Esta
mañana he vuelto después de muchos años a la Universidad Autónoma de Madrid,
donde estudié Económicas. La profesora María Escat, que imparte la asignatura
de Dirección de Recursos Humanos en
6º de Derecho + ADE me ha invitado a la presentación de dos trabajos por sus
alumnos: uno sobre mi libro El Club de
Liderazgo, por Laura Gabriel Lázaro, Daniel Pérez Novo y Rubén Rodríguez
Dargel, y otro sobre Tipos de Liderazgo,
por Arturo Cuadrado Bejarano, Noemí Damas Castaño, José Luis Martín Martín y
Nicolás Pérez de Guzmán Pérez. He aprendido mucho de estas exposiciones tan
creativas, entusiasmas y bien preparadas.
Por
la tarde, preparación del Encuentro de Directivos de una gran empresa española,
que tendrá lugar la semana que viene. El liderazgo de la Dirección de Recursos
Humanos (en tándem con la Dirección de Formación y Desarrollo) es encomiable:
ambas direcciones están a lo tangible (el negocio, los resultados) y a lo
intangible (la cultura corporativa, el clima laboral, el talento individual y
colectivo) que lo genera.
He
estado leyendo La conquista social de la
tierra, considerada “la obra definitiva del biólogo más importante del
siglo XX”. Admiro mucho al Dr. Edward O. Wilson (1929), catedrático emérito de
la Universidad de Harvard, ganador del premio Pulitzer en dos ocasiones (en
1979 y 1991), premio Príncipe de Asturias y premio Craooford (equivalente al
Nóbel en biología). Hablamos de él y de su obra la Dra. Leonor Gallardo y un servidor
en Los Mosqueteros de Guardiola en
estos términos: “En las Ciencias Naturales, y especialmente en la
Biología, se denomina “Superorganismo” a una colonia de insectos que actúan en
la práctica como si fueran uno. Las hormigas son el ejemplo más sofisticado de
ello. ¿Por
qué las colonias de hormigas son el mejor ejemplo? Porque no hay planificación,
ni “cerebro” ni un/a líder que dé instrucciones; la colonia es pura
auto-organización; la comunicación se produce a través de las feromonas y la
división del trabajo es prácticamente perfecta.
Las hormigas se parecen a los humanos en que han sabido adaptarse al
medio natural mejor que otras especies. La evolución, en ambos casos, se ha
producido por competición entre grupos (neandertales, cromañones) y han triunfado
los que mejor cooperaban internamente.
“La especie humana no es un superorganismo ni la
sociedad humana tampoco. Son sociedades de mamíferos que se han desarrollado
gracias a la inteligencia, las estipulaciones de contratos y el lenguaje,
gracias a la habilidad de cooperar incluso para preservar y mejorar su propio
interés”.
Edward Wilson,
profesor de entomología de la Universidad de Harvard
Hoplitas,
colonias de hormigas y termitas, enjambres de abejas, bancos de peces, ¿y la
Tierra como planeta en su conjunto?”.
La conquista social de
la tierra es una obra voluminosa (382 páginas) que Wilson organiza en seis bloques:
¿Por qué existe la vida social avanzada?, ¿De dónde venimos?, Cómo los insectos
sociales conquistaron el mundo de los invertebrados, Las fuerzas de la
evolución social, ¿Qué somos? y ¿A dónde vamos?. José Manuel Sánchez-Ron habló
de esta obra en el suplemento cultural de El País con el título El escorpión, la rana y la naturaleza humana:
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/10/24/actualidad/1351088555_295758.html
La condición humana: “El pensamiento consciente es
impulsado por la emoción; en último término, y totalmente, está comprometido
con el objetivo de la supervivencia y la reproducción”. ¿De dónde venimos? “Los
seres humanos crean culturas mediante lenguajes maleables.” “Las personas han
de tener una tribu. Les confiere un nombre además del propio y significado social
en un mundo caótico. Hace que el ambiente sea menos desorientador y peligroso.
El mundo social de cada ser humano moderno no es una única tribu, sino más bien
un sistema de tribus entrelazadas, entre las que suele ser difícil distinguir una
única brújula.” Para Wilson, la guerra es la maldición hereditaria de la
humanidad.
El concepto más poderoso es el de la eusociabilidad: “La clave del origen de
la condición humana no ha de buscarse exclusivamente en nuestra especie, porque
la historia no empieza ni termina con la humanidad. La clave ha de encontrarse
en la evolución de la vida social en los animales en su conjunto.” Los
individuos “eusociales” son altruistas como parte de la división del trabajo:
de toda la fauna, tres tipos de insectos (abejas melíferas, termitas
constructoras y hormigas) y una especie de homínidos, el homo sapiens. “La eusociabilidad, la condición de múltiples
generaciones organizadas en grupos por medio de una división altruista del
trabajo, fue una de las principales innovaciones en la historia de la vida.
Creó superorganismos, el siguiente nivel de complejidad biológica por encima
del de organismos.” Hasta 2010, el “gen egoísta” era el dogma; gracias a Wilson
(con Martin Nowak y Corina Tarnita), sabemos que esa teoría es incorrecta tanto
en lo matemático como en lo biológico. El superorganismo triunfa.
La selección natural crea instintos sociales (por
eso Konrad Lorenz consideraba a Darwin “santo patrón de la psicología”). “La
mente se halla en último término a merced de la voluntad y el destino.” “La
naturaleza humana son las regularidades heredadas del desarrollo mental común a
nuestra especie”. Son reglas epigenéticas (van más allá de la genética),
culturales… “¿Son las personas buenas de manera innata, pero corruptibles por
las fuerzas del mal? O, por el contrario, ¿son intrínsecamente malas, y
redimibles solo por las fuerzas del bien? Las personas son ambas cosas (…) Los
seres humanos y sus órdenes sociales son intrínsecamente imperfectos, por
suerte. En un mundo en constante cambio, necesitamos la flexibilidad que solo
la imperfección proporciona.” “Y más allá de los instintos ordinarios de
altruismo, hay algo más, delicado y efímero por su carácter pero que, cuando se
experimenta, es transformador. Es el honor,
un sentimiento surgido de la empatía y de la capacidad de cooperación innatos.
Es la reserva final de altruismo que
quizá pueda salvar todavía a nuestra raza.” Nos enorgullece recordar que
precisamente El triunfo del honor era
la primera cualidad compartida por Los
mosqueteros de Guardiola.
¿A dónde vamos? A una nueva
Ilustración. Wilson cree que en el siglo XXII la Tierra “puede transformarse,
si así lo queremos, en un paraíso permanente para los seres humanos.”
El más famoso entomólogo parte de la vida de Gauguin
y de su cuadro De dónde venimos/ Qué
somos/ A dónde vamos. Y aclara: “El cuadro no es una respuesta. Es una
pregunta”.