Este fin de
semana he estado viendo Ayer no termina
nunca, la última película de Isabel Coixet. Una cinta audaz, valiente, con
dos grandes interpretaciones (las de Candela Peña y Javier Cámara) y un guión
muy completo.
Me gusta el
cine de Isabel Coixet y el hecho de que tanto ella y yo como su hija Zoe y la
mía nos llevemos cuatro años. De su cine (nueve películas, un documental y un
corto), me quedo con Mi vida sin mí, La
vida secreta de las palabras, Elegy y Mapa
de los sonidos de Tokio. Un cine personal, emotivo y muy inteligente. De
ella, Sarah Polley (protagonista en Mi
vida sin mí) dijo en el prólogo del libro Isabel Coixet de Rafael Cerrato lo siguiente: “personalmente, es la
persona más generosa, divertida, temperamental, sabia, inmadura, maternal,
infantil que nunca he conocido. Lo es todo a la vez, estallando de vida. Tiene
una empatía y una perspicacia para otros seres humanos que es asombrosa. Es
alguien que hace que la vida parezca vertiginosa. Nunca he visto a nadie leer
tantos libros, ver tantas películas, probar tantos restaurantes y viajar a
tantos sitios en una semana.”
El argumento
es: Barcelona, 2017. Una expareja se reencuentra después de cinco años de
perder a su hijo por una negligencia médica. Él se marchó como profesor a
Colonia, como tantos que emigraron al extranjero con la crisis. Ella se ha
quedado y mantiene su dolor, viviendo con extrema dificultad.
Es una película
de bajo presupuesto, pero no es una película pequeña, porque durante casi dos
horas Carmen y Javier se preguntan por los sentimientos, por el dolor, por la
reconciliación y la resignación. ¿Una cinta sobre la crisis? Más bien sobre un
estado de ánimo triste, sin futuro, sin proyecto.
En el número de
mayo de Fotogramas, Nuria Vidal le da
un 4 sobre 5 y declara que “es su película más luminosa, más esperanzadora”. Y
Pere Vall le entrevista: “A mí lo que me cansa es no hacer nada, la
inactividad. Me agota. En los rodajes no me canso”. “Mientras haces la
película, eres feliz. Eres como el capitán de un barco, y ese barco es tu
universo. Y alrededor no hay nada más, solo el mar. No hay palabras para
describir esa sensación”. “Ayer no
termina nunca se alimenta de gente que me rodea, de las relaciones de
pareja, la manera que tienen las mujeres y los hombres de gestionar el dolor de
maneras diferentes, y también por esa niebla irrespirable que intentamos
respirar”. Para la directora, se oponen una manera visceral y otra cerebral de
enfrentarse al dolor (ella se sitúa entre ambos, más bien emocional).
Y también he
estado leyendo Qué harías si no tuvieras
miedo. El valor de reinventarse profesionalmente, de Borja Vilaseca. Le
tengo mucha admiración intelectual y cariño personal a Borja (creo que Borja
Vilaseca es a Barcelona lo que Sergio Fernández: periodistas, buenos autores,
directores de Masters innovadores y apóstoles del pensamiento positivo).
Un libro con
tres partes: Una cultura orientada al tener (el capitalismo), Una cultura
orientada al cambio, Una cultura orientada al ser (la era del conocimiento, la
empresa consciente). Es el fin de la era industrial, de un sistema educativo
obsoleto (“gente desmotivada que explica información inútil a gente que no le
interesa”), de la Corporatocracia.
Su consultora,
Koerentia, ha hecho una encuesta nacional sobre El estado emocional de las empresas españolas (enero 2010- marzo
2012) a una muestra de 3.876 personas de 171 empresas. Según ésta, el 75% de
los empleados se levantan por la mañana del lunes con resignación e
indiferencia. Básicamente, porque “no les gusta lo que hacen y se dedican
básicamente a cumplir con lo que les toca”. Casi el 80% de los empleados afirma
que su jefe es autoritario y egocéntrico. El 62% de los trabajadores afirma que
su jefe los controla constantemente y les impide “gozar de libertad y
autonomía”. El 63% afirma que en su empresa abundan los conflictos, la
negatividad y la gente insatisfecha. El 71% de los empleados rinden por debajo
de sus capacidades, “haciendo el mínimo esfuerzo para cumplir con sus
obligaciones”. Aún así, solo uno de cada diez piensa en cambiar de trabajo. El 73%
de los empleados considera que la cultura corporativa no promueve a mandos que
actúen como buenos líderes, ni la potenciación del talento ni la creatividad.
Esto se combina con la opinión de nueve de cada diez directivos de que “es
difícil encontrar en el mercado laboral responsables, competentes, motivados y
comprometidos” (Otto Walter) y con que al menos 7 millones de trabajadores
viven bastante estresados (4 millones, “quemados”), según la Universidad de
Alcalá de Henares. Más de un millón de españoles falta cada día a su puesto de
trabajo, un 6% del PIB o 64.000 M €.
Borja nos habla
de la era del conocimiento (el talentismo, para algunos de nosotros), de clase
creativa (Richard Florida), de educación emocional, de inteligencia financiera,
de marca personal (“elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni
un solo día de tu vida”, Confucio). Y por supuesto, de la gratitud: “La medida
más fiable de que una relación profesional es el mutuo sentimiento de gratitud”.
El capítulo 29 es precisamente “la apuesta por el talento”. De la selección de personal a la elección de personas.
Una cita
inicial importante: “La libertad conlleva responsabilidad. Por eso a la mayoría
de personas les aterroriza” (George Bernard Shaw). Y la dedicatoria: “A Irene,
por escogerme como compañero de viaje. A tu lado estoy aprendiendo a vencer mis
miedos”. Toda una declaración de amor.
Mi
agradecimiento a Isabel Coixet y a Borja Vilaseca. De Barcelona para el mundo.