Tercera jornada consecutiva en Barcelona.
Esta mañana he empezado a trabajar a las 7 hasta las 10, que se ha
despertado mi hija Zoe. Tres horas de alta concetración y productividad, lo que
me ha permitido disfrutar del resto del día en plan turístico.
Hemos visitado nada menos que cinco museos: el Museo Picasso, que estaba
a rebosar. Ciencia y caridad es un
cuadro que marca una época (para un servidor, la mejor imagen de la crisis, y
el paso del Pablo Ruiz pintor realista al Picasso que transformó el arte del
siglo XX). El Museo Picasso de Barcelona es la referencia de los años de
formación del pintor malagueño, con un fondo de 3.800 obras, la colección de
sus Meninas, etc. Imprescindible para
entender cómo se forjó este genio universal.
En la misma calle Montcada, el
Museo Barbier-Muller de arte precolombino, con una impresionante exposición, El camino del inca. Hemos visitado las
salas, y la tienda, que es estupenda. Estaba previsto que en diciembre se
inaugurara una exposición extraordinaria sobre los incas, pero las piezas de
este museo al parecer se han vendido y el Museo cerrará sus puertas. Una
auténtica lástima.
Junto al hotel Majestic, el Museo Egipcio de la Fundación Arqueológica
Clos. Hasta el 20 de julio, la exposición Moda
y Belleza en el Antiguo Egipto. Y además, la Exposición Permanente: unas
mil piezas en 2.000 m2, algo único en España.
De ahí al Museo Marítimo, donde hemos visto Titanic. La exposición, en la sala del Marques de Comillas. “Justo a tiempo para conmemorar el año del Centenario
del Hundimiento del buque RMS Titanic, Titanic
The Exhibition llega al Museo Marítimo de Barcelona. La exposición
transporta al visitante al pasado y le permite conocer cómo fue la efímera vida
a bordo del barco, desde su concepción y construcción hasta el estado actual de
los restos a casi 4 kilómetros de profundidad en el Atlántico Norte. Sus cerca
de 200 objetos reales, sus fieles recreaciones de las estancias interiores del
transatlántico como los camarotes o los pasillos de primera clase, y el modo en
que la muestra recoge la verdadera historia del navío, han hecho de ella una de
las exposiciones itinerantes más visitadas del mundo. Entre estos objetos
originales que se pueden encontrar en ella destacan la lista de pasajeros
completa, aprobada y certificada por la White Star Line el 31 de mayo de 1912
(la única conservada en la actualidad), un trozo de más de 2 kilos de peso de
carbón del Titanic (perteneciente a la sala de calderas nº. 1, que estuvo hasta
el último momento funcionando), o las dos cartas originales del Titanic
escritas por su primer oficial, William Murdoch. Piezas de la vajilla de
primera clase, la lista original de los cuerpos recuperados de la tragedia,
libros, cartas, fotografías, zapatos, billetes de embarque o una cartilla de
navegación nunca antes mostrada, son otros de los fragmentos de las historias
del Titanic entre las que el visitante buceará durante su visita. Para
realizar esta labor divulgativa, Titanic The Exhibition cuenta con su propio
especialista, C.G. Wetterholm, historiador del Titanic desde más de treinta
años y una de las personas que participaron en las expediciones para el rescate
de los restos del buque a lo largo de la década de los noventa.”
Me ha impresionado la historia del valiente oficial William Murdoch, que
salvó muchas vidas con sus heroico comportamiento.
Y finalmente, el Museo Olímpico en Montjuich, que celebra los 20 años de
Coby. Me ha gustado mucho la colección de Juan Antonio Samaranch, padre del
Olimpismo moderno.
¡Qué gran ciudad, Barcelona! ¡Qué gran cantidad de opciones culturales
puede ofrecer!
Por si todo esto fuera poco, Zoe y un servidor hemos estado en la sede de
Planeta. Mi hija es una fan de Gerónimo Stilton y le ha encantado conocer de
dónde salen sus “obras”. Gracias, Roger, por tu tiempo y generosidad.
He estado leyendo, en el AVE de vuelta a Madrid, un libro excelente: Einstein y Picasso. El espacio, el tiempo y
los estragos de la belleza, de Arthur I. Miller. Un estudio muy detallado
de ambos genios, que (como no podía ser de otra manera) guardan numerosos
paralelismos:
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La ciencia
contemporánea es Einstein y el arte contemporáneo, Picasso.
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No establecieron diferencia alguna entre su
vida personal y profesional.
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Crearon círculos
interdisciplinares de amigos: la Banda de
Picasso, en París; la Academia,
en Berna. Lanboratorios de ideas.
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A ambos les
presentó en 1905 Alice Géry, “la amante descaradamente infiel de Princet”.
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Los dos se nutren
de Poincaré (la cuarta dimensión, a través de su libro La ciencia y la hipótesis).
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La teoría de la
relatividad (1905) y Las señoritas de Aviñón (1907) son sus puntos de inflexión…
-
Y esas grandes
obras fueron inicialmente incomprendidas.
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A ambos les marcan
sus mujeres de la época: Mileva y Fernande, respectivamente.
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A los dos se les
considera apuestos (atractivos).
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Ambos pasaron
angustia laboral y contaron con mentores para crecer.
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Los dos
combinan sociabilidad y soledad: “Hay dos clases de artistas y poetas. Unos
producen en gran cantidad y sus obras son “instrumentos poéticos y artísiticos”.
Nunca luchan demasiado. Frente a ellos están los que deben extraerlo todo de su
interior, porque ningún espíritu, ninguna musa, les inspira” (Apollinaire).
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Ambos beben de
muchos campos y detallan su proceso creativo.
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Talento: “Casi
inmediatamente después de la llegada de Picasso a París, en mayo de 1904, había
la sensación de que a la arena había saltado alguien con el que había que
contar. Al saturado escenario artístico-literario de la ciudad le prendió fuego
un asombroso talento artístico de impresionante carisma. Los penetrantes ojos
oscuros de Picasso irradiaban una confianza absoluta en su triunfo a gran
escala”.
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Ambos se plantean
cómo transformar el espacio y el tiempo, entre el pensamiento clásico y el
emergente.
-
En Einstein y en
Picasso están muy presentes la estética, la imaginación visual, la continuidad
(tendían a lo general, no al detalle), la intuición…
Fascinante. El libro, maravilloso, se centra en la producción de la
teoría de la relatividad (1905) por Einstein y Las señoritas de Aviñón (1907)
por Picasso. Pero además, ambos supieron gestionar maravillosamente sus
carreras. Einstein abandonó la oficina de patentes de Berna, fue profesor en
Zurich y diez años después (1915) presentó la teoría de la relatividad general.
Cuando en 1919 un eclipse confirmó sus teorías, fue idolatrado por los medios.
Se convirtió en un icono, recibió el Nobel de Física en 1921 y marchó a
Princeton (EE UU) en 1932. Se nacionalizó estadounidense en 1940, rechazó ser
presidente de la creada Israel y falleció en 1955.
Respecto a nuestro compatriota Picasso, con Las señoritas de Aviñón (en el MOMA de Nueva York) como punto de
partida, participó en diferentes movimientos de vanguardia (surrealismo,
expresionismo, etapa final) hasta que murió a los 91 años.
Hoy que se habla tanto de marca (personal, profesional), Einstein y
Picasso son probablemente los dos mejores ejemplos del siglo XX de gestión de
la misma. Tanto de Einstein como de Picasso guardamos todos una imagen muy
propia, una identidad personal. Son dos de los mayores iconos de la historia.
Mi agradecimiento a todos (que sois muchas y muchos) los que habéis hecho de esta estancia de Zoe en Barcelona una experiencia tan maravillosa. Ver la ciudad condal con los ojos ilusionados de una niña de 11 años es algo verdaderamente único.