Lo que nos enseñó el último Davos


Estamos tan absortos mirándonos nuestro propio ombligo (por una parte, tratando a toda costa de ser “intervenidos”, mientras las principales instituciones europeas y los países al mando están empeñados en ello), y distraídos con estos “Juegos de la Austeridad”, en los que Gran Bretaña reivindica su glorioso pasado y no ofrece apenas futuro (como todo Museo que se precie), que se nos está pasando lo que ocurre en el planeta: las claves del cambio de era.
Un buen ejemplo es el escaso eco que ha tenido la última reunión en Davos, Suiza. El 42º  Foro Económico Mundial. Fundado en 1971 por el Dr. Klaus Schwab y es el mejor ejemplo de espacio de reflexión global. “Las organizaciones internacionales de largo alcance serán las protagonistas y detonadoras de un nuevo orden mundial, más incluso que los propios estados… Su espectro de ideas y de influencia determina en realidad la marcha global” (Fareed Zakaria, padre del concepto de “post-American world”, un nuevo orden en el que EE UU ya no será el poder predominante). El Foro Económico Mundial lo integran 100 empresas y convoca, por invitación, a más de 250 personalidades que durante cinco días debaten sobre el presente y el futuro. Desgraciadamente, España suele estar muy poco representada. Este año, el tema ha sido “La gran transformación. Dando forma a nuevos modelos”. Más de 1.600 personas (cifra récord) participaron para dar respuesta a la crisis de confianza.
En palabras del fundador Klaus Schwab: “Aún sufrimos las secuelas de 2008 y 2009. Es hora de revisar los límites del capitalismo para el nuevo orden geopolítico que tenemos. Nunca saldremos de la crisis con modelos que ya están superados”. Una afirmación que recuerda aquélla tan famosa de Einstein, según la cual es un tipo de locura hacer siempre lo mismo y esperar algo diferente.
The Economist lo llamó (al modelo vigente, que nos mantiene en crisis) “Capitalismo de Estado”: cada país protege sus industrias para desarrollarlas. En la OCDE, las empresas públicas tienen un valor de dos trillones de dólares y dan empleo a seis millones de personas. En Davos quedó muy claro que el principal problema del planeta es el descenso de Europa a segunda división, el capitalismo de Estado no es la solución. El Estado dejó de regular lo que debía y se metió donde no debía. “En esta era de globalización, en la que los problemas de un país repercuten en otro, donde las economías emergentes alteran el orden al que estábamos acostumbrados y en donde hay empresas que son más grandes que países, muchas democracias se giran hacia el estado en busca de respuestas” (Adrian Wooldridge, editor de management de The Economist). Craso error. En el nuevo modelo, en el Talentismo, se trata de emprender, y no de revivir la fantasía de “papá Estado” otorgando dádivas (“Hay que acabar con los subsidios, las subvenciones y las mamandurrias”, dijo hace unos días la presidenta Aguirre; una mamandurria, ganga, momio o sinecura, significa cobrar un sueldo gracias al esfuerzo de los demás) con una calidad de servicio deplorable y con unos impuestos vergonzosos, que ya han llegado a la abierta piratería para los servicios que nos ofrecen. 
En el Foro Económico Mundial también quedó muy claro que es la hora del Talento Femenino. Según el estudio “Women matter” (Las mujeres importan), de McKinsey, las empresas con ambos géneros en su comité de dirección tuvieron un crecimiento en sus resultados un 41% superior a aquellas que solo cuentan con varones en su alta dirección. Es una cuestión de mejor aprovechamiento del talento, de una cultura de mayor diversidad (¿qué diversidad puede haber en un comité en el que todos son hombres), de un clima de alto rendimiento, satisfacción y desarrollo (que las mujeres evidentemente favorecen, desde el diálogo y la empatía), de una mayor cooperación entre los integrantes de los equipos y de una mayor compensación, más allá de la retribución (por lo general, las féminas sois más sensibles al equilibrio de vida personal y profesional y más imaginativas respecto a las fórmulas compensatorias).
Me ha gustado mucho el artículo de Elvira Lindo A esto lo llaman humanidad. Así concluye: “En tiempos difíciles el mundo se llena de mentes preclaras que entienden la naturaleza de todo lo que ocurre. Enhorabuena. Yo jamás pensé que el mundo se me volvería tan incomprensible. Como una niña con asignaturas suspensas, me volveré a presentar en septiembre”.
Más que tratar de comprender el final de una era, de una época, de una civilización, lo que tenemos que hacer es vivirla. Las mujeres emprendedoras marcan la pauta; los hombres burócratas, alimentados de mamandurrias, están condenados, como dinosaurios, a desaparecer. Así de fácil.
Que cada uno revise sus opciones, porque no queda otra.
Un ejemplo práctico es el de PEMEX, la primera empresa de Iberoamérica y la de mayor crecimiento en ventas de México. Como comentábamos ayer al cierre del Taller de Desarrollo de Otros (el/la líder-coach) en Toluca, cuenta con dos grandes yacimientos de talento: complementar el formidable técnico que poseen sus directivos con mayores dosis de liderazgo capacitador y aprovechar las sinergias entre sus 160.000 profesionales (dos conceptos que los participantes en el taller asumieron con entusiasmo). Así es el Talentismo, la nueva era.

Mi agradecimiento al talento femenino en todos los rincones del planeta. Porque ese talento (que pueden cultivar tanto mujeres como varones) marca los nuevos tiempos.