¡Qué semana para empezar la
temporada, esta del “cambio de ciclo”! Cuatro días en Colombia, cuatro días en
Perú. Creo, modestamente, en esta regla de tres: Colombia es a García Márquez
lo que Perú es a Vargas Llosa. Espero tus comentarios al respecto.
El jueves tuvimos seminario Liderazgo: Lo que le enseña el deporte a la
empresa en el hotel Westin de Lima. Unos 50 profesionales, con los que
disfruté mucho de su pasión por el Liderazgo y su voluntad de aprendizaje.
Muchas gracias a los participantes, y a los organizadores de Demos en Lima:
Jack, Sonia y todo el equipo.
Por la tarde, fui a dos de
las librerías más importantes de la capital peruana: Crisol y Época, a comprar
varios libros (mi adicción innegable). Entre ellos, Pizarro. El rey de la baraja, del ex presidente Alan García. Me lo
habían recomendado en el almuerzo y, efectivamente, merece mucho la pena.
En 1985, con 35 años, fue
elegido presidente de la república. Tras el golpe de estado de Fujimori de
1992, vivió en Colombia y Francia hasta 2001. Ese año fue elegido de nuevo
presidente y reelegido en 2006. Durante su 2º mandato, la economía peruana
creció a más del 7% y la pobreza se redujo del 44,5% al 31,3%.
En su libro sobre Pizarro,
Alan García reivindica el valor de la política. “Es posible que Pizarro, que
fue analfabeto y sin ninguna cultura según los testimonios, tuviera en la
baraja española, el tresillo y otros juegos de los que fue gran practicante,
unos instrumentos de aprendizaje del cálculo estratégico que después aplicó,
consciente o inconscientemente, a su práctica política”. Fascinante.
El autor parte de unos
conceptos generales (“la toma del Perú fue posible por la capacidad política de
Pizarro, su acertada e inmediata identificación del poder existente en los
grupos y personas, su capacidad para interpretar, planificary anticipar
sistemáticamente los hechos, y además por su astucia”), con un “big bang
ideológico del XVI” (un cambio de era), porque “el poder, como el dinero, es un
medio circulante” (Talcott Parsons). Pizarro, muy austero en el vestir y en el
comer, “contó con indígenas aliados a los que, con habilidad política, supo
ganar, articular y subordinar”.
Alan García nos presenta las
15 reglas del éxito de Pizarro:
1.
Sin
constancia no hay política.
2.
Tuvo
objetivos claros para sí y oscuros para los demás.
3.
Con
la legitimidad (real, religiosa, arbitral y carismática: oros, copas, espadas y
bastos) garantizó su poder a largo plazo.
4.
Personalizó
la legitimidad (la cruz, el núcleo duro).
5.
Creó
una legitimidad diferente (aristocracia dependiente, nueva ciudadanía).
6.
Decidió
y ejecutó los hechos fundamentales (captura y ejecución de Atahualpa, entrada
al Cusco, fundación de Lima, relación con Almagro).
7.
Estudió
sistemáticamente la realidad física y social (las divisiones del Perú).
8.
Promovió
y multiplicó la confusión del adversario (norte contra sur, yanaconas,
Viracochas).
9.
Estudió
profundamente la psicología del adversario (la envidia de Almagro, la soberbia
de Atahualpa, la desesperación de Huáscar, la ambición de Manco Inca, la
vanidad de Hernando de Soto, lo temible de Pedro de Alvarado).
10.Acumuló la confusión y las debilidades del
adversario.
11.Impidió la unión de los demás y evitó el
conflicto irreversible entre los propios.
12.Guardó elementos de negociación (las vidas de
Atahualpa, Huáscar, Chalcuchímac –a quien García le dedica el libro, como “el
más leal, el mejor guerrero”- y el poder para Manco Inca).
13.Mostró paciencia y serenidad.
14.Capturó los centros de acopio (Cajamarca,
Pachacamac, Cusco, Lima).
15.Evadió las responsabilidades y se las atribuyó a
otros (“los hechos que originan odio deben ser asignados a otros y el Príncipe
debe cumplir aquellos que generan afecto”, Maquiavelo).
Pizarro
desembarcó en La Española en 1502, descubrió el Océano Pacífico junto con Vasco
Núñez de Balboa en 1513, viajó hasta las costas de Colombia en 1524, participó
en las Capitulaciones de Toledo en 1528-1529, hizo su tercer viaje en 1531,
capturó a Atahualpa en 1532 y lo ejecutó en 1533 (año de la muerte de
Chalcuchímac), fundó Lima en 1535, sufrió la insurrección de Manco Inca en
1536, vio como Almagro tomaba el Cusco en 1537 (lo ejecutó al año siguiente,
trasla batalla de Las Salinas) y fue asesinado en Lima en 1541. Gobernador de
Nueva Castilla (el actual Perú), fue “marqués sin marquesado” y sus
descendientes llevaron el título de “marqueses de la conquista”. Nacido en
Trujillo, hijo ilegítimo de un hidalgo (Gonzalo Pizarro, “el largo”) y de una campesina,
participó en las campañas de Italia bajo el mando de Gonzalo Fernández de
Córdoba, El Gran Capitán. Aprovechó la guerra entre Atahualpa y su hermano
Huáscar por la sucesión del Inca y triunfó en la guerra civil entre
conquistadores contra Almagro (que desde Chile había conquistado Cuzco). En Trujillo,
Cáceres, podemos admirar el Palacio de la Conquista y la estatua ecuestre de
Francisco Pizarro.
Desde ayer viernes y hasta el
16 de septiembre, se celebra en el Campo de Marte de Lima la feria gastronómica
Mistura, la más importante de
Iberoamérica, a la que asistirán 600.000 personas. Es la Fiesta del Sabor y Lima se ha convertido en la capital gastronómica
de esta parte del mundo. Durante el foro Herederos de la Cocina Peruana,
durante la preapertura de la feria, Sandra Plesivani (25 años de experiencia
culinaria) recomendó: “no se frustren porque tienen que lograr sus sueños (…)
La masa de hojaldre me tomó mucho tiempo aprenderla porque nunca fui a una
clase de cocina. Por pura pasión no me dejé vencer”. Mitsuharu Tsumura
preguntó: “¿ustedes saben que es lo más lindo de cocinar? Dar felicidad”.
Víctor Solís apeló a la sinceridad en la vocación y priorizar la honradez: “Una
parte de la industria gastronómica lo ve como un negocio. Y otra parte sí lo ve
con pasión y respeto por los insumos (materias primas) y la labor del cocinero.
Si hay ese compromiso de respetar vedas, insumos, no engañar al comensal, si
tienen ese compromiso, ¡los felicito!”. La diferencia entre un negociete y una
auténtica causa por la que dejarse la piel es pecisamente la Pasión, la Honradez y la Disciplina.
En El Comercio, en las páginas de deportes, Luis Puigcros llama a
Iniesta “El Quijote del fútbol”: “En un lugar de La Mancha cuyo nombre sí
quiero recordar” (¡Viva Fuentealbilla) y Francisco Miró Quesada (Director General)
constata la crisis en el deporte peruano (0 medallas en los Juegos de Londres)
y considera que “hay que invertir en entrenadores para que podamos tener buenos
atletas”. Y buenos directivos, me permito añadir.