La amenaza alemana y la Feria 2012


Esta mañana de domingo he ido con mi amigo Miguel Ángel y con Zoe a ver una comedia hispano-argentina, En fuera de juego. Una historia de representantes de fútbol con buenos actores (Fernando Tejero, Diego Perretti, Patricia Montero, José Sancho, Ricardo Darín, Hugo Silva, Aurora Pamplona, Carolina Peleritti, Patricia Montero, Carmen Ruiz, Carlos Chamarro) y voluntad de hacer las cosas divertidas. Entretenida, sin más. Que no es poco en el cine de hoy en día.
         A lo largo del mes de junio espero ver La sombra de los otros (Shelter), con Julianne Moore; la argentina La suerte en tus manos, con Jorge Drexler, Ice Age 4 y tal vez Miel de naranjas (Miguel Ángel me ha recomendado Los juegos del hambre).
         De la prensa de hoy, me quedo con el artículo de cuatro páginas de Sergio Fanjul en El País Semanal El Capital Erótico se dispara (se refiere al concepto creado por la socióloga británica Catherine Hakim del que hablamos en Mentalidad Ganadora), con los ejemplos de Gong Li, Vincent Cassel y Mónica Bellucci, Barack Obama, Enrique Iglesias, Christine Lagarde o George Clooney; el análisis de ExxonMobil, la empresa más poderosa del mundo, por el dos veces Pulitzer Steve Coll (“un Estado empresarial dentro del Estado americano”); el artículo de Mario Vargas Llosa ¿Por qué Grecia? Es el símbolo de Europa; la entrevista de Ros Biot a Jaume Guardiola, Consejero Delegado del Banco Sabadell: “El sistema financiero será más pequeño y profesional”; La clase media en crisis, de Ana Gabriela Rojas, corresponsal en Nueva Delhi; el análisis de José Juan Toharia: Si ‘oviesse buen señor. Para los españoles, el culpable de a lo que ha llegado Bankia es su Consejo de Administración (8’7 / 10). “Reconocen, con admirable y común sensatez, por encima de sus afinidades ideológicas, dónde están las culpas y a quién hay que asignarlas; reclaman explicaciones y, todo lo más, solicitan algo tan irreprochablemente legítimo y democrático como que las instituciones correspondientes tomen cartas en el asunto. ¿Cómo no admirar tamaño ejemplo de cordura ciudadana en medio de tanto tacticismo, miopía y desconcierto por parte de quienes deberían , en estos tiempos turbios y turbulentos, ejercer ese liderazgo social, moral y político que tan clamorosamente brilla por su ausencia? ¿Cómo no compartir para el caso de nuestra ciudadanía el anónimo lamento referido al buen Ruy Díaz: “Dios, qué buen vasallo si oviesse buen señor”? sensatez y desconfianza, porque el porcentaje de españoles que piensa que el sistema democrático, con todos sus defectos e insuficiencias, es el mejor que ha tenido nuestro país en su historia ha caído del 72% (octubre 2011) al 56% (mayo 2012).
          Y por supuesto, La amenaza de la amnesia alemana, de Joschka Fisher, ministro de asuntos exteriores y vicecanciller alemán de 1998 a 2005.
         La situación de Europa es grave, muy grave. ¿Quién habría pensado que el primer ministro británico, David Cameron, haría un llamamiento a los gobiernos de la zona del euro para que se armaran de valor a fin de crear una unión fiscal (con un presupuesto y una política fiscal comunes y una deuda pública garantizada en común)? Y Cameron sostiene también que la única forma de detener la desintegración del euro es una mayor integración política.
¡Un primer ministro británico conservador! La casa europea está ardiendo y Downing Street hace un llamamiento en pro de una reacción racional y resuelta por parte del cuerpo de bomberos.
Lamentablemente, el cuerpo de bomberos está dirigido por Alemania y su jefe es la canciller Angela Merkel. A consecuencia de ello, Europa sigue intentando apagar el fuego con gasolina —la austeridad impuesta por Alemania—, con lo que, en tan sólo tres años, la crisis financiera de la zona del euro ha llegado a convertirse en una crisis existencial europea.
No nos engañemos: si se desintegra el euro, lo mismo ocurrirá a la Unión Europea (la mayor economía del mundo), lo que desencadenará una crisis económica mundial que la mayoría de las personas vivas actualmente nunca han padecido. Europa está al borde del abismo y sin duda caerá en él, a no ser que Alemania —y Francia— cambien de rumbo.
Ahora los alemanes deben preguntarse si ellos, que han sido quienes más se han beneficiado de la integración europea, están dispuestos a pagar el precio que entraña o preferirían dejarla fracasar
Las recientes elecciones celebradas en Francia y en Grecia, junto con las locales en Italia y la continua zozobra existente en España e Irlanda, han mostrado que el público ha perdido la fe en la estricta austeridad que les ha impuesto Alemania. La cura de caballo de Merkel ha chocado con la realidad… y la democracia.
Una vez más estamos aprendiendo a base de palos que, cuando se aplica en plena crisis financiera grave, esa clase de austeridad sólo conduce a la depresión. Esa idea debería haber sido dominante; al fin y al cabo, fue una enseñanza fundamental que se desprendió de las políticas de austeridad del presidente Herbert Hoover en Estados Unidos y del canciller Heinrich Brüning en la Alemania de Weimar a comienzos de los años treinta del siglo pasado. Lamentablemente, Alemania, precisamente ella, parece haberla olvidado.
A consecuencia de ello, el caos se cierne sobre Grecia, como también la perspectiva de pánicos bancarios posteriores en España, Italia y Francia… y con ello una avalancha financiera que enterraría a Europa. ¿Y después? ¿Acaso debemos desechar lo que más de dos generaciones de europeos han creado: una inversión en masa en una construcción institucional que ha brindado el período más largo de paz y prosperidad en la historia del continente?
Una cosa es segura: la desintegración del euro y de la UE entrañaría la salida de Europa del escenario mundial. La política actual de Alemania es tanto más absurda en vista de las graves consecuencias políticas y económicas que afrontaría.
Corresponde a Alemania y a Francia, a Merkel y al presidente François Hollande, decidir el futuro de nuestro continente. La salvación de Europa depende ahora de un cambio fundamental en la posición en materia de política económica de Alemania y de la de Francia en materia de integración política y reformas estructurales.
Francia tendrá que aceptar una unión política: un gobierno común con control parlamentario común para la zona del euro. Los gobiernos nacionales de la zona del euro ya están actuando al unísono como gobierno de facto para abordar la crisis. Se debe llevar adelante y formalizar lo que está llegando a ser cada vez más cierto en la práctica.
Por su parte, Alemania tendrá que optar por una unión fiscal. En última instancia, eso significa garantizar la supervivencia de la zona del euro con la fuerza y los activos económicos de Alemania: adquisición ilimitada de bonos estatales de los países en crisis por parte del Banco Central Europeo, europeízación de las deudas nacionales mediante eurobonos y programas de crecimiento para evitar una depresión en la zona del euro e impulsar su recuperación.
Podemos imaginar fácilmente cómo se despotrica en Alemania contra esa clase de programa. ¡Aún más deuda! ¡Pérdida de control de nuestros activos! ¡Inflación! Sencillamente, ¡no funciona!
Pero sí que funciona: el crecimiento de Alemania, basado en la exportación, se debe a esa clase de programas precisamente en los países en ascenso y los Estados Unidos. Si China y EE.UU. no hubieran bombeado dinero financiado en parte con deuda en sus economías a comienzos de 2009, la economía alemana habría recibido un golpe muy duro. Ahora los alemanes deben preguntarse si ellos, que han sido quienes más se han beneficiado de la integración europea, están dispuestos a pagar el precio que entraña o preferirían dejarla fracasar.
Además de la unificación fiscal y política y políticas de crecimiento a corto plazo, los europeos necesitan urgentemente reformas estructurales encaminadas a restablecer la competitividad de Europa. Cada uno de esos pilares es necesario para que Europa supere su crisis existencial.
¿Entendemos nosotros, los alemanes, nuestra responsabilidad paneuropea? Desde luego, no lo parece. De hecho, raras veces ha estado Alemania tan aislada como ahora. Prácticamente nadie entiende nuestra dogmática política de austeridad, que contradice toda experiencia, y se considera que hemos perdido el rumbo en gran medida, o que vamos como en un coche en dirección contraria a la del tráfico. Aún no es demasiado tarde para cambiar de dirección, pero ahora sólo nos quedan días y semanas, tal vez meses, en lugar de años.
Alemania se destruyó a sí misma –y el orden europeo– en dos ocasiones en el siglo XX y después convenció a Occidente de que había sacado las conclusiones oportunas. Sólo de ese modo, reflejado con la mayor claridad en su aceptación del proyecto europeo, obtuvo Alemania la anuencia para su reunificación. Sería a un tiempo trágico e irónico que una Alemania restaurada por medios pacíficos y con la mejor de las intenciones provocara la ruina del orden europeo por tercera vez.”

         He estado en la Feria del Libro de Madrid en la caseta de la librería deportiva Esteban Sanz (caseta 96) de 19 a 20 h. Una feria con buen tiempo, bastantes visitantes, pocas o muy pocas compras… Pero en fin, ya son 11 años de asistir a esta Feria, y de disfrutarla con mi hija (la primera vez que vino tenía meses). Me ha gustado ver a Leila y a Gasalla, a Carlos, a Luis Sánchez de León, firmar algunos ejemplares... Iré a Esteban Sanz (c/ de la Paz, 4), porque tienen un surtido magnífico y viven de verdad la temática del deporte. Mi agradecimiento a ellos, a Esteban y a Jorge, además de la gratitud a Leonor Gallardo, mi socia literaria, y a Miguel Ángel. Dos ejemplos de lo mejor de la Universidad española, dos doctores que transmiten su sabiduría al resto de la sociedad.