De vuelta a éste
nuestro país, ayer me encuentro en los diarios con los datos de la vergüenza:
6.202.700 desempleados, más del 27% de la población activa, con un desempleo
juvenil del 57%. "El Ejecutivo tendrá que declarar la bancarrota
de una política económica incapaz de frenar el agravamiento de la recesión y el
principal problema asociado a ella, el desempleo. (...) El desempleo no puede
ser considerado ya como un efecto colateral, indeseado pero inevitable, de un
plan quirúrgico de ajuste financiero. El equipo económico debe entender con
toda claridad que incluso en el improbable caso de que se produjera una
recuperación a principios de 2014, la economía tardaría quizá años en
reabsorber los 6,2 millones de parados existentes, a los que quizá habría que
sumar los millares de jóvenes que han optado por la emigración ante la
evidencia de que el mercado laboral no los acepta. (...) Si no se toman
decisiones directas sobre el mercado laboral y se aplican políticas de demanda
y creación de empleo, la ocupación, y con ella la economía pública y privada,
se aproximan a toda velocidad a un colapso total" (El País), “El récord
del paro echa por tierra la labor del Gobierno” (El Mundo), “Las vísperas de la
reunión del BCE, en la que se especula con una bajada de los tipos de interés,
se nos van a hacer largas. Ayer fue la canciller alemana la que lanzó un
mensaje en sentido diametralmente contrario, es decir, que abogó por la subida
del precio del dinero, medida que condena a los países en problemas (España,
entre otros muchos) a salir aún más tarde de la recesión. Fijarse solo en su
interés electoral (tiene comicios en septiembre) es miope y cortoplacista. A
Alemania también le interesa que el resto de los socios salgan del hoyo"
(ABC), “"Las cifras de la EPA del primer trimestre del año nos recordaron
de nuevo las dolorosas dimensiones del desempleo en nuestro país. España superó
los seis millones de parados por primera vez en la historia. Sabemos que no hay
otro problema más urgente, pero igualmente debemos ser conscientes de que no
existen atajos ni pócimas magistrales. Nuestra economía no generará puestos de
trabajo si no crece, y para ello deben estimularla y librarla de todas las
ataduras que la constriñen y limitan. El Gobierno anuncia hoy una agenda
reformista para abundar en ese propósito. Y ése es el camino. Más largo y duro,
pero el correcto" (La Razón).
Y después, en
el Consejo de Ministros, una supuesta reforma que significa más presión fiscal
y paños calientes. “El Gobierno se rinde ante el paro y sólo ofrece más
impuestos” (El Mundo). “El fin de la crisis se retrasa a 2016” (El País).
Esto, respecto
a un gobierno inoperante. ¿Y la oposición? El Sr. Rubalcaba, reuniéndose con
sus colegas socialistas del sur de Europa (los franceses, en el poder; los
portugueses, en la oposición pero subiendo en las encuestas, en tanto que el
PSOE se encamina al abismo), denuncia la “dictadura de la austeridad” y
recomienda “renegociar con los países endeudados a fin de darles más aliento
para que puedan salir de la crisis sin tanto esfuerzo”.
Patético en
ambos casos. No se enteran o no quieren enterarse de que no se sale en un
“cambio de época”, el talentismo, aplicando políticas del capitalismo tardío.
Como de lo que
se trata de acabar con esto YA, me animo a proponer como ciudadano doce recetas
radicales:
A. Tenemos un grave
problema de deuda, que no se resuelve con mayor presión fiscal ni con recortar
en los servicios esenciales del Estado del Bienestar (educación, sanidad,
justicia).
1. Reforma de
la Administración, de verdad. Gastamos en salarios por encima de la media de la
Unión Europea, pero con menos profesionales. La calidad directiva, de la que
depende el 60% de la productividad, es baja porque está compuesta por políticos
mayoritariamente sin preparación. Afrontar la calidad directiva en las empresas
y organismos públicos, exigiendo que sean directivos de verdad y no jefes
tóxicos.
2. Reducir
drásticamente los impuestos, especialmente Renta y Sociedades. Ya hemos
sobrepasado el punto de la curva de Laffer en el que el Estado recauda menos
por haber subido demasiado los impuestos.
B. Tenemos un grave problema de partitocracia. El Estado del Bienestar se ha convertido en el
Bienestar del Estado porque una casta política se beneficia de los
trabajadores.
3. Reducir
subvenciones (15.000 M), asesores que no aportan y duplicidades en las
administraciones duplicadas (22.000 M) e inversiones improductivas
(infraestructuras por 11.000 M). Estoy con el economista Daniel Lacalle en que
podemos ahorrarnos 100.000 M anuales sin recortes de pensiones, despidos de
funcionarios ni reducciones en las prestaciones de desempleo.
4. Eliminar las
subvenciones a los partidos políticos, sindicatos y asociaciones empresariales.
Que se financien como cualquier otra organización de esas características, con
las cuotas de sus afiliados. Y que caiga todo el peso de la ley sobre la
corrupción, sin maquillajes de “leyes de transparencia”.
C. Tenemos un grave problema de Calidad Directiva (también en la empresa privada): nº 43 del
mundo, lo que no corresponde a la 12ª economía ni a la calidad de nuestras
escuelas de negocios. Y de supervivencia de las empresas (se sigue destruyendo
más tejido empresarial del que se crea). Y en general de productividad
(trabajadores poco preparados para un escenario internacional).
5. Exigir que
los directivos de todas las empresas de más de 250 profesionales cuenten con
certificación de calidad (modelo EFQM, criterio 1: Liderazgo). Y lo mismo para
las nuevas empresas (la tasa de actividad emprendedora ha caído en las empresas
en consolidación).
6. Declarar
exentas del pago de impuestos las operaciones de exportación de bienes y
servicios, para potenciar los beneficios de la globalización ante la caída de
la demanda nacional. Exigir que cada profesional tenga al menos 20 horas de
formación al año y cuente con gestión del desempeño, multando a la empresa con
una cuantiosa suma en caso de que no lo cumpla.
D. Tenemos un
grave problema de educación y cultura a todos los niveles.
7. Frenar el
fracaso escolar, que es una lacra indecente. Convencer por todos los medios
posibles a nuestros jóvenes de que deben seguir estudiando, puesto que es la
inversión más rentable (1.700% de ROI). Repudiar el modelo de “contertulios
ignorantes” propio de ciertos medios de comunicación.
8. Mejorar la
calidad de los centros escolares, para lo que es imprescindible el liderazgo en
los propios centros. Desarrollar entre los directores un modelo de calidad.
9. Retirar la
subvención por desempleo a todos aquellos que no estén realizando algún curso
(gratuito) y que no demuestren una mejora importante en su empleabilidad. No
podemos permitirnos holgazanes que prefieren “cobrar el paro” que avanzar.
10. Todos los
bienes culturales (libros, DVDs, espectáculos teatrales, cine, etc) a IVA cero.
Un país sin cultura es un país sin futuro.
E. Tenemos un
grave problema de crédito. El acceso a la financiación es, junto con la baja demanda, el principal problema de las empresas.
11. Exigir que
las entidades financieras concedan operaciones de activo en función de los
perfiles de competencias (capacidad y compromiso) de los prestatarios. Y
publicitar ante la ciudadanía las entidades que sí cumplen (muchos preferiremos
ser clientes de bancos que activan la economía que de los que solo se
benefician a sí mismos).
12. Olvidarnos
ya de vincular crecimiento económico con ladrillo (un modelo insostenible) y turismo barato.
Penalizar fiscalmente los activos inmobiliarios de los bancos que no se pongan
a la venta (para que se abarate la vivienda de una vez por todas) e incentivar
el alquiler de verdad.
Son medidas
simples, valientes, que cambian la situación. Necesitamos atraer capitales,
fomentar la Marca España (que, no nos engañemos, es la marca de nuestras
empresas y nuestros profesionales) y contar con un proyecto de futuro, no con
medidas miserables de rapiña. Al menos, así lo creo. En el Talentismo, con más
de lo mismo no nos comemos una rosca.