos la Piazza della Signoria, la Via Niccolò Machiavelli, Porta Romana, los Jardines Boboli, la galería de los Uffizi, el Palacio Pitti, la Gruta de Buontalenti, el Corredor Vasari, el Palazzo Vecchio, el Salón de los 500, el Museo Casa di Dante, la Plaza del Duomo, el Battisterio de San Juan (con las Puertas de Ghiberti)… Nos lleva por Venecia: la plaza de San Marcos (con los caballos en la Basílica), la estación ferroviaria de Santa Lucía, el Gran Canal, el Hotel Danieli. Y nos lleva por Estambul: Santa Sofía, la Torre Gálata, el Bósforo, Yerebatan Sarayi…     
¿La simbología? Saliglia (Superbia, avaritia, luxuria, invidia, gula, ira, acedia; los siete pecados capitales), el satán de tres cabezas que en el medioevo se asoció a la Peste Negra, el Mappa dell’Inferno de Botticelli, el Infierno de Dante, Catrovacer (Cerca trova), las puertas del Infierno de Rodin, la entrada de Hades de Doré, las acuarelas de Dalí, El sueño de una noche de verano, El triunfo de la muerte de Bruegel, la Sinfonía Dante de Liszt…
El Infierno, para Dan Brown, tiene que ver con la superpoblación (cada año, el mundo aumenta en el equivalente a la población de Alemania), con el calentamiento global, la escasez creciente de agua y alimentos (la última recomendación de la FAO sobre comer insectos parece que, desgraciadamente, va en esa línea) y sobre un mundo con más de 7.000 M de personas que no debería tener más de 4.000 M (los “malos” de la novela, el Consorcio, creen que la Peste Negra hizo posible el Renacimiento).
Las mejores frases del libro son, para un servidor, “La compasión es un lenguaje universal”, “Abandonad toda esperanza… aquellos que aquí entráis” (en la puerta del Infierno de Dante), “El miedo se propaga al doble de velocidad que cualquier virus”  y sobre todo “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral”. Toda una advertencia en este cambio de era.
Y también he estado viendo, en DVD, Amor de Michael Haneke. Óscar a la mejor película extranjera, Palma de Oro del Festival de Cannes, Goya a la mejor película extranjera, BAFTA, Cinco premios César, Mejor película europea… la crítica la ha tratado de maravilla.
Con música de Schubert, Bach y Beethoven, es la historia de una pareja de octogenarios (Anne y George), profesores jubilados, que se aman como lo hacían nuestros abuelos. Un día Anne sufre un infarto que le provoca hemiplejia. Entonces su amor se verá puesto a prueba.
Simple, honesta, íntima. Cine en estado puro. El guionista Salva Rubio la disecciona en su blog: un guión de 67 páginas (los gurús dicen que lo ideal son 120), con cuatro actos (un primer derrame y “la vida sigue igual”, la parálisis irreversible y el amor a una persona dependiente, la fuerza de la costumbre, los obstáculos crecientes con un cambio de estrategia).
Tal vez así sea el Amor. Por encima de todo.

Mi gratitud a Dan Brown y su amplio equipo; y a Michael Haneke, Premio Príncipe de Asturias.