¿Nosotros, los mercados? Nosotros, el talento


Comienza un nuevo trimestre, y ojalá la primavera de verdad. Y la inicio en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, sede de la Real Federación Española de Fútbol, impartiendo sobre Liderazgo en el XV Curso de Dirección Deportiva, que lidera Jorge Carretero, portavoz de la RFEF. No se me ocurre un sitio mejor (el mundo admira nuestro deporte, y en especial a La Roja) para empezar este trimestre, en el que deseablemente estaré varias veces a ambos lados del Atlántico.
Ayer tarde (lluviosa y fría, que animaba a quedarse en casa) estuve viendo en DVD De tu ventana a la mía, de Paula Ortiz. La historia de Inés, Violeta y Luisa (Maribel Verdú, Leticia Dolera y Luisa Gavasa), tres mujeres en tres épocas diferentes, en tres paisajes atronadores… y el amor como denominador común. Las tres sueñan mirando por la ventana, hasta que un giro inesperado les corta las alas. ¿Cómo defenderán su libertad, su dignidad, su rincón de felicidad? Y cuando todo parece perdido, ofrecen, cómo no, su corazón. En Fotogramas podíamos leer: “¡Qué bonita es esta película! Un ritmo más pausado que de costumbre, poco texto (la he visto en castellano con subtítulos en inglés, para degustarla más) y soberbias interpretaciones. Deliciosa. Precioso el final con la canción “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, de Mercedes Sosa: www.youtube.com/watch?v=e4HCtShGQgw
En El Cultural, leí un análisis de dos páginas del economista Carlos Rodríguez Braun sobre Nosotros, los mercados de Daniel Lacalle. Entre los libros más vendidos en No Ficción, precisamente éste en el número cuatro. Dos argumentos para comprarlo y leerlo.
Daniel Lacalle nació en 1967 (tres años menor que un servidor), estudió Económicas en la Autónoma de Madrid (igual que yo) y ha trabajado en Repsol (en mi caso, como consultor en los 90), en Enagas y después en los “hedge funds” (fondos cubiertos). Escribe una columna semanal en “El Confidencial” y colabora habitualmente en CNBC, The Commentator y The Wall Street Journal. Tiene fama, no de pensar “outside the box” (fuera de la caja), sino “against the box” (pensar contra la caja, en contra de lo establecido). Todo un Talento, sin duda.
El libro está dividido en tres partes: qué son y cómo funcionan los mercados financieros, la crisis de la deuda (macroeconomía) y los hedge funds y el mercado bursátil.
Daniel es un gran defensor del mercado, con sus vendedores (empresas, gobiernos, bancos de inversión, analistas) y los compradores (ahorradores, inversionistas). En medio, los “brokers” y los “traders”. El mercado no hace más que reflejar la naturaleza humana. En España, comenta el autor, el mercado aún es muy rudimentario por la existencia de núcleos duros (accionistas mayoritarios) y la falta generalizada de alineación entre los actores del lado vendedor (empresas sobre todo) y los clientes (accionistas minoritarios). Se mantienen en un entorno proteccionista.
“El mercado no ataca, se defiende” es el grito de guerra de Daniel Lacalle. Somos “capitalistas al alza, socialistas a la baja”. Los inversores de antes ahora son “los especuladores”. El mercado, nos dice el autor, se defiende porque intenta proteger su dinero, preservar su capital, ante una política de “represión financiera” (Carmen Reinhardt y Ken Rogoff): subidas fiscales, devaluaciones forzosas, rebajas de tipos de interés para sostener el gasto público y la deuda. Un combate en toda regla. “Son políticas que meten la mano en el bolsillo del ahorrador para financiar al endeudado. Y el inversor se defiende”. Lo de “la culpa es de los mercados financieros” es brillante (poderoso, abstracto, extranjero) pero, en su opinión, falso. Nadie (siempre según DL) sueña con una recesión. En la City londinense, 30.000 empleos menos al año.
La II Parte ha sido mi favorita. El mercado de la deuda: “Los ratios basados en el PIB son irrelevantes para analizar la solvencia de un país, porque el PIB es una magnitud muy manipulada. España ha caído un 5% del PIB, cuando todos los indicadores de liquidez y solvencia (ingresos, producción industrial, ahorro, acceso al crédito) han caído más del doble. Lo que le importa al inversor es la diferencia entre ingresos y gastos (la aceleración de los gastos, el deterioro de los ingresos). Cuando se entiende el acceso a la deuda como un derecho, tenemos problemas. “Toda la regulación del mundo no va a suplir la cultura y el sentido común. Hay que informarse, aprender. No es entretenido, pero es la única manera. Y aún así alguna vez nos equivocaremos”. Otro alegato a favor del Talento.
3’4 billones de euros es el aumento de deuda en la eurozona de 2006 a 2011. “Todos sabemos lo que hay que hacer, lo que no sabemos es cómo ser reelegidos si lo hacemos” (Jean-Claude Juncker). Los políticos suelen citar a Paul Krugman o Joseph Stigliz, premios Nobel de Economía, que proponen “más gasto público, estimular la demanda interna, olvidar el déficit”. Nada es casual.
¿Las agencias de calificación? Son parecidas a “un ente que le cobre a Paul McCartney y a Yoko Ono por decirles que los Beatles se van a separar”. Genial.
Grecia como síntoma. “En 2007, el sector financiero suponía el 87% del PIB  en EE UU, mientras que en Europa era del 320%. En 2010 el capital privado suponía más del 25% de la financiación en EE UU, en Europa menos del 4%”. “En España, el valor añadido bruto de la industria representaba en 2012 el 15’1% del total, apenas la mitad que hace 35 años”.
¿Ruptura del euro? No, gracias. La banca tiene un enorme peso (320% del PIB europeo) y Alemanía sufriría una gravísima recesión, ya que vende el 65% de sus bienes y servicios a la UE. “La unidad fiscal es lo único que puede salvar al euro”.
¿Especuladores? Daniel se pregunta: “¿Quién es más especulador que un gobierno que presenta unas estimaciones de PIB y de déficit que sabe que no va a cumplir? ¿Quién puede exigir compromisos de inversión a largo plazo cuando todas las decisiones políticas que se toman son para el corto plazo? ¿Cómo se va a solucionar la bola de nieve de la deuda en Europa cuando los agentes sociales claman que haya más gasto y por tanto más deuda?”
Derivados, prima de riesgo, políticas de estímulo como una patada hacia delante… Austeridad (que para Lacalle funciona, porque “más fastidia la quiebra, a mucha más gente y durante mucho más tiempo”).
El mejor capítulo, en mi humilde opinión, es el 22º: Las medidas que recuperarían la competitividad de España. Está basado en un artículo del autor en The Wall Street Journal, “Recipe for a Spanish Comeback” (http://online.wsj.com/article/SB10001424052702304782404577488283442408896.html). Ovidarnos del ladrillo (entre 2003 y 2008, la recaudación per capita creció un 40%, por este concepto) y centrarnos en cuatro pasos: Atraer capital, Reducir impuestos (especialmente renta y sociedades), Reforma estructural de las administraciones públicas y Cercenar subvenciones (15.000 M €, además del rescate bancario). Lápiz rojo: salarios públicos (más de 100.000 M € anuales, superior a la media de la UE, con menos funcionarios: “Mucho patrón para tan poco marinero”), asesores y administraciones duplicadas (22.000 M €), inversiones improductivas (infraestructuras, 11.000 M €), subvenciones. Si en lugar del “lápiz rojo”, viene la troika, los 100.000 M € saldrán de recortes a las pensiones, prestaciones por desempleo y despido masivo de funcionarios. Por eso, el “rescate” es algo que el Gobierno no pide y la UE no quiere conceder.
En la III Parte, sobre los hedge funds, sostiene que echarle la culpa a los fondos cubiertos es “como echar la culpa al camarero de la comida del restaurante”. Daniel Lacalle trata de convencernos de por qué invertir en un hedge fund y nos aporta diez reglas de oro a la hora de invertir (comprar lo que uno entienda; fijarse en cifras, no en comentarios, etc).
También me ha gustado especialmente sus recomendaciones de libros, cine y música sobre mercados. Respecto a las pelis, El pisito (1959), La vida de nadie (2002), American Psycho (2000), Glengarry Glenross (1992), Entre pillos anda el juego (1983), Pozos de ambición (2007). Genial selección.
Daniel Lacalle agradece, entre otros, a Emilio Ontiveros (uno de los mejores economistas; él sí que merece un Nobel), al editor Roger Domingo y al profesor Santiago Álvarez de Mon. Tres personas a las que un servidor también tiene mucho que agradecer.
En fin, que es un estupendo libro. Espero conocer a Daniel en algún almuerzo de autores y disfrutar aún más de su sabiduría. Y, aunque él está encantado en Londres con su esposa y sus trillizos, me gustaría creer (siempre seré un idealista) que un talento de tal envergadura debería estar trabajando en nuestro país y, con todo respeto, en una actividad mucho más productiva (se ve que Daniel adora los “hedge funds”, adrenalina pura, pero estoy con Javier Solana en el que una sociedad en la que el talento se va de “brokers”, “dealers” y similares no está muy sana). Mi agradecimiento a Daniel Lacalle, que defiende muy bien a los suyos (con argumentos de peso), a aquéllos a quienes él agradece (Emilio Ontiveros, Roger Domingo, Santiago Álvarez de Mon) y a los talentos que aprovechan lo que saben y hacen en pro de los demás.
“¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón” (Mercedes Sosa).