¡Qué
partidazo el “clásico” de ayer! Cristiano Ronaldo y Leo Messi, de otro planeta.
Emoción al máximo hasta el último minuto. Fue un placer atender a Radio de Colombia, en directo tras el encuentro, durante unos 10 minutos. La Liga
española interesa en nuestro país hermano tanto como la Liga Postobón, que crece y crece. Creo que
nuestra Liga no es en absoluto “escocesa”, entre Barça y Madrid; el Atleti (en
estos momentos, colíder) y el Málaga están ahí, con ganas de ganar. Siete jornadas y CR7, Messi y Falcao con 8 goles cada uno.
He
estado viendo el fin de semana pasado la trilogía de El Padrino. Necesitaba revisitarla. La primera parte (con Marlon Blando como Vito
Corleone), el viernes. La segunda, protagonizada por Al Pacino, el sábado. Y la
tercera, ayer domingo. La novela de Mario Puzo y las tres cintas de Coppola son
una maravilla sobre la naturaleza humana.
Las
mejores frases de la colección de El
Padrino son, para un servidor, las siguientes:
- “Los
italianos piensan que el mundo es tan duro que hace falta tener dos padres, por
eso todos tienen un padrino”.
- “Voy
a hacerle una oferta que no podrá rechazar”.
- “Siempre
me he negado a ser un muñeco movido por los hilos de los poderosos”.
- “No
es nada personal, es cuestión de negocios”.
- “Nunca
te pongas del lado de alguien que vaya contra la familia”.
- “Santino,
¿qué te sucede, eh?. Nunca digas lo que realmente piensas delante de gente que
no conoces”.
- “Amistad
y dinero… agua y aceite”.
- “Cada
hombre tiene su propio destino”. Vito Corleone.
- “Mantén
cerca a tus amigos pero aún más cerca a tus enemigos”.
- “Nunca
odies a tus enemigos, afecta tu juicio”.
-
“Si algo nos ha enseñado la historia es que se puede matar a cualquiera”.
- “No
digas que eres inocente Carlo, porque es un insulto a mi inteligencia, y eso no
me divierte”.
-
“No necesito matones, necesito más abogados”.
-
“Mi padre no es diferente de cualquier hombre con poder”.
La
trilogía de El Padrino es un enorme
tratado sobre el poder y la naturaleza humana.
Cuanto
más sabemos de los “tres cerebros” que portamos cada uno de nosotros, más
importancia hemos de darle a los instintos y menos, proporcionalmente, a la
racionalidad.
Ayer,
en su Córner inglés, el gran John
Carlin citaba al zoólogo Desmond Morris: “Las raíces de nuestra tribu futbolera
yacen en las profundidades de nuestro pasado más primitivo”. Se refería a la
Copa Ryder de golf (vista por 500
millones de personas, como el clásico). “Durante los tres días de la Ryder
todos los jugadores, pero especialmente los del equipo anfitrión, tuvieron un
comportamiento ejemplar. El fútbol es otra cosa”. Sí, hay casos de elegante
deportividad (Carlin pone como ejemplo a Vicente del Bosque), “pero lo habitual
en el fútbol es el fundamentalismo y la furia, el sálvese quien pueda, como
pueda. No hay tribu mayor que la futbolera porque no hay fenómeno social que
despierte sentimientos tan primarios”.
Bueno,
tal vez todo fenómeno social despierte sentimientos primarios, primitivos,
instintivos. Pensemos en Venezuela: más allá de las ideologías, el comandante
ha demostrado en 14 años ser un pésimo gestor (las empresas en Venezuela han
pasado de 13.000 a 6.200; ha convertido al país en el menos violento de
Iberoamérica; 43% de economía sumergida y, respecto al talento, de la promoción
de médicos de 2007 el 90% ha emigrado) y sin embargo ha ganado con el 55% de
los votos, con más de un millón y medio de sufragios sobre Capriles. Mal
gestor, pero extraordinario líder (para los suyos). Justo es reconocerlo,
aunque sea con una maquinaria propagandística (especialmente la televisión)
formidable. “Cualquiera que sea el resultado que arrojen las urnas en las
elecciones venezolanas del 7 de octubre, el candidato de la oposición, Henrique
Capriles Radonski, habrá obtenido una gran victoria y, a menos que lo hagan
matar, será más pronto o más tarde el sucesor del comandante Hugo Chávez como
presidente de su país”, ha escrito el Nobel Vargas Llosa. A sus 40 años, con
una hoja de servicios impecable como alcalde, gobernador y diputado, “Capriles
no tiene vinculación alguna con la vieja política venezolana, la del
despilfarro, los chanchullos y la irresponsabilidad que incubaron el chavismo”.
Y concluía don Mario: “Una vez más en la historia, a la tierra de Simón Bolívar
le toca –esta vez con los votos, no con las armas- la tarea de asegurar la
libertad de todo un continente”.
Liderazgo
que sobrepasa a la gestión, en Venezuela… y en Cataluña. Artur Mas ganará, si
no hay grandes cambios, las elecciones a la Generalitat después de una gestión
desastrosa (desgraciadamente, las inversiones huyen de esa gran comunidad
autónoma y la educación y la sanidad, admirables, se están depauperando)
apelando a un sueño independentista imposible. Ayer, mediante la senyera (la
preciosa bandera de Catalunya) politizó un gran encuentro de fútbol. Una
lástima, porque el deporte debería ir por otro camino. Atención a la política,
porque según un sondeo de Demoscopia, el bipartidismo PP-PSOE está en el nivel
más bajo de la democracia: casi la mitad de los que votaron al PP aseguran que
no volverán a hacerlo; en el PSOE, solo el 41% repetiría.
Política
y fútbol. “¿Y el fútbol qué produce? También produce belleza para aquellos que
lo aman” (Donna Leon). La belleza en lo instintivo, la bondad en lo emotivo, la
verdad en lo racional. Por eso deben ser una y la misma.
Cuando
no se da esa coherencia, lo que ocurre es el fingimiento. Ayer, el intelectual
Fernando Rodríguez Lafuente escribía: “Rima con hundimiento, pero no es lo
mismo. Según el DRAE significa “dar a entender lo que no es cierto” o “Simular,
aparentar”. Parece que la UEFA prepara algún tipo de sanción contra los
fingidores. Fue el formidable poeta escritor Fernando Pessoa el autor de “El
poeta es un fingidor/ Finge tan completamente/ Que hasta finge que es dolor/el
dolor que de verdad siente”. Cuídese el Madrid, esta tarde de otoño primaveral,
de los grandes fingidores del Barça”. En Código
Mourinho, Leonor Gallardo y un servidor tratamos la especial relación
afectiva –e instintiva- entre dos etrangeirados
como Pessoa y Mourinho. ¿Cómo detectar el fingimiento? Contrastando los
hechos con las palabras. “Las palabras no me gustan, me gustan los hechos y los
hechos nos mandan a San Sebastián” (el ‘cholo’ Simeone, ayer en rueda de prensa
tras ganar el Atlético de Madrid al Málaga).
Mi
amigo Miguel Ángel, que está a la última de todo y le fascina todo lo relativo
a la energía, me recomienda leer y estudiar las obras de César Millán (Dog
Whisperer, El encantador de perros),
sobre todo cómo trata con perros agresivos. A lo mejor descubrimos que no es
muy diferente a como hacían Vito Corleone y su hijo Michael en El Padrino.
Mi
agradecimiento a las personas coherentes, sinceras, decentes, que hacen de sus
obras sus palabras y saben dominar sus instintos.